Un día antes de las elecciones en Estados Unidos entró en vigor una nueva serie de sanciones contra la República Islámica de Irán, después de que el presidente Donald Trump decidiera romper de manera unilateral el acuerdo nuclear firmado en 2015 por Barack Obama en conjunto con el Reino Unido, Francia, China, Rusia, Alemania y la Unión Europea.
En la conferencia de prensa del 5 de noviembre el secretario de Estado, Mike Pompeo, justificó otra vez esta posición al afirmar que la “República de Irán es la fuerza desestabilizadora del Medio Oriente” por sus intervenciones en Iraq, Yemen y Siria, y porque representa una amenaza para Estados Unidos e Israel.
Las sanciones en su conjunto no son una sorpresa, ya que Trump cumple lo que prometió durante la campaña electoral, a pesar de que el acuerdo había sido ratificado por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
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La primera serie de sanciones entró en vigor en agosto y ahora se busca también afectar las exportaciones de petróleo y evitar que los bancos iraníes puedan realizar transacciones que le permitan el ingreso de divisas, principalmente dólares. La idea principal de la Casa Blanca es desconectar a Irán del sistema financiero mundial. El proveedor internacional de servicios financieros -más conocido como SWIFT por su sigla en inglés- con base en Bélgica, anunció la decisión de suspender el acceso de varios bancos iraníes a su servicio. El caso de SWIFT es un buen ejemplo para comprender cómo numerosas empresas están entre la espada y la pared al momento de evaluar sanciones que impone Estados Unidos.
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Si no se avienen a las disposiciones de la Casa Blanca serán sancionadas por Washington, pero si las cumplen, se exponen a penalidades de la Unión Europea que no rompió el acuerdo de 2015. Francia es uno de los países más afectados porque Irán es un mercado muy importante para los franceses con más de 15 empresas radicadas en el lugar y más de 1.000 compañías que exportan sus productos; desde la petrolera Total hasta las automotrices Renault y Peugeot, que hace años fabrican numerosos modelos asociados con el gigante Iran Khodro que existe desde 1962 y ha resistido todos los vaivenes políticos internos.
La República Islámica de Irán no tiene muchos mecanismos de presión para torcerle el rumbo a Donald Trump. Pero el presidente puede verse obligado a modificar la política exterior por su propia Cámara Baja, ya que los demócratas han recuperado la mayoría en la Cámara y pueden apelar a mecanismos institucionales para presionarlo. Desde ya que no lo harían por los iraníes, pero puede ser una forma de vengarse de Trump por haber anulado un acuerdo que le costó sudor y lágrimas a Barack Obama. Y no sería la primera vez que se usa la venganza como arma política.
Publicado en CNN en Español