El nombramiento de Miguel Ángel Pichetto como candidato a vicepresidente abrió un abanico de interpretaciones de todo tipo, pero la fase económica fue una clave muy importante. Una eventual renegociación con el FMI implicaría la necesidad de generar diversos acuerdos en el Parlamento y el senador nacional podría ser la llave en este aspecto.
Igualmente, más allá de la euforia en Casa Rosada, hay que recordar la postura original de Pichetto en torno al acuerdo del presidente, Mauricio Macri, con el Fondo. En un primer momento, el jefe del bloque Justicialista de senadores había considerado que el pacto tenía "reminiscencias al blindaje de 2001" . Además, había hecho estas declaraciones al diario Clarín sobre las causas que llevaron a recurrir al organismo: "Hay malas señales, hubo mucha mala praxis. Desregularon las importaciones, se les permitió a los exportadores liquidar divisas cuando se les da la gana, una locura". Sin embargo, Pichetto cambió de parecer en muy poco tiempo, fiel a su estilo.
En abril, el presidente de la Corte Suprema, Carlos Rosenkrantz, viajó a Estados Unidos con Pichetto para tratar de captar inversores. También participaron el jefe de asesores de Mauricio Macri, José Torello, el CEO regional del banco HSBC, Gerardo Mato, y el CEO de Vista Oil, Gastón Remy. El encuentro surgió como una actividad conjunta entre la Asociación de Abogados de Nueva York y el Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires.
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En aquella incursión, Pichetto fue directo con los inversores. Habló de la necesidad de Argentina en pagar sus compromisos, remarcó la importancia de Vaca Muerta como ancla de desarrollo en generación de energía y recursos, y trató de disipar las incertidumbres sobre la viabilidad argentina frente a los vencimientos del acuerdo Stand-by firmado con el FMI.
El lobby empresarial y la impresión que dejó el senador llevo a Macri a elegirlo como compañero de fórmula. Ahora, ¿cuál sería el rol de Pichetto en un hipotético segundo mandato de Cambiemos?
Fuentes consultadas por El Destape sostuvieron que el FMI ya sabe que la deuda tal como está planteada es impagable, ya que el país debería erogar U$S 30.000 millones sólo en 2020. Por eso, la disyuntiva es: extender los plazos de pago de cuatro a diez años y una reducción del interés al 3% o una extensión con quita de deuda. Cualquier camino que se tome traería costos, ya que las directivas de ajuste sobre la macroeconomía y equilibrio fiscal recrudecerían a un punto inflexible e impostergable. En este punto entraría a jugar fuerte Pichetto.
Como presidente de la Camára de Senadores, el dirigente peronista es concebido como la clave para destrabar la salida de las leyes de reforma laboral y previsional, para empezar. Cuatro años más de macrismo llevarían a implementar más cambios estructurales diseñadas por el Fondo y los acuerdos legislativos serían más que necesarios.
Del otro lado, parte del equipo económico que conformaría Frente de Todos ya adelantó que Argentina no aceptará imposiciones de este tipo, sino que la extensión de plazos serviría al país para reencausar un proceso de desarrollo para reconstruir el daño social y generar, a la vez, los recursos necesarios para afrontar los compromisos con el organismo internacional.
En definitiva, el país hará frente a la astronómica deuda. Las elecciones definirán si se hará con Pichetto negociando más ajuste en el Congreso o desde una posición que contemple la crisis socioeconómica que atraviesa el país.