¿Se puede ganar un partido de fútbol con el árbitro en contra y el equipo local golpeando sistemáticamente a sus adversarios para impedirles jugar?
Pues este es el panorama de las elecciones convocadas por el gobierno de facto de Bolivia, para el 3 de mayo. Están dadas todas las condiciones para que el conjunto de fuerzas que impulsó y apoyó el golpe de Estado que derrocó al presidente Evo Morales, el 10 de noviembre de 2019, juegue de local e impida un nuevo triunfo del Movimiento al Socialismo (MAS), de Evo Morales.
Los que entonces eran “visitantes” ahora también controlan o influyen con fuerza en el árbitro y los jueces de línea. Hablo del aparato del Estado, los medios de comunicación y un Poder Judicial que persigue a los partidarios del anterior gobierno. Además, los principales “jugadores” del equipo visitante están fuera del país, en el exilio, impedidos de participar de este partido.
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Aun así, Evo Morales está convencido de que el MAS va a triunfar en primera vuelta, tal cual sucedió en las elecciones del 20 de octubre, hecho que motivó el golpe. Claro que ahora no juega de local, sino de visitante y él no es de la partida. Su reemplazante es Luis Arce, acompañado por David Choquehuanca, excanciller, de origen aimara y ligado a diferentes movimientos sociales.
Arce es conocido por haber sido ministro de Economía durante gran parte del gobierno de Morales y es considerado el artífice del “milagro económico” boliviano, que redujo la inflación a menos de un dígito, y fue elogiado incluso por el Fondo Monetario Internacional.
El elemento aglutinador de quienes apoyan hoy al gobierno de la presidenta de facto, Jeanine Áñez, es su odio hacia todo lo que representa Evo Morales. Como se suele decir: no los une el amor sino el espanto, y es probable que lleguen divididos al 3 de mayo por sus propias ambiciones personales y políticas.
Por otra parte, el crecimiento económico durante los casi 14 años de gobierno del MAS y la inclusión de amplios sectores desfavorecidos es innegable, y sus beneficios difícilmente pueden ser borrados de la memoria colectiva en tan corto tiempo en un país que conoció altísimos índices de inflación en el pasado, por aplicar justamente las clásicas recetas neoliberales que hoy ofrecen los referentes de la derecha.
Es muy difícil ganar un partido con el árbitro en contra, pero nunca se puede asegurar un resultado antes de que ruede la pelota.