Por Fernando Cibeira
Redacción El Destape
Al Frente Renovador de Sergio Massa le viene costando mucho más de lo imaginado armar una estructura nacional. Ya se sabe que lo del aluvión de oficialistas desencantados haciendo fila hacia Tigre nunca sucedió. Tampoco fueron muchos los opositores que se vieron tentados de pegar el salto. En definitiva, a meses de las elecciones, Massa no tiene candidatos en la ciudad de Buenos Aires ni en las provincias de Santa Fe, Córdoba y Mendoza, por nombrar solo los distritos más grandes y que se supone proclives a votar contra el gobierno nacional. En contrapartida, acaba de sumar al sexto precandidato a gobernador en la provincia de Buenos Aires. La abundancia bonaerense, lejos de mostrar fortaleza, confirmaría el carácter preponderantemente local que mantiene su fuerza. Además, el arribo de Francisco de Narváez y la posibilidad siempre latente del pase de Martín Insaurralde terminó por enojar a los que ya llevan mucho invertido en el Frente Renovador. Gustavo Posse lo hizo público pero no fue el único.
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En el entorno de Massa prefieren ver la mitad del vaso lleno. Que el líder del Frente Renovador logró atravesar un año árido como diputado raso manteniendo casi intacto su caudal electoral y que ahora ingresa al período electoral encaramado en los primeros puestos de intención de voto, con todo para ganar. Aun aceptando esta visión optimista del asunto, ¿qué pasó con todos aquellos llamados que Massa decía recibir de legisladores e intendentes interesados en sumarse? Por algo esa intención de voto no genera un entusiasmo proporcional entre la dirigencia. Se nota que la cosa no termina de arrancar.
Es cierto que Massa eligió un camino difícil. No quiso entrar en una interna del PJ, imaginando que el kirchnerismo se encargaría de sembrarle el camino de espinas. Tampoco se inclinó por la opción del peronismo disidente, pese a las conversaciones que existían con José Manuel de la Sota y Adolfo Rodríguez Saá para dirimir al candidato en las PASO. Con semejante compañía iba a resultar muy difícil mostrarse como una opción renovadora, por más joven que sea Massa. Por eso optó por un camino empinado: armar un partido nuevo con intendentes vecinales, radicales desencantados y peronistas no alineados. El tema es que, por un lado, las buenas expectativas de Daniel Scioli mantuvieron a los peronistas con los pies adentro del plato. Por el otro, Massa se encontró con un ascendente Mauricio Macri pescando en las mismas aguas y generando más entusiasmo en muchos radicales que recuerdan el muy reciente paso del ex intendente de Tigre por el kirchnerismo. Todo esto da que, por ejemplo, con el economista Tomás Bulat ya son cuatro los posibles candidatos a jefe de gobierno porteño que le dijo que no. Ahora deslizan que va por la siempre disponible Graciela Ocaña.
De Narváez es conocido y puede arrimar algunos puntitos más en provincia. Pero le costó la salida de Posse, quien había gastado unos cuantos dinerillos en sus gigantografías junto a Massa. Radical de origen, el intendente de San Isidro pasó en poco tiempo del kirchnerismo al macrismo, del macrismo al massismo, y ahora pide pista para volver a pintarse de amarillo. Para eso se la cobró a Massa diciéndole que "está verde" y que sería un buen vice de Macri. En el Frente Renovador comentaban que otros aspirantes como Darío Giustozzi y Felipe Solá también recibieron mal la incorporación, aunque en público hicieron buena letra. Pero todo podría desmadrarse si finalmente pega el salto el insufrible Insaurralde (¿Insufrirralde?), quien de tanto amagar en la punta del trampolín se le está vaciando la pileta.
Cerca de Massa justifican está acumulación de candidatos bonaerenses en la idea de armar unas PASO ultracompetitivas en la provincia, justo un distrito en el que Macri puede mostrar poco y nada. Dado el peso decisivo del padrón bonarense (37% del padrón nacional), podría alcanzarle para sacar más votos que el PRO en las primarias y quedar posicionado como segunda fuerza para la elección nacional. Lo complicado de las martingalas es que a veces salen y a veces no.