El Decreto 638/18 sobre “reforma” del Sistema de Defensa Nacional, disparó la discusión sobre el rol y estado de las Fuerzas Armadas (en adelante FFAA) hacia dentro y fuera de ellas. No caben dudas, o por lo menos no cabían hasta hace 48 horas, sobre el rol que las Fuerzas Armadas profesionales deben cumplir en un país como el nuestro. La defensa irrestricta de la soberanía e independencia de nuestra Nación y la integridad de su territorio constituyen su núcleo férreo.
La sujeción de las FFAA a las autoridades políticas del sistema democrático imperante, tampoco está en discusión. Amén de estas obvias aclaraciones, podemos escuchar con demasiada frecuencia, ya no a ciudadanos de a pie, sino a dirigentes de nuestro sistema político, preguntarse por el rol de nuestras fuerzas, sobre el sentido de mantenerlas y ampliarlas, cuando siempre hay “necesidades de mayor urgencia” que éstas. Sólo el instrumento militar puede garantizar la soberanía, independencia e integridad territorial de un estado en el mundo actual.
Los sistemas y organismos multilaterales, y el tan vapuleado derecho internacional público, son hoy herramientas impotentes para salvaguardar a nuestra nación. Esta definición tan categórica, surge de reconocer la realidad actual de un mundo en conflicto, no es una expresión de deseo, ni el norte al que espiramos, sino una simple descripción de la realidad, única verdad, diría un General de la Nación Argentina. Debemos comprender que no hay patria sin FF. AA. y viceversa.
Este contenido se hizo gracias al apoyo de la comunidad de El Destape. Sumate. Sigamos haciendo historia.
También debemos decir, con total honestidad, cómo llegamos al estado actual de vulnerabilidad e indefensión. Poco entendemos y mencionamos que hace sólo 36 años perdimos una guerra con una potencia mundial. Que perder una guerra supone el desarme de la Nación derrotada, y su embargo en materia de adquisiciones de defensa, por parte de las potencias dominantes. A esto hay que agregar que la última dictadura cívico militar, mediante un genocidio, terminó con cualquier ápice de respeto que pudiera depositar nuestra sociedad sobre sus FFAA.
Ahora bien, de diagnósticos estamos empachados ¿Qué hacer? La propuesta del ejecutivo nacional es utilizar nuestro instrumento de defensa en la seguridad interior, la lucha contra “amenazas terroristas” y la custodia de objetivos estratégicos. Lejos de caer en la tentación de discurrir sobre la legalidad o ilegalidad del Decreto 638; por un lado, porque es evidente su ilegalidad; por otro, porque contamos con mejores abogados que ahondarán en esto hasta el cansancio. Nuestro objetivo aquí es diverso, debemos entender que las FFAA no están entrenadas en seguridad interior, no poseen conocimientos al respecto, no es su función, lo harían muy mal y las pone es riesgo de extinción.
Pensemos por un segundo en la posibilidad de que nuestras desfinanciadas fuerzas armadas, con hombres y mujeres muy mal pagos, entren en contacto con el narcotráfico. La posibilidad de corromper todo el aparato militar para siempre es altísimo y no porque nuestro personal militar sea propenso a la corrupción, sino porque son hombres y mujeres de carne y hueso, puestos a hacer una tarea que no es la suya, con escasos conocimientos y recursos, delante de un gigante que todo lo devora y pervierte.
Supongamos ahora que la conflictividad social crece, producto de éste plan económico salvaje y vende patria, que lleva adelante el ejecutivo nacional, y que, se solicita el actuar de las FFAA para contener la violencia social, y producto de ello, muere un argentino en manos de un efectivo militar. Eso bastará también para la extinción de las fuerzas.
Si las fuerzas de seguridad argentinas se ven incapaces de cumplir con su misión, deberán capacitarse más, equiparse, etc., pero no por ello deberán recurrir al instrumento militar. Es como si ante los sucesivos problemas de nuestra selección nacional de fútbol, convocamos a Manu Ginóbili de delantero, es deportista de élite, buen tipo, pero juega a otra cosa, se entrenó para otra cosa y va a fracasar.
Todo esto nos lleva a preguntarnos ¿Qué busca el gobierno nacional con esto? ¿Quién lo aconsejó o presionó para tal barbaridad?
Si el objetivo es terminar de destruir a las FFAA y dejar a la argentina en total estado de indefensión, el camino es el correcto. Si inmiscuir al instrumento militar en la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo es una imposición norteamericana, como lo viene haciendo en todo latinoamérica, el resultado será doblemente negativo. Por un lado porque ha demostrado su fracaso en Méjico y Colombia, y por el otro, porque nos dejará sin FFAA. Si la “sugerencia” es británica, entendemos su objetivo, y debemos denunciarlo, ya que somos un territorio parcialmente ocupado. En ambos casos, debemos juzgar al presidente por traición a la patria. Si por el contrario es una ocurrencia del mismísimo Presidente de la Nación, deberemos “juzgarlo” por su estupidez e inoperancia.
¿Por qué tener fuerzas armadas profesionales? ¿Qué conflictos podemos tener?
Debemos primero partir de un acuerdo básico que supone el consenso de que pretendemos ser un país soberano, y no una colonia o un protectorado de una potencia extranjera. Si esto estaría saldado para toda la población y dirigencia política, afirmaremos que:
1- Somos un país cuyo territorio en parte se encuentra ocupado por una potencia extranjera.
2- Poseemos un litoral marítimo cuya riqueza y valor estratégico es cada vez mayor en el mundo.
3- Compartimos con la hermana república del Paraguay y el Brasil una de las mayores reservas de agua dulce del mundo.
4- Nuestra región patagónica, posee recursos naturales estratégicos, en una zona despoblada y desprotegida.
5- La disputa internacional por el atlántico sur y Antártida se encuentra en una fase de expansión.
Sólo el punto uno nos transparenta el por qué de la existencia de las FFAA hoy. Como mencionáramos, luego de la dictadura cívico militar y la guerra de Malvinas, nuestro aparato militar comenzó un proceso de deterioro, desarticulación y desfinanciación, que no ha sido revertido hasta hoy. Argentina tiene hoy el presupuesto más bajo en defensa de Sur América. En 2017 destinamos el 0,9% del PIB (Producto Interno Bruto) a defensa, cuando el promedio regional es de 1,6% y el mundial del 3%. De nuestro presupuesto de defensa más del 80% son sueldos. Compartimos los últimos lugares del ranking mundial en materia de inversión pública en defensa en relación al PIB con Cabo Verde 0,5% PIB, República del Congo 0,8% PIB, Liberia 0,6% PIB y Fiji 0,9% PIB. Todos gastamos menos del 1% de nuestro producto interno bruto en defensa. El modelo Costa Rica, de eliminación total del aparato militar, no es una opción en el mundo para países soberanos, y mucho menos en un país con las riquezas y la importancia geopolítica de Argentina.
Debemos pensar en un proyecto de defensa nacional a largo plazo. No hay defensa sin planificación ni inversión. La meta del 2% del PIB a 5 años debe ser parte esencial de éste. Un Plan Quinquenal para la Defensa Nacional es vital en el mundo actual, y una planificación de inversiones y objetivos a 25 años como mínimo. La inversión en ciencia y tecnología aplicada a la defensa, la permanencia y ampliación de bases y sus capacidades en la Antártida Argentina y el reemplazo de las capacidades operativas de la Fuerza Aérea y la Armada son prioritarias e impostergables. Argentina necesita de submarinos modernos para patrullar el litoral marítimo. También de aviones de combate con capacidad disuasiva real. Nuestro Ejército debe ampliar las tropas de élite/comandos, y centrar sus esfuerzos en recuperar capacidades operativas perdidas. También debemos contar con una sostenida inversión en las UMRE (Unidades Militares de Respuesta en la Emergencia) para las catástrofes climáticas, ecológicas y socio-ambientales.
Por último, este jueves distintas organizaciones del Campo Nacional y Popular y Organismos de Derechos Humanos marcharemos al Ministerio de Defensa y Sede del Ejercito Argentino bajo el lema FUERZAS ARMADAS REPRESIVAS NUNCA MÁS!! Debemos ser precisos y quirúrgicos en nuestro reclamo, por supuesto que nunca más fuerzas armadas represivas, pero debemos también decir FUERZAS ARMADAS PARA DEFENSA Y NO SEGURIDAD INTERIOR. Debemos marchar y reclamar al gobierno y no a las fuerzas. Debemos pedir por la separación de las áreas de seguridad y defensa, pero no caer en el infantilismo de creer que las FFAA no tienen razón de ser. Si la marcha a Azopardo 250 está dirigida al Ministro de Defensa y el Presidente Macri, estaremos por la senda correcta. No dudemos ni un segundo, que las políticas de estado en materia de Memoria, Verdad y Justicia, pueden y deben convivir con una política de estado que equipe y profesionalice a sus FFAA.
* El autor es militante político de la Organización Peronismo Militante, abogado y escribano. Fue Director General de Administración para la Logística del Ministerio de Defensa en la última Presidencia de la Dra. Cristina Fernández de Kirchner. También es hijo de víctimas del terrorismo de estado por parte de las Fuerzas Armadas.