El gobierno del presidente Mauricio Macri se planteó la extensión de la escolarización del Nivel Inicial como un objetivo prioritario.
Si tuviéramos que evaluar la gestión educativa por los objetivos enunciados, por las prioridades marcadas por su primer ministro, Esteban Bullrich, deberíamos decir que el gobierno no logró cumplir su meta principal.
La idea de que el proceso iba a desembocar en la construcción de 10.000 aulas de Nivel Inicial, se evaporó con muy pocos resultados. El reciente informe del Observatorio Argentinos por la Educación muestra que la meta no se cumplió (solo se construyeron 1.479 salas), incluso que la incorporación de alumnos bajó en los últimos tres años.
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En principio, la creación de más aulas de nivel inicial no debía ser un proyecto de infraestructura, no es un tema de albañiles, ingenieros, maestros mayores de obra. Es un tema pedagógico, los edificios deben ser comprendidos “a la luz” del currículum, de las prácticas docentes, de los hábitos de los niños. Sin duda, el proyecto de ley dejó de ser un proyecto pedagógico.
Al mismo tiempo, el proyecto no analizaba cantidades con cuidado, es decir, analizando la demanda insatisfecha. Es decir, no parecía claro que hicieran falta 10.000 aulas, parecía más una declaración de deseos, que una política pública analizada en detalle.
Finalmente, el tema fue deglutido por la realidad económica. En el presupuesto 2019, directamente desapareció. Nadie logra dar cuenta de un documento con las idas básicas planteadas.
Deberíamos reflexionar acerca de las prioridades, se supone que son las políticas que definen el destino de una gestión. Olvidarlas es perdernos, dejar de ver adónde vamos. Si nos parece central que los alumnos cursen el jardín, deberíamos persistir en el esfuerzo.
No hay vientos favorables para el que no sabe adónde va.
*El autor es Director de la Escuela de Gestión Educativa - ESEADE.