Paro 8M: Del primer paro a Macri al tercer paro internacional feminista

08 de marzo, 2019 | 03.00

Cuando se cuente la historia política de los años de gobierno de CEO's en Argentina, las crónicas tendrán que mencionar que el primer paro a Mauricio Macri se lo hicimos las mujeres, lesbianas, travestis y trans. Fue el 19 de octubre de 2016 con una Plaza de Mayo colmada de paraguas por las condiciones climáticas y debajo de ellos una marea infinita de cuerpos movilizados por la rabia del femicidio de Lucía Pérez en Mar del Plata; la reacción furiosa por la represión en el Encuentro Nacional de Mujeres de Rosario y un cúmulo de datos sobre la feminización de la pobreza: en ese momento la tasa de desempleo femenino ya trepaba los dos dígitos (10,5), una cifra que se incrementó en 2018 a 10,8 y que significa para las mujeres jóvenes una desocupación del 21,5%.

Aquel paro con un cese de actividades de una hora y una multitudinaria movilización fue el punto de partida para las huelgas internacionales que cruzarán el planeta por tercera vez este 8 de marzo de 2019. También marcó la línea de tiempo sobre cómo los feminismos comenzaron a plantarse frente a cada avance neoliberal: en enero de 2017 marcharon contra la asunción de Donald Trump en Estados Unidos, en marzo de 2018 las zapatistas mexicanas llamaron a un encuentro internacional, en Brasil convocaron al masivo #EleNao contra Jair Bolsonaro.

Después de aquella medida de fuerza, la CGT convocó recién seis meses después a una huelga general en abril de 2017. Del grito colectivo por los femicidios de Ni Una Menos, en 2015, hasta este tercer paro internacional, los feminismos populares en Argentina lograron plantarse en el mapa político local como una fuerza opositora a Cambiemos. Con la misma firmeza que se impugna al patriarcado, se rechazan las políticas de ajuste y hambreo de este gobierno. Los feminismos que salen a las calles hoy son anticapitalistas y antiracistas.

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“En un contexto de ajuste, de tarifazos, de incremento de la pobreza y achicamiento del Estado como el que propone el gobierno de la Alianza Cambiemos, nosotras nos llevamos la peor parte: la pobreza tiene rostro femenino y nos coarta la libertad de decir no cuando estamos dentro del círculo de violencia”, dice el documento que se leyó en el acto central bajo una lluvia épica en octubre de 2016. Cada palabra tiene la misma vigencia que en ese entonces.

El debate por la despenalización y legalización del aborto también derramó en organización feminista a lo largo y a lo ancho del país. Se organizaron las actrices, las periodistas, las trabajadoras de la salud, las guionistas y un infinito etcétera. La Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito contagió su carácter federal, transversal, diverso y orgánico a los tres lemas escritos en el pañuelo.

La discusión parlamentaria evidenciado que el gobierno no traccionó para que el aborto fuera ley y las palabras de Macri en las sesiones legislativas habían sido solo anuncios irresponsables.

2018 cerró con la denuncia pública de la actriz Thelma Fardín contra Juan Darthés y el #MiraCómoNosPonemos que sacó del closet muchos de los abusos sexuales silenciados hasta entonces. No se trató de la importación del #MeToo sino de un movimiento con la historia: la de las Abuelas y las Madres, la de las mujeres que salieron en el 2001, las piqueteras, la generación Ni Una Menos, las pibas de la marea verde y una larga lista de resistencias feministas.

2019 comienza con la primera huelga general a este gobierno convocada desde los feminismos y tramada en potentes asambleas durante todos los viernes de febrero.

Ahora, el desafío de la fuerza feminista que arrasa está puesta en las elecciones. La conformación de las listas electorales-en un año en el que rige la paridad-será fundamental para empezar a renovar las -cada vez menos-representaciones políticas que están sentadas en el Congreso. Los futuros de libertad que persiguen los feminismos se coartan con los recortes, tarifazos, tasas de desempleos exorbitantes y precarización de las vidas de todos y todas. El 2019 debe ser el año del poder feminista.

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