“Algunos vienen y nos bardean porque vinimos a trabajar pero muchos de los que nos compraron decían que preferían un sánguche que no sea peronista. Estaban medio sacados, algunos locos”, relata Juan, el vendedor de choripanes que tuvo que padecer el maltrato de los manifestantes de la "Marcha del millón", el masivo acto con el que Juntos por el Cambio intentó revertir el clima de derrota que reina en el Gobierno Nacional luego de que Mauricio Macri quedara a mas de 15 puntos del Frente de Todos, Alberto Fernández, en las PASO del 11 de agosto.
Desde las tres de la tarde, las inmediaciones del Obelisco comenzaron a llenarse de personas que desde distintos puntos del país llegaron a la Capital Federal para expresar su apoyo a la reelección del Presidente, ocho días antes de los comicios generales.
Con diversas consignas y portando banderas argentinas, pañuelos amarillos y blancos con la ya clásica frase del macrismo “Sí, se puede”, los votantes oficialistas se concentraron en el punto emblemático de Buenos Aires, donde el Gobierno instaló un escenario mirando al norte de la ciudad. A pocos días de los comicios, muchos se mostraban confiados en la posibilidad de llegar al balotaje: “Nosotras vinimos aquí por voluntad propia, nadie nos pagó ni nada. Con nuestra propia SUBE”, dice orgullosa Susana Albornóz, una jubilada de 70 años del barrio de Belgrano, que junto a su amiga muestra la tarjeta que se utiliza para viajar en el transporte público.
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Si bien predominó la idea de que los manifestantes eran de ciudadanos "autoconvocados", a lo largo de la avenida 9 de julio se podían observar decenas micros con la imagen de la gobernadora María Eugenia Vidal.
El desprecio por las costumbres y marchas populares fue expresada en todo momento por los votantes macristas a tal punto que muchos de ellos cuando pasaban por los vendedores de choripán les cantaban “al chori lo pagamos”. Mientras caía la tarde y las banderas argentinas flameaban los votantes coreaban “El gato no se va”, en alusión al apodo presidencial y su improbable continuidad en el sillón de Rivadavia.
“Estoy acá por la paz y porque no quiero narcoterroristas que nos gobiernen. Quiero ver a todos los chorros presos”, decía una manifestante, al tiempo que hacia bailar una muñeca de la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner con la fecha 18-1-2015. “Es por la fecha de Nisman”, aclaró la mujer.
Mientras los políticos pasaban por un camino exclusivo, muchos manifestaban su apoyo con aplausos. Uno de los presentes fue el actor Martín Sefeeld, conocido por su papel en Los Simuladores que se hizo presente en el lugar pero prefirió no hacer declaraciones.
El himno nacional sonaba y ya era inminente la llegada de Macri. Los presentes se movían al ritmo de Gilda y añoraban las épocas de 2015 cuando el Presidente festejaba su triunfo bailando en el balcón de la Casa Rosada. Algunos incluso imitaban sus pasos exactos. Otros preparaban el celular e intentaban convencerse unos a otros de que el balotaje puede llegar a ser una realidad y que el macrismo continuará en el poder, a pesar de que los números en agosto dijeron todo lo contrario.