En menos de seis meses, el gobierno de Jair Bolsonaro enfrenta su primera gran crisis. Sumado al desplante que le hicieron en Nueva York, el presidente ultraderechista, aliado de Macri en la región, sumó algunos traspiés de los cuales, en todos los casos, es él mismo el único responsable. A todos esto, Lula suma apoyos de los diferentes sectores políticos, con pedidos de liberación por parte del presidente del PDT, tercer partido ubicado en las últimas elecciones presidenciales que lo visitó en estos días en la cárcel de Curitiba.
El primer traspié de Bolsonaro es la revuelta que ocurrió en esta semana dentro del grupo de aliados al gobierno. El “Movimento Brasil Livre” (MBL) que congrega sobre todo a jóvenes de ideología de ultra derecha neoliberal, tuvo un enfrentamiento grande con el ícono intelectual y consejero del presidente, el escritor Olavo de Carvalho. El conflicto se inició a partir de algunas medidas y declaraciones de Bolsonaro con la intención de controlar la economía (congelar el precio del dólar y de la gasolina), lo que provocó la desilusión del MBL, que predica una radical política de libertad de mercado. Kim Kataguiri, líder del movimiento de jóvenes de derecha, y Olavo discutieron a los insultos en Twiter. Sumado a esto hubo un movimiento importante de la tropa de trolls que apoyan simbólicamente a Bolsonaro en las redes sociales, invadiendo las páginas y los canales de YouTube de los representantes del MBL. Una batalla interna que suscitó las burlas y los memes de la oposición.
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El segundo tropezón fue el escándalo que tomó proporciones nacionales cuando se supo que tres ministros acitvos del gobierno mintieron en sus curriculums. Una investigación de seis meses de la revista Exame, una de las más importantes del país, demostró que la única ministra mujer, Damares Alves, del Ministério de la Familia, y los ministros Ricardo Salles (Medio Ambiente) y Abraham Weintraub (Educación) alegan tener títulos de posgraduaciones que nunca realizaron.
Además, Flávio Bolsonaro, el hijo del presidente, está cada vez más complicado en el caso que se le abrió por desvíos de fondos públicos de cuando era diputado por el estado de Rio de Janeiro. Se lo acusa de pagar salarios falsos a empleados fantasmas o testaferros que depositaban el dinero de nuevo en una cuenta que Flávio mantenía en secreto. Esto último junto al escándalo de los ministros que mintieron en sus curriculuns erosiona cada vez más la figura de “enemigo de la corrupción” que el presidente intentó instalar en la sociedad.
Por último, recientemente, María del Rosario, la diputada nacional del PT a la que Bolsonaro le dijo que no la violaba porque era fea y no lo merecía, ganó uno de los tantos juicios por agresiones que le inició al actual presidente. La justicia de Brasil resolvió que Bolsonaro pague la suma de diez mil reales y que se retracte públicamente de sus dichos como forma de compensar los daños morales que le infringió a la diputada. Bolsonaro aún no hizo declaraciones al respecto, pero se espera que tome una actitud intransigente y continúe con las ofensas y los insultos hacia su ex colega de parlamento.
Deltan Dallagnol, el procurador de la república y uno de los principales acusadores de Lula en el caso de Lava Jato, que finalmente colocó al ex presidente en la cárcel, también es sospechoso de haber falseado información en su curriculum. Aparentemente Dallagnol cometió fraude al afirmar que realizó una maestría en derecho en la Universidad de Harvard. Si se comprueba el crimen, la defensa de Lula puede alegar que el funcionario no era apto para el cargo al momento de realizar las acusaciones contra el ex presidente y finalmente Lula podría ser liberado.
La figura de Lula se vuelve cada vez más grande desde su prisión en Curitiba. Sin hacer nada y gracias al desmérito de sus adversarios políticos.