Policía admitió haber ayudado a Martínez Rojas y su patota en el ataque a Tiempo Argentino

17 de diciembre, 2018 | 10.03

Jorge Guillermo Azzolina, comisario mayor de la Policía de la Ciudad, reconoció haber actuado como el nexo entre el estafador Juan Mariano Martínez Rojas y Juan Carlos Blander, el jefe de los matones que en la madrugada del 4 de julio de 2016 tomaron por asalto la redacción de Tiempo Argentino y las instalaciones de Radio América.

El entonces jefe de la comisaría 31 de Colegiales reconoció su intermediación durante su declaración indagatoria del lunes pasado en el juzgado federal en lo Criminal y Correccional N°8, a cargo de Marcelo Martínez de Giorgi, que investiga el "plan criminal" para interrumpir el funcionamiento del medio autogestionado.

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Azzolina está acusado de "haber participado del plan criminal" que encabezó Martínez Rojas, quien irrumpió por la fuerza junto a la patota reclutada por Blander en el edificio de Amenábar 23, tras violentar las puertas de entrada y echar bajo amenazas y golpes a los tres trabajadores del diario que pernoctaban en resguardo de los elementos laborales por disposición del Ministerio de Trabajo.

"Niego todos los cargos que se me imputan", se desligó antes que nada el jefe policial que presentó un descargo por escrito y se puso a disposición de las preguntas de los funcionarios judiciales.

Según reportó Tiempo Argentino, Azzolina adjuntó además una copia de un oficio de abril de 2016 por el cual el Ministerio de Seguridad, a instancias de la Fiscalía de Instrucción 42, le brindaba protección física y moral a Martínez Rojas por una denuncia de amenazas. "Debido a esto, yo tenía la obligación de designar personal para que lo custodie ante sus presentaciones en Amenábar 23", intentó justificarse.

“Es una versión absurda”

"La declaración de Azzolina está cuidadosamente armada, lo que explica la postergación que pidió su defensa para presentarse. Intenta fraguar una situación de 'cumplimiento del deber' con el argumento de que Martínez Rojas necesitaba custodia por supuestas amenazas, lo que en modo alguno explica que a medianoche dos patrulleros lo acompañaran a forzar su ingreso y el de la patota, al inmueble que legalmente estaba bajo la guarda de los trabajadores", analizó la abogada de Tiempo, María del Carmen Verdú, especializada en casos de violencia institucional. "Es tan absurda la versión que termina dando la última pincelada que faltaba para probar la participación criminal de la Policía Federal en el ataque", concluyó la titular de CORREPI.

"Yo lo único que le di a Martínez Rojas fue el contacto que me pidió", aceptó Azzolina, quien explicó que le había recomendado los servicios informales de la empresa de Blander porque el falso empresario pretendía poner bajo custodia sus supuestos emprendimientos. Esa versión se contradice con la aportada por el propio Blander en su indagatoria, quien aseguró que cuando Martínez Rojas lo llamó para hacer este "trabajo", "Azzolina me dijo que Martínez Rojas necesitaba custodia para ir al edificio con la policía y cuidar el edificio, pero la policía no podía cuidarlo", precisó el jefe de la patota en Comodoro Py.

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En el mes de julio del año 2016, un grupo de violentos irrumpió en la redacción del diario y sacó por la fuerza a los trabajadores. Al final, se fueron caminando y custodiados por la Policía Federal.

Aproximadamente 14 personas expulsaron los vigiladores y se apoderaron de las instalaciones ubicadas en Amenábar 23.

Los atacantes ingresaron con la ayuda de un cerrajero. Forzaron la puerta e ingresaron a las instalaciones por la puerta de Radio América que está comunicada internamente con las oficinas de Tiempo Argentino. La Policía demoró al cómplice que permitió forzar la puerta, pero lo dejó ir por falta de mérito.

Una vez en la redacción, los matones se movieron cual grupo de tareas. Encapuchados y bajo la conducción de Mariano Martínez Rojas echaron a los empleados, golpearon a uno de ellos en el piso. Lo mismo hicieron con un joven discapacitado y, luego, tomaron el sitio. La Policía se acercó al lugar cuando los violentos ya habían consumado su tarea.

Luego de seis horas de toma, los encapuchados que ingresaron al edificio, golpearon a empleados, rompieron la redacción y amenazaron a periodistas se fueron a pie y escoltados por la Policía Federal por la calle Amenábar y ante la vista de todos.