Quiero llamar la atención de todos y todas sobre la prórroga de “la moratoria” o “la Jubilación de las amas de casa”, como despectivamente se llama a las trabajadoras y trabajadores que se jubilaron mediante el Plan de Inclusión Jubilatoria que hizo que nuestro ostentara la mayor cobertura previsional de América Latina.
En primer lugar, esta forma de llamar a las mujeres mas pobres, quienes se vieron y se ven obligadas a trabajar en el mercado informal, es un claro signo de discriminación. De la peor de las discriminaciones, discriminadas por ser pobres y además, discriminadas por ser mujeres, ya que nadie elige trabajar en el mercado informal o estar desocupadas, esa es una situación a la que se ven obligadas millones de mujeres producto de la desigualdad del mercado de trabajo a que se ven sometidas por el simple hecho de ser mujeres.
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Cuando salió la Ley 25994 que creó el plan de inclusión jubilatoria, el diario Clarínpublicó en primera página “se aprobó la jubilación del ama de casa”. Este rótulo desvirtuó culturalmente por completo el programa y fue el motivo por el que se le hizo creer a la gente que era una dádiva en lugar de un derecho. Pero lo peor es que esta manera de llamar al plan de inclusión fue adoptado por todos, tanto los neoliberales y quienes se identifican como progresistas, provocando una penetración tan importante que, luego de 15 años, se le sigue llamando de esta manera.
Les ruego que reflexionen sobre que significa en el imaginario colectivo el “ama de casa”, alguien que no trabaja. Pero es verdad que “el ama de casa no es trabajadora”? No, por supuesto que no es verdad, pero sirve para decir algo mucho más profundo, son jubilaciones para quienes no trabajaron ni aportaron, son las planeras, las que viven del Estado. Pero ocurre que mediante el plan de inclusión jubilatoria, se incorporaron desocupados y desocupadas, quienes tenían aportes y que sus empleadores no habían depositado, aquellos que sufrieron la flexibilización laboral de los ’90 y fueron expulsados del mercado laboral formal sin poder volver a reintegrarse en el mismo, aquellos quienes toda su vida trabajaron en la economía informal, las mucamas cuyos empleadores nunca les realizaron aportes, los que vivieron toda su vida de changas y claro también las amas de casa, pero en todos los caso bajo el concepto de trabajadores y trabajadoras.
Otro mito que la derecha canalla instaló en el imaginario colectivo, es que esa gente no realizó aportes: vengo a resaltar que esto es FALSO. Cada una de las mujeres y de los hombres incorporados al plan de inclusión realizó la totalidad de los aportes: primero porque el sistema previsional argentino se financia con un 50% de los recursos provenientes de impuestos, en consecuencia, cada vez que una persona compra cualquier producto de consumo, parte del IVA que paga se destina al sistema previsional, y segundo que cada año de aportes que le faltaba para completar los treinta años de servicios con aportes, lo realizó con un plan de facilidades de pago, que abonó puntualmente porque se detraía el valor de la cuota de su prestación. Pero lo más curioso es que ese plan de facilidades esta contemplado en la ley del monotributo, es decir que es el mismo que usaron miles de comerciantes, profesionales y productores para regularizar sus deudas y a quienes nadie les cuestiona el haber usado esta ley para regularizar sus deudas, pero cuando esa misma ley es usada para que una mujer pobre reciba una jubilación es un claro dispendio populista que habilita la discriminación inmersa en la frase “jubilación para amas de casa”…!
Cuando se dictó la ley de Reparación Histórica se prorrogó el plan de inclusión jubilatoria por tres años, con opción del Poder Ejecutivo de prorrogarla por otros tres años. Esos tres años de vencen el 23 de julio de 2019, que en principio el gobierno anunció que no haría uso de la facultad de prorrogarla. Ahora parece que producto del “clamor popular” esta dispuesto a prorrogarla. En este punto, quiero llamar la atención que estamos próximos a caer una vez más en la trampa del neoliberalismo, digo esto porque apenas se votó la ley de Reparación Histórica el gobierno hizo trampa y volverá a hacerla.
El plan de inclusión en 2016 tenía una fecha de “corte” a diciembre de 2003, esto significa que una persona podía incorporar años de servicios con aportes hasta esa fecha. Veamos que significa esto:
- Quien tenia en 2016 la edad requerida para jubilarse, es decir 60 años, nació en 1956.
- Esa misma persona puede empezar a incorporar años de servicios con aportes a partir de los 18 años, en este caso, a partir de 1974.
- Si con la moratoria puede incorporar periodos hasta el año 2003, quiere decir que (2003-1974= 29 años)
- Pero necesita 30 años, en consecuencia si no tenia al menos 1 año de servicios con aportes posteriores al 2003 no podía hacer uso del plan.
- Pero ocurre que han transcurrido 3 años en consecuencia hoy ya necesita haber trabajado en la economía formal 4 años y si se prorroga en 2022 necesitará 7 años
Por lo tanto, hoy ya casi nadie puede usar esa moratoria, y a medida que transcurra el tiempo menos personas podrán hacer uso del plan, así que prorrogarla o no prorrogarla no cambia nada si no se corre la fecha de corte al menos 7 años. Si el gobierno quisiera tomar una medida a favor de la gente, no solo tiene que prorrogar la moratoria por tres años, sino modificar la fecha de corte en siete años, reparando de este modo su maliciosa omisión en la Ley de Reparación Histórica.
Sin embargo, y teniendo en cuenta las decisiones que este gobierno ha tomado con el colectivo de jubilados y pensionados, creo que estamos próximos a presenciar una nueva burla que condena a millones de mujeres a tener que esperar 5 años para obtener la PUAM, con la que obtendrán el equivalente a algo más de $8.300 y que cuando ella fallezca no generará derecho a pensión ni siquiera en un hijo discapacitado. Esto si que es una clara condena patriarcal.