Termina otra semana trepidante en la que no tuvimos lluvia de inversiones pero tampoco Pobreza Cero, es decir, una de cal y otra de arena. Además, como dijo el ahora ex Presidente Mauricio Macri: “Estos años fueron más difíciles de lo que imaginé (…) muchos palos en la rueda.” En efecto, la realidad fue impiadosa con él, desde el desempleo, la deuda y la pobreza- que no pararon de subir- hasta el poder adquisitivo de sueldos y jubilaciones que se desplomó junto a la actividad industrial y el consumo. No tuvo suerte.
Los entusiastas que fueron a despedirlo a la Plaza pasaron de soñar con “la Pobreza Cero”, “la lluvia de inversiones” o “el millón y medio de empleos” a vanagloriarse porque el Presidente “terminó el mandato”. En el fondo tienen razón, transitar con éxito el camino hacia la felicidad requiere primero reducir las expectativas al mínimo.
Es probable que nuestro establishment vuelva mejor. Tal vez no será con un contratista del Estado balbuceante que tomó la precaución de nacer millonario ni tampoco con una Gobernadora Coraje que enfrentó con valentía a la mafia de los jubilados y los docentes, sino con alguien más presentable como Martín Lousteau, por ejemplo, una especie de Justin Trudeau criollo, que impulsará lo mismo de siempre- una feroz transferencia de recursos de abajo hacia arriba- pero con algún barniz progresista.
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Lo que será más difícil de reciclar es la superstición de la superioridad corporativa a la hora de administrar la cosa pública.
Los meritócratas del Cardenal Newman dejan el poder ante la primera reelección y en la primera vuelta, algo inédito no sólo en la Argentina sino en la región. La impaciencia del electorado frente al inminente aunque siempre esquivo segundo semestre nos devolvió al peronismo. Los ciudadanos decidieron terminar con la soberbia del fracaso del mejor equipo de los últimos 50 kalpas, un grupo de gerentes eficientes que prometió acabar con la inflación, devolvernos al mundo y generar millones de empleos de calidad y terminó como una secta de ascetas millonarios ofreciéndonos salvar nuestras almas a cambio de vaciarnos los bolsillos. Del Apple Store en cada esquina pasamos a la ética de la heladera vacía, un asombroso paradigma lanzado por Jorge Fernández Díaz, paciente ambulatorio de la Fundación Alfredo Casero para el tratamiento de las pisquis devastadas por el kirchnerismo. Pretender comer todos los días nos alejaría del ideal al que deben aspirar las mayorías: la pobreza digna.
En su discurso de asunción, en lugar de prometer presentes calamitosos como paso necesario hacia futuros venturosos, como hacen los gobiernos serios, Alberto Fernández optó por hablar de salud, del hambre, de educación, de la persecución política a través del lawfare, de empleo, de investigación y desarrollo. Como todos sabemos, mejorar el presente de las mayorías es otra tenaz obsesión populista.
Al final de la ceremonia, CFK no saludó al Presidente saliente, lo que produjo duros comentarios de parte de nuestros medios serios y una indignación comparable a la generada por el terrible “dedo acusador” con el que Alberto Fernández señaló a Macri durante el debate presidencial. Los medios también señalaron el estado de la Plaza luego del paso de centenares de miles de personas que participaron de la fiesta de asunción.
Así como la alondra anuncia la mañana, las indignaciones nimias nos confirman que volvió el kirchnerismo al poder.
Por último, la presidenta del Superior Tribunal de Justicia de Jujuy, Clara "Titina" Lange de Falcone, nombrada apenas asumió Gerardo I, visir de la Puna, maharajá del Potosí, marqués de Ledesma, mariscal del Altiplano, León de Tilcara, Protector de la Justicia, califa de Humahuaca, zar de los Siete Colores, Martillo de Herejes, Orgullo Radical y Azote de Dios, afirmó: “No vamos a permitir que Milagro Sala quede libre. La sociedad no lo va a permitir porque todos sabemos lo que hemos vivido.”
Su Señoría Titina tiene razón: la presunción de inocencia es otro abuso del garantismo. Para encarcelar a alguien alcanza con saber que es culpable, y en el caso de Milagro Sala ella lo sabe.
Imagen: Un oficial de La Cámpora recupera el PBI robado de los sótanos del Vaticano (cortesía Fundación LED para el desarrollo de la Fundación LED).