PosPorno: Orgullo y prejuicio.

03 de julio, 2015 | 15.18

El miércoles 1° de julio la sede de Constitución de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA fue sede de una performance de postporno llevada a cabo por un colectivo de investigación de género y sexualidades. Y el mundo tembló. Y los medios dijeron que se practicaba sadomasoquismo en la facultad, que se trataba lisa y llanamente de un "show de pornografía". Y sectores de comunidad académica (aun integrando agrupaciones –progresistas– de izquierda) junto al público que se enteró de la noticia se horrorizó sin siquiera mediar la pregunta ni la curiosidad.

Que haya sucedido en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA (FSOC) no es casual, del mismo modo podría haber ocurrido en Filosofía y Letras (FFyL, "Puan" para los amigos). ¿Por qué? ¿Por qué está lleno de subversivos de izquierda o hippies con prepaga? No precisamente, sino porque se trata de espacios que fomentan el pensamiento crítico a partir de una formación emancipadora desde el abordaje de disciplinas como la Filosofía, la Historia, la Antropología, las ciencias de la educación, la Geografía, la Sociología, las ciencias de la comunicación, las letras, el trabajo social, las ciencias políticas, entre otras. Entonces se abre un abanico de opciones para comprender todo tipo de fenómenos y hechos sociales como el que nos convoca. Claro está que no por tratarse de FSOC no haya que cuidar la higiene y el tránsito por las instalaciones al ser éste un espacio público.

Hablar de performance resulta en una discusión amplia sobre qué es considerado como arte, podríamos pasar un rato muy largo discutiendo sobre la estética, el contenido, la forma, y las implicancias (incluso ideológicas) de una u otra forma de expresar una idea. Sin embargo lo que se puede decir de lo que es una performance es que se trata de eso: un acto performativo, una expresión que se activa (y activa) en tiempo real, que transforma la realidad del contexto en que está sucediendo y al hacerlo transforma la experiencia de aquello que se muestra, se vivencia en carne propia. Es la cosa sucediendo ahí mismo, por eso es de carácter activo y activista, militante de lo que se quiere transmitir en ese acto. A su vez, es irreversible pues construye lo que sucede en el presente al tiempo que sienta un precedente.

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La performance implica un poder de transformación, marca un antes y un después en ese contexto y por eso, además del contenido, es que tuvo tanta repercusión mediática, incluso por medios que se hubieran sentido más cómodos negando y dejando pasar el acontecimiento inadvertido.

Ahora, hablar de postporno es otra discusión también compleja y que se vincula íntimamente con la lente del prejuicio y la ignorancia con la que aún hoy se entiende la forma de vivir la sexualidad. O las sexualidades. Al fin y al cabo de esto de trata, de entender en y desde la diversidad y para llegar a eso, de hacer el ejercicio de relativizar las categorías que nos preceden y constituyen el imaginario colectivo.

Para empezar, postporno es una instancia superadora, si se quiere, del porno. ¿Pero qué es lo porno? Bien, no es pornografía. "Lo porno" refiere a la fragmentación y, por ende, a la cosificación de los cuerpos en situaciones sexualizantes. Sexualizante tampoco es sexual o "de sexo", implica un hecho de significación que confiere una entidad sexual y está atravesado por múltiples problemáticas, incluso de índole psicológica ya que cada uno de nosotros se vincula con su sexualidad desde una historia personal determinada y según sean las imágenes que tengamos del sexo opuesto en función de las que hemos registrado de las primeras personas del sexo opuesto que conocimos: la madre o el padre. Pero luego, el postporno se propone reaccionar frente a la propuesta fragmentadora y cosificadora del porno normalizando cierto tipo de experiencia y práctica sexual.

Entonces, ya habiendo aceptado la noción diferencial del postporno con respecto al porno, cabe tener en cuenta los aspectos que regulan y normalizan los dominios de toda empresa sexual/sexualizante y que suele darse dentro de los cánones heteronormativos. ¿Qué es lo heteronormativo? Es la norma heterosexual que nos fue enseñada acerca de cómo vivir la sexualidad (que acá es una sola) y responde al dúo hombre-mujer donde al hombre le corresponden ciertas expectativas y funciones y a la mujer otras distintas y por lo general tendientes al sometimiento masculino. La sexualidad es "correctamente experimentada" por parejas heterosexuales y de determinada manera de modo que los roles del hombre y la mujer no subviertan el mensaje que nos fue socialmente enseñado. Demás está decir que esto sucede en un contexto cultural machista y patriarcal que el colectivo feminista (de distinto grado y extracción) repudia y denuncia en conjunto con otras personas y colectivos que no necesariamente adscriben al feminismo pero que igual reivindican la abolición del patriarcado y las prácticas y discursos machistas.

Pero, enseñar no necesariamente es transmitir y las sexualidades son tan variadas como seres humanos hay en el mundo, a ello se extiende la forma en que son vividas estas sexualidades, es decir, las prácticas sexuales. El postporno, así como las teorías queer, relativiza y muestra otras alternativas (por lo general emparentadas con el activismo feminista) de transitar las prácticas sexuales, de entender los roles de los sujetos sexualizados, de vincularse con las implicancias de los espacios y las prácticas, de comprender y delimitar la relación entre lo público y lo privado, entre otras cosas.

Los textos del campo de la filosofía y humanidades (teorías queer) como los de Paul B. Preciado (o Beatriz Preciado) en "Testo Yonqui" y otras obras; Monique Wittig en "El pensamiento heterosexual"; Judith Butler en "Cuerpos que importan"; y Michel Foucault en "Historia de la sexualidad"; entre otros teóricos han echado luz sobre el tema en el marco de las teorías queer y/o de las sexualidades y cómo entender los cuerpos, los espacios y sobre la normativa social en torno al sexo y sus prácticas.

Partiendo de esto, las fotos que han circulado por las redes sociales y por los medios de comunicación ilustran de modo sesgado y facilista una problemática más compleja y rica digna de ser tenida en cuenta, sobre todo en un momento donde de pronto importa la diversidad y la igualdad de género porque apenas el 26 de junio pasado la Corte Suprema de Estados Unidos resuelve legalizar el matrimonio entre parejas del mismo sexo y en Facebook las fotos de perfil de millones de personas se tiñeron de colores. Cuestión que no fue recibida con el mismo énfasis cuando Cristina Fernández de Kirchner implementa la misma medida con la reforma del Código Civil llevando a la Argentina a las primeras posiciones en una lista de países que se suman a la equidad de derechos por la inclusión social, y el primero en Latinoamérica, el 15 de julio del 2010.