Punta del Este ya no es lo que era para los turistas argentinos

02 de enero, 2015 | 13.55

Por Joaquín Ruggeri

Especial para El Destape

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Las patentes argentinas ya no son mayoría en la Gorlero. Punta del Este, que supo ser el destino por excelencia de los turistas argentinos en los '90, hoy se volvió una ciudad imposible para vacacionar. El tipo de cambio y los precios irracionales fueron el cóctel que le puso freno a una tradición de la clase media-alta argentina (y la media con aspiraciones), que había sobrevivido incluso después de la década neoliberal.

"Hay menos argentinos, muchos menos. Es cierto que hay un problema con el cambio y que, además, Uruguay es caro y está caro, pero Punta del Este no puede tener estos precios exorbitantes. No se puede pagar U$S20 un cubierto. Por menos de lo que cuesta venir Punta te vas a Brasil, donde las playas son mucho más lindas y los servicios muchísimo mejores", comparó Isabel, una operadora turística del centro de la ciudad, ante la consulta de El Destape.

Según su visión, la clave está en esto último: "Tal vez sea hora de que cambiemos nosotros. Vendemos Punta del Este como un lugar chic y tenemos una terminal que se cae a pedazos. La gente termina yéndose a Rocha, donde la atienden mejor y es mucho más barato. Además, seguimos vendiendo esto como el balneario más top y cool y no vemos que la gente está eligiendo lugares más rústicos. Nosotros solo tenemos para ofrecer más que arena y mar. Si no mejoramos los servicios y seguimos con estos precios, ¿por qué nos van a preferir por sobre Brasil? Ya ni los famosos vienen acá".

Precios y cambio

Los precios son tan irracionales como variables. Salvo en los supermercados, no hay referencia y, por caso, una cerveza puede pagarse desde 80 hasta 500 pesos uruguayos. La noche de Año Nuevo, un menú de fin de año en el puerto rondaba los U$S250 por persona, sin bebida. Es decir, un matrimonio argentino con dos hijos podía gastarse $12.500 solamente en la cena de esa noche.

Para el valor del peso argentino tampoco hay referencia. Todos los lugares lo siguen aceptando, pero al cambio que se les ocurre. Las casas no pagan más de 1,30 uruguayos por peso argentino, pero en Casapueblo, la famosa vivienda de Carlos Páez Vilaró, la entrada de 180 uruguayos podía pagarse con un billete de Roca.

"Yo puedo decir lo que veo: la cara de los primeros argentinos que cambiaron acá. Algunos optaban en ese momento por volver a guardar los billetes y sacar algunos dólares o euros, ante la sorpresa", contó a El Destape el encargado de la primera casa de cambio que los turistas ven si llegan en micro a la ciudad. "De turismo no puedo opinar porque no sé, pero sí sé que el cambio es un problema, todos se quejan de eso. Y de los precios, que sinceramente no tienen sentido", admitió.

Los mayores insisten, los jóvenes se van

"Si pensás en el cambio, no hacés nada. No tenés que excederte, pero si estás todo el tiempo haciendo cuentas la pasás mal", cuenta Paul, un argentino de 25 años que viaja todos los años a Punta con la familia, pero esta vez decidió pasar apenas unos días y después irse a Morro con sus amigos. "Los jóvenes se están yendo para Brasil, ya no quieren venir acá. Te cobran U$S100 la entrada a un boliche y adentro no te dan ni una cerveza, que encima adentro te cuesta otros U$S20", evalúa.

Los mayores, en cambio, intentan insistir bajando costos. En especial, del alojamiento. Bajar un par de estrellas el hotel o compartir entre más personas el departamento pueden representar un ahorro considerable. "Punta del Este se construyó con argentinos durante 60, 70, 80 años. Pero esta temporada el cambio los mató, y se nota. Dejaron de venir y, los que vienen, eligen lugares más baratos para hospedarse", explicó a El Destape Guillermo, dueño del hotel Gaudí, un modesto alojamiento que mantuvo sus precios durante los últimos tres años por la merma de turistas.
"Lo veo en el desayuno. Estábamos acostumbrados a comprar un número más o menos fijo de bizcochos y este año nos sobraron un montón. Empezamos a ver que piden más pan de salvado, por ejemplo, y eso te marca que es otra gente la que viene", concluyó.