Ante la mayor crisis de este milenio, la mayoría de los países volvieron a tirar a la basura los manuales neoliberales que tanto promocionaron y aplicaron keynesianas para mitigar el impacto que tendrá esta pandemia sobre sus economías. Incluso Estados Unidos hoy dio sus primeros pasos hacia la mayor expansión monetaria de su historia, triplicando el aplicado por George Bush ante la caída de 2008. En medio de una estanflación previa, el Estado argentino inyectará más del 2% de su PBI en el mercado para los más vulnerables.
Mientras China ya comenzó a levantar algunas medidas que restringen la actividad, los gobiernos occidentales todavía calibran las herramientas con las cuales dar una respuesta al golpe por la cuarentena. En los primeros intentos la trataron como a las últimas recesiones, a través de baja en las tasas de interés y la compra de activos financieros a través de los banco centrales, lo que tuvo un efecto muy limitado.
La Reserva Federal de Estados Unidos recortó su tasa de interés a entre el 0 y 0,25%, en el mismo rango que tuvo de 2009 a 2015. Así y todo, Donald Trump no pudo contener el desplome de la bolsa, que ya perdió el 30% que había llegado a conseguir durante su mandato. Lo propio lo hizo el BCE, que comprará deuda pública por 750.000 millones de euros y de deuda corporativa por 120.000 millones de euros.
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No conformes con los resultados, el Congreso del país norteamericano aprobó un estímulo fiscal de U$S 2 billones. Esto equivale al 10% de su PBI y es tres veces el monto que se había utilizado para la crisis de 2008, que fue de U$S 700.000 millones. Pese a que diga promulgar el libremercado, se descuenta que el neoliberal de Trump aprobará el paquete, que tuvo impulso del Ejecutivo. La exacta situación se había dado con Bush en el crack de la burbuja inmobiliaria, quien inclusó rescató con dinero del fisco a gigantes del sistema financiero. Cuando necesitan salir de la crisis, los republicanos se aferran al keynesianismo que tanto dicen despreciar.
Lo opuesto se da en Brasil, donde el propio Jair Bolsonaro lanzó una campaña donde explica que el país "no puede parar". Su hijo, el senador Flavio Bolsonaro, agregó por redes sociales: "¡La salud en segundo lugar!". El mandatario que llegó al poder luego de un golpe de Estado y el encarcelamiento de Luis Inácio Lula da Silva desde el comienzo trató de "una pequeña gripe" al virus que ya se transmitió a 2.915 personas y se cobró 77 muertos en el país carioca, de acuerdo a su Ministerio de Salud.
En este escenario, la economía global podría caer entre 1,5% y 5% este año, dependiendo la extensión de la pandemia. En Argentina, el Centro de Estudios Scalabrini Ortíz (CESO) proyecta que la actividad sufrirá una recesión del 2,5% en un escenario optimista, si la cuarentena no se extienda más allá de abril, de 3,5% si llega hasta mayo, y cercano al 5% si se extiende más allá de junio.
Argentina fue uno de los primeros países en darle un encare heterodoxo a la crisis, incluso antes de que se detecte una cantidad sustancial de transmisiones del virus. Poco después de decretar el aislamiento preventivo obligatorio el viernes pasado, el presidente, Alberto Fernández coordinó una batería de medidas que implicará la inyección del 2,4% del PBI en el mercado. Los créditos de bancos comerciales a Pymes al 24% para el pago de salarios consumirá la mayor masa dineraria: $ 350.000 millones (1,6% del producto). Los $ 100.000 millones que se destinarán a la obra pública aportarán otro 0,45% del PBI y el ingreso familiar de emergencia, que se pagará por única vez en abril, otro 0,16%. El bono para jubilados y pensionados involucrará $ 13.200 millones, el adicional para beneficiarios de la asignación universal por hijo y por embarazo otros $ 12.410 millones y la exención de aportes patronales $ 11.200 millones, de acuerdo a CESO.
El impacto de $ 36.000 millones del IFE depende de que se inscriba el 100% del universo abarcado, pero puede ser menor por cuestiones de implementación. Hasta las 17 del viernes, casi un millón y medio de personas se preinscribieron en el sistema que habilitó la ANSES. Aunque la tercera en monto y última en anunciarse, esta medida sobresale del resto por tratarse de la única con el potencial de mejorar las condiciones de las familias más vulnerables en medio de la pandemia. Apunta a trabajadores informales (40% de los ocupados), monotributistas de menores categorías y empleadas domésticas, que promedian ingresos menores al mínimo vital y móvil. Esta política, impulsada por la directora de Economía, Igualdad y Género, Mercedes D'Alessandro, consiguió una articulación inédita y en tiempo récord entre el Ministerio de Economía, el de Trabajo y el de Desarrollo Social, ANSES, AFIP y Jefatura de Gabinete, que fueron los que la ejecutaron e hicieron posible.