Termina otra semana trepidante en la que no tuvimos lluvia de inversiones pero tampoco Pobreza Cero, es decir, una de cal y otra de arena. Además, el todavía Presidente Mauricio Macri está “tranquilo y confiado en que hizo todo lo que pudo para revertir el resultado de las PASO”. Lamentablemente tampoco pudo revertir el resultado de sus políticas, pero todo no se puede. Quien sabe, tal vez faltaron pies de señora para lamer.
En estos días, pudimos leer en varios medios serios algunas columnas referidas a la necesidad de un fructífero diálogo entre el gobierno entrante y el saliente y a la recomendable continuidad de algunos funcionarios como una buena señal hacia los mercados. Ocurre que cuando gana las elecciones, nuestra derecha suele explicar que el único camino es el suyo y que debemos terminar para siempre con las calamidades dejadas por años de populismo. Cuando las pierde, en cambio, exige diálogo, consenso y coso. No falla jamás.
Es por eso que Alejandro Vanoli, presidente del Banco Central cuyo mandato fue votado por el Senado hasta el 2019 debía ser desalojado apenas ganó Macri mientras que Guido Sandleris, titular nombrado “en comisión” sin acuerdo de los senadores, debería continuar.
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Del mismo modo, Alberto Fernández es el nuevo Presidente aunque, al parecer, no tiene una gran legitimidad de origen. En efecto, para nuestros medios serios, así como la elección ganada por Macri en 2015- en segunda vuelta y por menos de 3 puntos tras 12 años de gobiernos kirchneristas- señalaba el fin del kirchnerismo y de su líder, además de representar un cheque en blanco para que pudiera hacer lo que creyera pertinente, la derrota de una reelección presidencial, una novedad en nuestro país, en primera vuelta y por 8 puntos de diferencia, es casi un empate técnico y limita la discrecionalidad del ganador para aplicar el programa votado.
Lo mismo ocurre con la ex Gobernadora Coraje: haberle ganado las elecciones del 2015 por 4 puntos a Aníbal Fernández significó el fin de una era mientras que haberlas perdido ahora por 14 puntos frente a Axel Kicillof la posiciona como una notable líder opositora. Acá el que no entiende es mapuche-iraní.
En todo caso, frente al final abrupto del gobierno de Cambiemos- una alianza política que proponía el crecimiento sostenido del país durante 20 años y logró la proeza de contraer el PBI 3 de los 4 años que gobernó- muchos argentinos sintieron una gran congoja: ¿Qué pasará con toda esa magia? ¿Ya no tendremos más talleres de entusiasmos de Ale Rozitchner? ¿Ya no gozaremos de los discursos henchidos de soberbia de Marcos Peña, el Kennedy argentino, según Eduardo Feinmann? ¿Macri seguirá teniendo algo de Nelson Mandela aún en la oposición? ¿El joven Lucas Llach ya no nos deleitará con sus proyecciones imaginarias de inflación? Para que todos esos momentos no se pierdan como lágrimas en la lluvia, desde El Destape hemos decidido lanzar el proyecto #Macrópolis, una isla en la que los funcionarios macristas más notorios puedan seguir ofreciendo a la ciudadanía su magia habitual pero sin correr el riesgo de ser gobierno.
En la isla, cuya ubicación deberá ser consensuada a través de una consulta popular, los visitantes podrán escuchar al ministro rabino explicar el arte de apagar incendios a través del rezo, participarán de workshops de Gabriela Comosedice Michetti sobre la regulación del precio de la nafta o la noción de PBI, la Mentalista Carrió dará charlas con la Desatanudos vía skype, la ex Gobernadora Coraje beboteará a pedido, la ministra Pum Pum decomisará 2 o 3 plantines de marihuana con la ayuda de 50 gendarmes, Juan José Aranguren seguirá aumentando las tarifas pero sólo en el perímetro de la isla y Federico Sturzenegger incendiará el país por tercera vez pero esta vez de forma imaginaria. Cada ex funcionario contará con una buena conexión a internet para seguir brillando en las redes sociales y con un estudio de televisión donde podrá ser entrevistado por el periodista serio que prefiera, ofreciéndonos la continuidad de los indispensables arrumacos macristas.
El proyecto, aún en ciernes, recibió el apoyo del periodista Pablo Sirvén. Un gesto generoso que agradecemos.
Todo lo que quieran pero ya no le tenemos miedo al censista.