Por Luis Tonelli
Especial para El Destape
"Shit happens" dicen los yanquis; y la ciencia ha encontrado para ese dicho un sinónimo un tanto más culto: el de un Cisne Negro, símbolo de la ocurrencia de un evento impredecible con un impacto tan enorme que lo cambia todo.
Este contenido se hizo gracias al apoyo de la comunidad de El Destape. Sumate. Sigamos haciendo historia.
Hasta la muerte del fiscal Nisman, la gran pregunta que se hacía la política era si CFK iba a jugar para que el Frente para la Victoria alcanzara la victoria, o bien, lo convirtiera sorprendentemente en su antípoda: en un Frente para la Derrota, bloqueando el acceso de otro peronista (léase Daniel Scioli) al poder y así volver Ella a la Casa Rosada -luego de un período en los boxes de El Calafate-.
De a poco, esta hipótesis se mostraba como una alucinación propia de fanáticos: ¿quien aseguraba a que lejos del poder, el kirchnerismo no se convirtiera en un objeto de museo?. La hipótesis de "Mejor, Scioli" comenzó a ser evaluada por todo el kirchnerismo, incluso por La Cámpora, preocupada tanto por el destino del Proyecto como por el pago a futuro de las cuotas de los créditos hipotecarios de sus noveles integrantes.
Simultáneamente, la economía, pese a no brillar en su dinamismo, tampoco había caído en el abismo apocalíptico anunciado por los críticos para fin de año. Como siempre, el kirchnerismo se fortalecía en el fracaso de los anuncios agoreros de sus oponentes. De este modo, al núcleo duro de simpatizantes K se le sumaban quienes, pese a no estar de acuerdo con el estilo conflictivo y avasallador presidencial, apostaban a una continuidad de los que consideraban logros -aunque demandaran un cambio de estilo-.
Así, los pronósticos de una victoria oficialista en primera vuelta empezaron a circular incluso en la misma oposición. Y eso se notaba en la perdida de fuerza de las movidas por su unificación: ¿Para qué pagar los costos de armar una coalición amplia si igual se iba a perder con el oficialismo?. Cuestión en la base de la dispersión opositora en todos estos años y en las cómodas victorias presidenciales kirchnerista en el 2007 y en el 2011.
La misteriosa muerte de Nisman, horas antes de la presentación de su denuncia contra las más altas autoridades del gobierno argentino y, por lo tanto, las sospechas de gran parte de la ciudadanía de que fue un asesinato del que no sería ajeno al gobierno (más allá de lo que pasó realmente en esas fatídicas horas en Le Parc) alteraron este panorama que se pensaba consolidado. De este modo, la preocupación fundamental de la opinión pública argentina reflejada en las encuestas –más allá de la sempiterna demanda de una mayor seguridad- dejó de ser la inflación para pasar a ser la corrupción. Dejó de ser "es la economía, estúpido", y pasó a ser "es la ética, estúpido".
Las sospechas por el caso Nisman y el "comentarismo" de CFK diezmó al grupo de los que estaban a medio camino entre el kirchnerismo duro y el antikirchnerismo duro. Obviamente, esto ni ha determinado de una de que Daniel Scioli dejara de ser uno de los candidatos mejor situados para aspirar a la Presidencia ni ha inclinado definitivamente el fiel electoral hacia la oposición.
Pero que lo que sí evidentemente ha generado es que en las fuerzas antikirchneristas resurgiera de nuevo la esperanza de un oficialismo que al no ganar en primera vuelta puede ser doblegado por el voto de la oposición unificado en el ballotage.
Quien más rápido y contundente movió fue precisamente el que había aparecido más renuente a formalizar una alianza que fuera más allá de su persona: el Ingenieri construstore de la benemérita y la cada vez más linda C.A.B.A Mauricio Macri avanzó en un acuerdo con la Fiscal Suprema de la República, la Doctora Lilita Carrió para que ambos participen en unas P.A.S.O. unificadas. Para muchos observadores, Lilita es la avanzada de una movida mucho más amplia que involucra al radicalismo (que en muchas provincias, ya ha cerrado acuerdos con el PRO). Con la incorporación de Carrió, Macri consolidaba su perfil netamente opositor, surfeando la nueva oleada polarizante que surca la política nacional.
Massa no tuvo el mismo éxito político con su estrategia de personificarse "ya" como el Presidente que tomaba el toro de la muerte de Nisman por las astas. Los Medios no reaccionaron como él esperaba ante su sobreactuación de presentarse con gesto adusto, enfundado en un traje obscuro, corbata negra , engominado a la Luis Miguel en pleno verano y con sus colaboradores en segundo plano, conteniendo la risa a duras penas.
Claro que Massa es un Dron de ataque letal y juega la carta de lograr la división de una UCR que le cuesta tragar el sapo de una coalición con "la derecha" –movida apoyada por Gerardo Morales-. Tampoco parece viable (al menos hasta el momento) una gran P.A.S.O. en la que participe UNEN, el FR y el PRO, negándose Macri a desnaturalizar el carácter "gorila" de su fuerza política. Lo que puede llevar a la UCR de la posibilidad de ser "la gran electora" a dispersarse inolora, incolora e insípidamente.
Siempre predecible, Scioli apostará a la estrategia que más satisfacciones le ha dado en política, a saber: "ser cada vez más Scioli". Por un lado, la distancia hasta las elecciones lo alienta a confiar en la cronoterapia, o sea, en que el paso del tiempo haga que el caso Nisman pierda fuerza mediática y que la oposición caiga en nuevas contradicciones. Asimismo, apuesta a una recuperación relativa de la económica, que "la mástica prime nuevamente sobre la mística" y que los gobernadores e intendentes peronistas sigan siendo tan fieles como han sido hasta el momento con quien les paga las cuentas. Por último, confía en "distinguirse" estilísticamente del kirchnerismo y que este se vuelva más dependiente de su éxito -dejando pruritos de lado nomás sea para evitar convertirse en un visitante asiduo a esas desangeladas oficinas sitas en Comodoro Py.
Pero (por el momento) asistimos nuevamente a la posibilidad de que ocurra por primera vez en la historia desde su creación la ocurrencia de ese ballotage diseñado para que nunca se diera un ballotage -característica reforzada por el añadido de esa verdadera primera vuelta que son las P.A.S.O.- Falta mucho tiempo y, quizás –como siempre en la Argentina- la visita de unos cuantos Cisnes Negros más.
La moneda está en el aire nuevamente.