Raúl Pont es un miembro historico de la dirección Nacional del Partido de los Trabajadores (PT) de Brasil. Fue alcalde de Porto Alegre, la capital de Rio Grande do Sul, entre 1997 y 2001 y uno de los impulsores del Prespuesto Participativo, una experiencia que permitió la participación de los ciudadanos en diversos ámbitos de la ciudad. La experiencia exitosa del gobierno del PT llevó a que se eligiera Porto Alegre para realizar el primer Foro Social Mundial en enero de 2001 con numerosos movimientos sociales de todo el mundo.
¿Como caracteriza la situación política que se vive en Brasil, a escasos cinco meses de las elecciones? Todavía no se sabe bien quiénes serán los candidatos, hay un presidente (Temer) que no fue electo como tal, una presidenta destituida, y un ex presidente preso.
Brasil vive hace dos años un golpe mediático con la complicidad de la justicia y del congreso nacional que sacó del gobierno a Dilma sin ninguna prueba, sin ninguna razón verdadera. Pero el motivo del golpe, dirigido por Temer y varios partidos políticos era cambiar la política económica y la política externa brasileña, pero con un costo brutal para el país y para ellos. El gobierno de Temer hoy recibe el rechazo de más del 90 por ciento de la población. La huelga de los camioneros en mayo por el aumento del precio de las naftas mostró que una de las políticas de Temer es la de liquidar Petrobras, darle una gestión privatista. Esa es la política de Temer, privatización de las empresas públicas, tornadas atractivas para ser privatizadas, una política contra toda la legislación laboral, que teníamos hasta algunos años atrás, un ataque brutal a las jubilaciones para la mayoría de los trabajadores. Por otra parte una política internacional desastrosa, contra el MERCOSUR, sin ningún protagonismo junto a los BRICS conformado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. El país está completamente sin gobierno, sin rumbo, sin ninguna orientación. Ese es el problema que vivimos. Hay una reacción creciente, pero han podido neutralizar a la población gracias a la Red O Globo, gracias a una masacre de los medios de Brasil que son muy fuertes. Han criminalizado la política y en especial al PT. Han avanzado contra Lula y Dilma Rousseff con procesos judiciales que son una vergüenza; no hay una prueba ni acusación concreta. Es simplemente una trampa judicial que colocó a Lula en la prisión de Curitiva para impedir su candidatura.
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El Tribunal Supremo Electoral aún no ha definido el tema de la candidatura de Lula, ¿cuál es su situación?
Nosotros en el PT tenemos la decisión de mantener su candidatura; es una posición unánime dentro del partido. Lula sigue liderando todas las encuestas; la última le daba casi el 40 por ciento, la suma de todos los otros no llega a eso. Vamos a hacer el lanzamiento de Lula y registrarlo el 15 de agosto que es el plazo de la justicia electoral. Vamos a forzar la candidatura de Lula porque si la niegan estará la prueba de la persecución personal, contra lula, contra el PT.
Dilma Rousseff fue destituida después de más de doce años de gobierno del Partido de los Trabajadores: ocho de Lula, cuatro de Dilma y casi dos años más después de la reelección en octubre de 2014. ¿Cómo puede ser que el PT haya sido sacado del gobierno sin una masiva respuesta popular de aquellos que se vieron beneficiados de las políticas sociales del PT?
Hay errores que cometimos por la política de alianzas con partidos del centro y de centroderecha. Hubo errores muy grandes en el inicio del último gobierno de Dilma porque había una presión muy fuerte de todos los medios de comunicación, de las grandes Federaciones Empresariales, de los bancos para poner en la economía una persona de confianza de ellos. Es así que se buscó a Joaquim Levy, un tecnócrata que venía de la banca para ponerlo diciendo que haría un ajuste rápido de algunos meses y que luego volveríamos a crecer. Esto se hizo para enfrentar la crisis, para enfrentar el boicot que la gran burguesía brasileña hacía en la producción, porque no invertía. Dilma hizo una cosa clásica, intentó subvencionar algunas cosas, principalmente la hoja de pago de los trabajadores en la parte previsional, garantizar créditos a los empresarios y disminuir algunos impuestos para garantizar la contrapartida de la inversión privada. Pero hubo un verdadero “lockout” de la burguesía.
¿Y por qué no tomaron medidas para favorecer a los trabajadores? Al fin y al cabo Dilma Rousseff tenía el gobierno.
Al inicio del gobierno de Dilma el PT saco una posición clara para no mantener al ministro Levy que estaba al frente de la economía. Pero el gobierno tenía sus compromisos, sus relaciones. Hubo un boicot brutal del Congreso donde una mayoría paralizaba el gobierno y aprobaba pautas que eran todas contra el gobierno. Establecían gastos que el gobierno no soportaba ni tenía cómo pagar y todas las propuestas que el gobierno mandaba no se votaban o se votaban en contra. El gobierno estaba cercado…
¿Y por qué no apelar a la movilización popular, a las bases sociales que apoyaban al PT?
Pienso que lo más fuerte fue que ya estábamos con algunos años de verdadera masacre de los medios, principalmente la Red O Globo, que controla la opinión pública. Se criminalizó la política, que recaía en todos los partidos y principalmente contra el PT. La idea era identificar al PT como una organización criminal, como una organización responsable por la crisis, cuando no teníamos la culpa, al contrario. Claro que eso acabó siendo un tiro por la culata porque liquidó también sus partidos. Hoy el partido que tiene la mejor simpatía popular, la mayor adhesión en todas las encuestas es el PT. Todos los indicadores con Lula y con el primer gobierno de Dilma fueron extremamente positivos. Llegamos al mayor salario mínimo del país y al menor desempleo histórico. Nunca el país había vivido el cuatro por ciento de desempleo; había crecimiento, teníamos un protagonismo internacional. Pero la gente se dijo: el nuevo gobierno está siendo atacado por corrupción, Dilma está procesada, la mayoría del Congreso se retira del gobierno y tenemos que mantener la política de Joaquim Levy que es un neoliberal…. entonces nos vamos a quedar quietos en casa esperando que venga la historia. El cambio de la política económica fue casi mortal, porque la última esperanza que estaba se fue allí.
Ahora estamos volviendo lentamente. Las manifestaciones pos-Dilma no se dan vía un partido, están ocurriendo a través del Frente Brasil Popular que es un frente supra partidario con el Partido Comunista de Brasil y otros partidos más chicos, con movimientos sociales, principalmente con la CUT, la Central Unica de los Trabajadores, con su red de sindicatos regionales y federaciones regionales y también con el Frente del Pueblo sin Miedo que tiene una relación con los Sin Techo, con el PSOL, el Partido Socialismo y Libertad. La izquierda vuelve a estar unida, en la calle, en la lucha. Eso se está recuperando. Ahora lo más importante es la consigna “Lula Libre” esa es la consigna para que las cosas cambien.