A raíz de la decisión intempestiva del Gobierno de Mauricio Macri de crear el Servicio Cívico Voluntario de Valores en la órbita de Gendarmería - un nombre lavado para lo que hace 25 años se llamaba Colimba - es bueno recordar el caso Omar Carrasco, el joven que fue asesinado y torturado por oficiales mientras realizaba el Servicio Militar Obligatorio en 1994.
Por casi cien años, en Argentina funcionó la llamada “Colimba” que obligaba a jóvenes entre 18 y 21 años a “formarse” en las filas del Ejército Argentino. Desde 1977 hasta 1994, el Frente Opositor al Servicio Militar Obligatorio (Fosmo) contabilizaba 34 casos de soldados muertos o desaparecidos mientras cumplían el servicio militar, que eran los casos que habían trascendido a la prensa pero decían que era mucho mayor el número.
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En 1994, Carrasco se incorporó al regimiento el 3 de marzo y tres días después desapareció. Sus padres fueron notificados de que “su hijo era un desertor”, pero en realidad el joven fue asesinado a golpes por dos oficiales y su cuerpo fue encontrado un mes después en las instalaciones del regimiento.
El joven apareció asesinado el 6 de abril a 700 metros del edificio del cuartel, con el torso desnudo y un pantalón varios talles más grande. Su ojo izquierdo, reventado. Junto al cadáver había unos borceguíes, una camisa y un reloj que los padres reconocieron: estaba roto y no indicaba ni hora ni día. Era el segundo rastrillaje que se hacía: en el primero, que pasó por ese mismo sitio, no se había encontrado nada.
Según los peritajes, alguien colocó el cadáver en ese lugar en los últimos días porque Omar había muerto un mes antes. Los peritos, también, advirtieron que el cuerpo del joven fue escondido en un lugar seco y oscuro; eso explicaba el proceso de momificación y que no fue atacado por perros cimarrones Además, se concluyó que había sido vestido con premura cuando se decidió descartarlo, y por eso el pantalón le quedaba grande. Omar había estado desnudo y lo habían matado a golpes: costillas quebradas, un pulmón perforado y un ojo destrozado.
En agosto de 1994, cinco meses después de que fuera encontrado el cuerpo de Carrasco, el entonces el presidente Carlos Menem firmó el decreto 1537 que daba de baja el Sevicio Militar Obligatorio.
Por el asesinato, el subteniente Ignacio Canevaro y sus dos soldados, Víctor Salazar y Cristian Suárez, fueron condenados por la Justicia el 31 de enero de 1996, Canevaro a 15 años de prisión, Suárez y Víctor Salazar, a 10. También el sargento Carlos Sánchez, tres años por encubrimiento.