Tras 29 días de conflicto, este martes 7 de enero el Ministerio de trabajo bonaerense, cuya cartera es dirigida por Marcelo Villegas, anunció que para resguardar la integridad general de los vecinos de Mar del Plata y la de los 230.000 turistas que eligieron la ciudad para descansar y pasar sus vacaciones en paz se dictó la conciliación obligatoria en el conflicto entre el municipio y el Sindicato de Trabajadores Municipales (STM).
La municipalidad había ofrecido solo 7 por ciento de aumento a los trabajadores, en medio de una inflación que cerrará entre el 47 y el 48 por ciento. "Tenemos que aceptar que todos estamos un poco más pobres", se justificó días atrás el intendente Carlos Arroyo, que gana más de 200 mil pesos de salario.
La falta de un acuerdo entre las partes, durante los últimos días, ha erosionando la paz social de la ciudad y ha puesto en jaque los servicios básicos e indispensables de salud, seguridad vial, control urbano, higiene en la vía pública y mantenimiento de los espacios verdes.
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Además, ha perjudicado la actividad comercial tanto en el sector gastronómico como en los pequeños y grandes comercios que han visto proliferar la venta callejera y la competencia desleal en la vía pública.
La imposibilidad del municipio y el gremio de resolver sus diferencias generó graves inconvenientes en el sistema de sanitario local. Fue así que más de 15.000 marplatenses no pudieron vacunarse en los centros de salud que dependen de la comuna, más de 400 mujeres no pudieron hacer sus mamografías y se perdieron unos 100.000 turnos que habían sido otorgados en las salas de salud municipal.
La ausencia de controles viales generó caos en el tránsito y el incumplimiento de normas básicas en el estacionamiento en la vía pública, contribuyendo así al descontrol generalizado en materia vial.
La falta de operativos de alcoholemia, en la magnitud y frecuencia habitual que se llevan adelante cada verano, puso en riesgo a los conductores que circulan por las calles de la ciudad.
El conflicto se tradujo en diferentes ámbitos y quedó evidenciado también en el cementerio local. Muchas familias se quejaron ya que por el cese de actividades ni se pudo garantizar que varias familias que habían perdido un ser querido pudieran realizar su despedida y la exhumación de los cuerpos con respeto y en paz, tal como se merece esa ceremonia.