Resumen de la semana: Del "abandono de poder" de Evo Morales a los vínculos con la guerrilla mapuche iraní

Las posiciones del bufón de Cancillería sobre la "crisis" en Bolivia despertaron el humanismo de Macri en contra de "todo tipo de violencia". Los entusiastas de la Biblia y el humorista Luis Almagro.

17 de noviembre, 2019 | 15.32

Termina otra semana trepidante en la que no tuvimos lluvia de inversiones pero tampoco pobreza cero, es decir, una de cal y otra de arena. Además, como bien lo explicó Dante Sica, el ministro de industria menguante, “todo se complicó por culpa de la crisis del 2018”. El de Cambiemos es un gobierno jardín de infantes, que padece una realidad de la que no es responsable pero que la comenta con brío. Tenemos al mejor equipo de comentaristas de los últimos 50 kalpas.

Por su lado y en referencia al golpe en Bolivia que no denunció, el todavía presidente Mauricio Macri afirmó “quiero dejar en claro que repudiamos la violencia de cualquier tipo y bajo cualquier circunstancia”. Un notable ímpetu humanitario que no alcanzó para ofrecer asilo político a Evo Morales, presidente legítimo amenazado de muerte, que tuvo que escapar a México sorteando los espacios aéreos que se le iban cerrando al ritmo de los llamados del Departamento de Estado, mientras Alberto Fernández negociaba con sus pares de la región para que el avión pudiera llegar a destino.

Jorge Faurie, nuestro bufón de Cancillería, consideró que hasta ahora “no están los elementos” para describir lo que sucede en ese país como un golpe de Estado y explicó que los militares buscan “entablar un diálogo”. Para incentivar ese diálogo, nuestra embajada habría rechazado el pedido de asilo de varios ex funcionarios de Evo alegando que “no ameritaba gravedad o una situación de riesgo”. Claro, si no es golpe, qué va a haber riesgo.

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A la par que nuestros medios serios rivalizan en eufemismos (“Gobierno interino”, “presidenta autoproclamada”, “crisis”, “una situación compleja”, “vacío de poder”), también nos informan sobre hechos realmente indignantes relacionados a Evo Morales que podrían matizar los supuestos logros de sus años de gobierno. En efecto, que haya conseguido reducir el desempleo, la pobreza y el analfabetismo a sus niveles más bajos a la par que logró un crecimiento que todos sus vecinos envidian parecen temas menores desde que nos enteramos que dormía en una cama, tenía una cinta para correr y almorzó en un restaurante lujoso de la Ciudad de México.

Sumándose al debate semántico de los medios, el constitucionalista independiente Gregorio Badeni argumentó que “en Bolivia no hubo un golpe de Estado, sino un abandono del poder”. En apoyo de esa novedosa doctrina, el Gordo Valor y la Garza Sosa afirmaron que su actividad no consistía en robar camiones de caudales sino que los mismos eran “abandonados” por sus conductores y guardias.

Jeanine Añez, autoproclamada presidenta del Séptimo Día, afirmó haber “identificado grupos subversivos armados conformados por extranjeros y de algunas regiones en conflicto” .

No descartamos que se trate de la guerrilla mapuche-iraní con asesoramiento kurdo que Jorge Lanata descubrio en las cercanías del Obelisco.

Además, la entusiasta de la Biblia decretó la legalización de la cacería de opositores, al involucrar a las FFAA en la seguridad interior y al liberarlas de la responsabilidad penal de sus acciones. Antes de salir a la caza de subversivos, los militares bolivianos deberían tomar la precaución de consultar con sus pares argentinos sobre la solidez de la impunidad legal decidida por gobiernos golpistas.

Por su lado, el humorista Luis Almagro, secretario general de la OEA que estuvo muy presente hasta el golpe, tuvo una afonía tenaz mientras se llevó a cabo y luego denunció que dicho golpe fue en realidad “el fraude que había llevado adelante Evo”, fraude que ninguno de los auditores de la OEA mencionaron, más allá de haber calificado algunas actas de escrutinio como irregulares. También aprovechó para conversar con la autoproclamada presidenta del Séptimo Día en un tono amable que eludió temas ríspidos como los muertos y los heridos de la represión. 

Al parecer, el escrutinio tuvo algunas falencias pero el golpe fue intachable.

Todo lo que quieran pero ya no le tenemos miedo al censista.

Imagen: Jeanine I, Emperatriz del Beni, Terror de los ateos, Defensora de las Santas Escrituras y Presidenta autoproclamada del Séptimo Día, posa con el atuendo que usará durante la ceremonia de empalamiento y quema de subversivos y agnósticos.