A pesar de que el jefe de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), Gustavo Arribas, y su segunda, Silvia Majdalani, se esfuerzan por deslindar cualquier tipo de vínculo entre el organismo y el extorsionador Marcelo D’Alessio, las pruebas que demuestran lo contrario se multiplican día a día en distintos juzgados.
Así se desprende de un entrecruzamiento que realizó El Destape de distintos documentos clave que alimentan las dos causas en que se investigan las operaciones de espionaje ilegal en que participó D’Alessio y su banda.
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La última novedad al respecto se reveló en el expediente que tramita en el juzgado criminal y correccional federal N°9 de la Capital Federal a cargo de Luis Rodríguez y que tiene procesado con prisión preventiva al espía ilegal. Allí se investiga la extorsión que ejecutó D’Alessio contra el empresario Gabriel Traficante. Se trata de un solo caso a diferencia de la causa que avanza en el juzgado de Dolores, donde el juez Alejo Ramos Padilla descubrió una red paraestatal que involucra a agentes de inteligencia, funcionarios judiciales, dirigentes políticos y periodistas. Los datos que surgen de ambas pesquisas se complementan como piezas de un mismo rompecabezas.
Rodríguez citó a prestar declaración indagatoria a los espías Rolando Barreiro y Claudio Oscar Álvarez. El primero, que fue detenido en la causa de Dolores, abandonó la AFI en 2016, después de 14 años de servicio. El segundo, sigue en actividad, lo que involucra de lleno a la agencia.
El magistrado con despacho en el cuarto piso de los tribunales de Comodoro Py convocó a los dos agentes porque consideró que “existe motivo bastante para sospechar” que tuvieron un rol clave en la “operación Traficante”.
Relaciones peligrosas
Tanto Barreiro como Álvarez son dos viejos conocidos. Ambos ingresaron a la exSIDE durante la breve gestión presidencial de Eduardo Duhalde. Integraron la dirección antisecuestro. Barreiro, que entró en 2002, también estuvo destinado en el aeropuerto de Ezeiza. De acuerdo a la reconstrucción que hizo El Destape, hace tres años, por decisión del director operacional de Contrainteligencia, Diego Dalmau Pereyra, apadrinado por Majdalani, lo relevaron de las funciones que estaba ejerciendo y lo cambiaron de destino. Luego le dieron de baja a su contrato. Álvarez nunca abandonó “La Casa”.
Pero la verdadera caída de Barreiro se dio a partir de la revelación que se produjo en el juzgado de Dolores. Al espía se le imputa formar parte de la asociación ilícita que realizaba tareas de espionaje y estaba conformada por D’Alessio y los excomisarios Ricardo Bogoliuk y Aníbal Degastaldi, entre otros. Tras estar prófugo un breve tiempo, se presentó ante Ramos Padilla y declaró tres días seguidos (entre el 30 de marzo y el 1° de abril).
Del devenir de aquel expediente, se desprende que el vínculo de Barreiro con D’Alessio es previo a que el primero dejara la AFI. “Lo conozco de vista desde el año 2014. Pero empecé a entablar un contacto más directo por el tema de las nenas por el 2015”, relató en su declaración indagatoria. Dijo que sus hijas iban al mismo colegio. Esto implica que Barreiro se relacionó con el espía ilegal mientras estuvo en la AFI. Al menos un año antes de abandonar el organismo.
A Barreiro se le achaca haber acercado al falso abogado al fiscal de la Unidad Funcional de Instrucción de Delitos Complejos de Mercedes, Juan Ignacio Bidone, en el marco de la investigación vinculada con Íbar Pérez Corradi. Lo habría presentado según las distintas declaraciones judiciales entre septiembre y octubre de 2016, como agente de la DEA. El propio Bidone también está imputado por proporcionar a D’Alessio un listado de llamadas entrantes y salientes de Traficante, con la que el sobrino del Escribano General de la Nación extorsionó al empresario.
Según declaró Bidone en su indagatoria ante Luis Rodríguez (el fiscal está imputado tanto en la causa que tramita en Comodoro Py como en la de Dolores), él creía en Barreiro porque lo conocía “con anterioridad siendo que había colaborado en la causa conocida como el Triple Crimen”. En su testimonio, el fiscal que hoy está suspendido, dijo que “Barreiro le llevó una información y le dijo que había dos personas que le podían dar información para colaborar”. Se trataba de D’Alessio y del agente de la exSIDE, aún orgánico, Álvarez.
Luego, narró Bidone, perdió contacto con Barreiro “porque le refirió que dejó la AFI”. D’Alessio continuó el vínculo.
La relación entre Barreiro y D’Alessio es estrecha. Entre octubre de 2016 y hasta que fue detenido “Marcelito”, el ex AFI lo frecuentó en su casa del country Saint Thomas 18 veces. Su pareja, Fernanda Viudez, lo hizo otras 20.
La presencia de Barreriro (agendado como Rolo DEA en el celular de D’Alessio) en la casa de Saint Thomas coincidió con, por ejemplo, el inicio de la extorsión a Traficante.
El 7 de noviembre de 2016, el mismo día que D’Alessio envió al empresario la nómina con sus llamadas entrantes y salientes bajo la mentira de que era un documento que había pedido el juez a cargo de la causa conocida como “la mafia de los contenedores” porque lo estaba investigando, Barreiro visitó al falso abogado. Estuvo en su hogar 2 horas y media. Volvió al día siguiente y se quedó otras 9 horas, según se desprende del registro de visitas al country de Canning, al que El Destape accedió de forma exclusiva.
Por tal motivo, no es azarosa su citación en la dos causas en que D’Alessio está involucrado.
Por su parte, el nombre de Álvarez surgió de la declaración indagatoria del fiscal Juan Ignacio Bidone en el caso Traficante -su situación procesal prontamente será resuelta por el juez Rodríguez-. Otra vez, vuelve a aparecer “Rolo” Barreiro como el “presentador”. Fue Álvarez, en la narración del fiscal, quien mencionó a Traficante en el marco de una investigación sobre el tráfico de efedrina y la mafia de la aduana.
Tanto Barreiro como Álvarez deberán comparecer el próximo 11 de abril ante Rodríguez. El magistrado ya le solicitó a la AFI que disponga el relevamiento de la obligación de guardar secreto para que puedan explayarse en su indagatoria.
La citación generan mucha expectativa en el mundo judicial pero también en el submundo del espionaje.
Barreiro en su testimonio ante Ramos Padilla en Dolores -donde no fue relevado del secreto- involucró a otros dos espías que hoy prestan funciones en la “La Casa”.
Nombró, por ejemplo, a los agentes Darío Biorci y Pablo Pinamonti (dijo que D’Alessio reportaba a este último). Ambos estuvieron detrás del armado del proyecto AMBA, esto es, el desembarco con una serie de subunidades de inteligencia en el conurbano bonaerense. Allí es que aparecen los excomisarios detenidos, Ricardo Bogoliuk y Aníbal Degastaldi, vinculados a la AFI.
Biorci es el jefe de Gabinete de Majdalani, a quien la une un vínculo de confianza: está casado con la hermana de la señora 8 (así se llama al subdirector de la agencia porque tenía sus oficinas en el piso 8. Hace tiempo que ahora ocupa el piso 9). Según informaron a El Destape, Biorci habría sufrido las esquirlas de la explosión del D’Alessiogate. El agente M.C, vinculado a quien supo ser el hombre fuerte de la exSIDE, Antonio “Jaime” Stiuso, habría ganado posiciones.
Por su parte, Pinamonti es mano derecha de Juan Sebastián De Stéfano, director de jurídicos de la AFI y hombre que reporta al operador judicial del PRO, Daniel “Tano” Angelici. De Stéfano fue uno de los dos agentes que la AFI envió a visitar al juez Luis Carzoglio, en agosto del año pasado. Según denunció el magistrado, lo presionaron para que detenga al camionero Pablo Moyano.