La noticia sacudió a toda la comunidad religiosa de Orán y todavía los aires de impunidad se sienten en la provincia.
A fin de año de 2017, el Obispo Gustavo Zanchetta, conocido en la provincia por mediar en diferentes conflictos sociales como el de los “bagayeros” y también en el ingenio “El Tabacal” renunciaba a su cargo. En ese momento la información que trascendió era difusa, en un comunicado formal el religioso aducía “problemas de salud”.
Su destino lo llevaría, nada más y nada menos, que a la Santa Sede. El mismo Papa Francisco lo nombró “asesor” de la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica (APSA), conocida como la "inmobiliaria" que gestiona de 5.050 propiedades del Vaticano.
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La amistad con el Sumo Pontífice llevó a que se cree el cargo de “asesor”, uno de los motivos que se esgrimió es que Bergoglio pretendía una mayor transparencia en el manejo de números.
El APSA, con un patrimonio valuado en unos US$ 3.200 millones según el último balance vaticano, está presidida actualmente por el cardenal italiano Domenico Calcagno, que en febrero alcanzará el límite de edad de 75 años y podría dar un paso al costado.
Sin embargo, un año después, se conoció que en realidad el sacerdote fue desplazado por el Papa Francisco. La remoción de su cargo al frente del Obispado habría sido decidida a partir de las denuncias que provinieron de otros integrantes del propio clero, que lo acusaron por diferentes tipos de abuso, entre ellos sexual y de poder, dentro del seminario fundado por él mismo.
Zanchetta fue denunciado por abuso sexual a 3 seminaristas y por abuso de poder contra otros 10 seminaristas, delitos que se habrían concretado entre 2014 y 2015.
La denuncia de los sacerdotes fue realizada ante la Nunciatura Apostólica de la Santa Sede en Buenos Aires, aunque no se trata de una denuncia penal.
El miedo de las víctimas y miembros de la iglesia salteña por denunciar a Zanchetta sigue latente, sobre todo por los vínculos de poder. "El poder de Zanchetta llega a altas esferas de la provincia de Salta y puede hacer lo que quiera con nosotros, está convencido de que el Papa Francisco sabe de los abusos sexuales y de poder y que se lo llevó a Roma para tenerlo controlado. Si bien está al frente de APSA, no tiene las riendas, aunque tiene un amigo muy poderoso que es el italiano Doménico Calcagno, que era el jefe de APSA" dice una fuente al diario El Tribunode Salta.
También admitió que Zanchetta abusó de su poder económico con muchos sacerdotes para acallarlos, regalándoles dinero, ropa y computadoras. "Con los seminaristas a los que abusó los silenciaba así: un par de zapatillas, una notebook, ropa importada. Pensá que los chicos acá tienen lo mínimo indispensable", remarcó.
"Caigo yo ahora pero después van a caer ustedes"
Con estas palabras aseguró un cura de la Diócesis de Orán que lo amenazó Zanchetta desde Roma el viernes por la tarde, a través de un llamado telefónico luego de que se conocieran los hechos que lo involucran. Fuentes del clero oranense señalanon al citado medio que el exobispo está "furioso y buscando quién lo mandó al frente".
Pero el sacerdote, que pidió preservar su nombre, no habría sido el único amenazado. Otro cura de la Diócesis también denunció haber recibido llamados intimidatorios. Ambos sacerdotes señalaron que los amenazó con sus ministerios "aprovechando sus influencias".
El periodista Samuel Huerga de Orán, Salta relata el impacto de la noticia en la comunidad: “La denuncias por abuso impactaron de una manera inusitada en la comunidad. Imagínate que acá, por la estructura social de la provincia, el Obispo es una autoridad a nivel social. En el caso de Zanchetta siempre fue una persona con un alto poder político. Desapareció de un día para el otro, después que nos enteramos de que ya era insostenible por la cantidad de denuncias".
“A los sacerdotes que ayudaron a las víctimas los trasladaron a lugares inhóspitos como castigo por declarar contra Zanchetta, a los curas que encubrían lo cambiaron de Iglesia en la misma ciudad” relata Huerga.
Se habla de que por el momento, son 19 las denuncias de abuso. Muchos seminaristas dejaron la institución por temor y el silencio está sellado como un pacto de impunidad.