El gobierno extremará medidas para evitar que la propagación del coronavirus en la Argentina se transforme en una catástrofe humanitaria. El anunció se hará esta tarde, después de que el Presidente defina detalles junto a los gobernadores en un encuentro en la Quinta de Olivos, y cuenta con el apoyo de los mandatarios provinciales y de la oposición. Se trata de una emergencia inédita en la historia: incluso si el aislamiento se cumple y tiene el resultado previsto, la enfermedad alcanzará a un porcentaje significativo de la población, en línea con lo que ha sucedido en otras partes del mundo. Sin embargo, si se logra contener la pandemia a través del aislamiento y se robustece de manera urgente el sistema de salud, el país será capaz de atender la demanda y evitar que la tasa de mortalidad se dispare. Si no se toman acciones drásticas, o se las toma tarde, o no son adoptadas por la sociedad, estaremos más cerca de un escenario similar al que vemos todos los días desde Italia y España.
Nadie en el gobierno duda, a esta altura del asunto, que el combate contra el coronavirus demandará un esfuerzo más allá del mes de marzo. La línea de tiempo sobre la que se trabaja espera que los casos se multipliquen en los próximos días y encuentren su pico a comienzos de abril. A partir de ahí, si las cosas se hacen bien, el número debería amesetarse y permanecerá alto entre seis y diez semanas, antes de comenzar un declive paulatino que se aceleraría después de dos a tres semanas. Ese modelo coincide con la manera en la que se desarrolló la pandemia en China, que hoy anunció por primera vez desde el brote, a fines de diciembre, que no se registró en ese país ningún caso autóctono nuevo. Con ese cronograma en mente, desde esta semana, los centros de salud comenzaron a restringir o suspender las cirugías e internaciones programadas y están preparándose para comenzar a recibir a los nuevos infectados por la pandemia.
La pregunta ya no es si habrá aislamiento total sino cuándo va implementarse y durante cuánto tiempo. Durante el período de excepción permanecerán abiertos solamente comercios que brinden servicios imprescindibles, como supermercados, farmacias y bancos, funcionando bajo medidas de seguridad máxima y con precauciones que eviten aglomeraciones. El transporte público seguirá transitando con un servicio de emergencia para trasladar a quienes tengan que cumplir su tarea en esos establecimientos, a trabajadores de la salud y a miembros de las fuerzas de seguridad. No habrá libre circulación por las calles, salvo excepciones justificadas y contempladas específicamente en la reglamentación del decreto que anoche ya tenía un borrador listo. Las rutas del país estarán abiertas solamente al traslado de insumos básicos, tarea que puede quedar a cargo, en forma total o parcial, del ejército.
El Presidente tomó la decisión a partir de tres factores. Por un lado, el comité de expertos que lo asesora le anticipó un inminente salto en el número de casos confirmados, producto de la circulación local del virus. El espejo europeo, donde estas restricciones fueron aplicadas una vez que dispararon los positivos, fue tomado como modelo de lo que no debe hacerse. Luego, confirmó su posición con el pedido de endurecer la prevención que le hicieron los legisladores de la oposición, quienes comprometieron su apoyo al gobierno en todas las acciones que sean necesarias para combatir la pandemia. En tercer lugar, comprobó que las medidas tomadas hasta ahora no solo resultan insuficientes para tener éxito en la contención de la enfermedad sino que no están siendo cumplidas, de manera voluntaria, por un sector de la sociedad. Antes de recibirlos esta tarde, Fernández dialogó de manera remota con los gobernadores, que también respaldaron avanzar en ese sentido.
Otro motivo para precipitar las medidas de aislamiento extremo es el calendario: en las próximas semanas hay feriados los días 23 y 24 de marzo (por el Día de la Memoria), 2 de Abril (Día del Veterano y los Caídos en la guerra de Malvinas) y 8 y 9 del mes que viene (por Semana Santa). Eso implica que en las próximas tres semanas hay solamente diez días hábiles, y eso reduciría el costo de detener la economía. La idea del presidente es aprovechar ese período para evaluar la manera de que se activen industrias clave como la alimenticia y la farmacológica, sin poner en riesgo el plan de contención y mitigación del coronavirus. También se buscará la manera de continuar con el plan de obras públicas para fortalecer la capacidad del sistema de salud e inyectar algo de dinero en una economía que descuentan deprimida. Junto con las nuevas restricciones se anunciarán más medidas de ayuda a los sectores que quedarán a la intemperie hasta que se termine la pandemia.