26 de abril, 2020 | 00.05

Los evasores de siempre y una oportunidad histórica

Los nombres de la evasión, la fuga y el lavado de dinero se repiten, las pérdidas millonarias para el Estado también, y el impuesto a las grandes fortunas puede despejar el camino para romper ese círculo vicioso.

El círculo de evasión, fuga y deuda recorre toda la historia argentina. Las grandes fortunas han desarrollado mecanismos cada vez más sofisticados para evitar el pago de impuestos, ocultar sus patrimonios y ganancias en guaridas fiscales y beneficiarse del endeudamiento del país para captar esos dólares para la fuga y reiniciar ese círculo tan dañino para millones de personas. Los medios de comunicación que financian y los escribas y voceros que adoban con migajas de esas fortunas son los encargados de disociar esas prácticas de la falta de recursos para el Estado. De ocultar que esa riqueza generada en Argentina se esconde en lugar de invertirse. Que, en concreto, los impuestos que se evaden gracias al uso de cuentas offshore implican menos escuelas, hospitales, rutas, salarios docentes, etc. También silencian que los nombres se repiten, generación tras generación.

En tiempos de pandemia, el Gobierno propone un impuesto a las grandes fortunas, muchas forjadas gracias a estas prácticas. Y tal vez sea una oportunidad para que, al repasar los evasores de siempre, se avance incluso más allá de un impuesto extraordinario para cortar este saqueo planificado y constante.

Los impuestos son para los pobres

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"Nosotros no pagamos impuestos. Sólo la gente corriente los paga". La frase fue atribuida a la multimillonaria Leona Hemnsley por una de sus empleadas en un juicio por evasión. Dueña de una cadena de hoteles en Nueva York, Hemsley fue bautizada como “La reina del mal” en una serie televisiva en 1990. La actiz Suzanne Pleshette fue nominada a los premios Emmy y Globo de Oro por su personificación de esta mujer que llegó a gestionar el mítico Empire State y una fortuna de 5.000 millones de dólares pero se la mencionaba en la prensa como la Reina Tacaña. Y que, con esas frases, sinceraba lo que creen la mayoría de los multimillonarios.

Otro magnate estadounidense, Warren Buffet, es una excepción, al menos en su discurso. Explicó que él pagaba menos impuestos que su secretaria. En una entrevista televisiva, detalló: “Mi total de los impuestos pagados fue del 17,7%. El promedio para la mi oficina fue del 32,9%. No hubo nadie en mi oficina, incluida la recepcionista, que pagara tan pocos impuestos. El sistema tributario se ha inclinado hacia los ricos y se ha alejado de la clase media en los últimos 10 años. Es dramático, y no creo que sea apreciado”.

Los casos sirven para ilustrar el actual debate en Argentina respecto a la posibilidad de que el Gobierno de Alberto Fernández impulse el pago de un impuesto excepcional y por única vez a las grande fortunas locales para que el Estado cuente con fondos para enfrentar la pandemia de coronavirus. Los millonarios argentos son menos adeptos a figurar en los medios, pero suplantan su ausencia con cuantiosa pauta publicitaria con la que se aseguran que la opinión publicada sea que lo que se necesitan son menos y no más impuestos. Los pagos a medios y periodistas no solo promocionan, sobretodo silencian.

En 2017, un informe del Instituto Mundial de Investigaciones de Economía del Desarrollo de Naciones Unidas reveló que Argentina es uno de los países donde más se evaden impuestos y no se trata de un kiosco que no da factura. El ranking es liderado por la principales economía mundiales, como Estados Unidos, China, Japón e India. Pero en el quinto lugar se ubica Argentina, donde al cálculo de evasión fue de 21.400 millones de dólares. Supera a economías mucho mayores como Francia, Alemania, Indonesia o España, y representaba por entonces el 4,4% del PBI. Buena parte de esa evasión se va a guaridas fiscales.

De hecho, en Argentina esos datos coinciden con el período de megaendeudamiento de la gestión Macri, y otro estudio, en este caso de economistas del Banco Mundial, demostró que cuando estos organismos le prestan dinero a paises como Argentina lo que sucede en simultáneo es que crecen los depósitos en guaridas fiscales provenientes de esos países. Por publicar eso, Penny Goldberg la economista jefa del Banco Mundial, tuvo que renunciar.

La utilización de guaridas fiscales no es original por parte de los empresarios argentinos. La organización Tax Justice Network (TJN), que se dedica a promover mayor igualdad impositiva, sostiene que el 99% de las empresas más grandes de Europa utilizaban a las guaridas fiscales para evadir impuestos en sus países de origen. Las argentinas no se quedan atrás. Incluso las que presumen de serlo, como Techint, que tiene en realidad un largo historia de salto de guarida en guarida fiscal en búsqueda de beneficios impositivos que hoy la encuentra radicada en Luxemburgo, 6ta guarida más opaca del mundo según TJN.

En el libro “La riqueza escondida de las naciones”, el investigador Gabriel Zucman muestra que, en 2013, había 5,8 billones de euros en guaridas fiscales, el 80% sin declarar. Según sus cálculos, los Estados pierden por año 130.000 millones de euros, en su mayoría por evasión impositiva. Pasaron 7 años, así que el dinero escondido en guaridas fiscales debe ser mucho mayor.

Uno de los libros más completos sobre las guaridas fiscales es “Las islas del tesoro”, del periodista e investigador Nicholas Shaxson. Su definición sobre lo que denomina el “mundo extraterritorial”, el mundo offshore como lo mencionamos usualmente, es clara: “es un proyecto de las elites ricas y poderosas con el sólo propósito de aprovechar los beneficios de la sociedad sin pagar por ellos”. Shaxson asegura que, en países con Argentina, “las elites locales asaltan las riquezas de su país, confabulándose con financista y empresarios para esconderlas en el mundo extraterritorial y evitar el pago de impuestos sobre la renta”.

La clave para usar ese mundo es la contabilidad creativa que ejecutan los ejércitos de contadores que pueden costear las grandes empresas y fortunas. El truco, como explica Shaxson, es la “manipulación de los precios de transferencia (…) Acomodando artificialmente el precio de la transferencia interna, las multinacionales pueden trasladar las ganancias a un paraíso fiscal con bajos impuestos y los costos a los países con altos impuestos”. Y el costo para países como Argentina es monumental. “Lo países en desarrollo pierden aproximadamente 160.000 millones de dólares anuales solo en concepto de esta manipulación de los precios corporativos”, asegura Shaxon. En criollo: no pagan impuestos en Argentina porque dicen que los pagan en otro lugar donde los impuestos son cero.

La conclusión de Shaxon: “los ricos pagan cada vez menos impuestos y el resto se ve obligado a compensar las pérdidas”. Momentos como la pandemia de COVID-19 pueden servir para que la tortilla se vuelva.

De carne somos

En 1934 se produjo uno de los casos más resonantes de como las corporaciones fugaban y evadían dinero de Argentina con el consecuente envío de ganancias hacia Europa. Todo comenzó con la detención de un barco inglés, el Norman Star, que estaba a punto de zarpar hacia Londres. En su libro Shaxson detalla lo que encontraron “sepultado bajo un cargamento maloliente de abono de estiércol: más de treinta cajones rotulados CORNED BEEF, con el precinto del Ministerio de Agricultura de Argentina. Lo que había en su interior no era carne de vaca en conserva sino documento. Por primera vez se exponían a la luz pública los detalles financieros de William y Edmund Vestey, fundadores de la cadena de carnicerías británica más acaudalada por entonces y unos de los mayores evasores impositivos de la historia”.

Quien estaba detrás de esa pista era el entonces senador Lisandro de la Torre, que tras revelar este hallazgo sufrió un intento de asesinato dentro del Congreso pero la bala mató a su colega Enzo Bordabehere. El historiador Felipe Pigna escribió: “Con las pruebas en la mano, Lisandro de la Torre daba comienzo a su notable intervención: acusaría directamente por fraude y evasión impositiva al frigorífico Anglo y aportaría pruebas irrefutables que comprometían directamente en el negociado a dos ministros del general presidente Agustín P. Justo: Federico Pinedo, de Hacienda, y Luis Duhau, de Agricultura”. Los apellidos suenan conocidos. Pinedo, abuelo del senador macrista; Duhau, cuyos descendientes supieron hacer buenos negocios con Mauricio Macri que incluso fue como Presidente a la inauguración de uno de ellos: una plante frigorífica. Sic.

Fugadores seriales

En 2001, Roberto Navarro se hizo pasar por un inversionista y recorrió “tres de los más importantes bancos extranjeros con sede en Argentina y una de las principales administradoras de fondos de inversión requiriendo asesoramiento para invertir dinero no registrado fuera del país”. Los diálogos, recreados en la nota que publicó en Página/12, dan cuenta de lo habitual que era para los empleados de banca privada este tipo de maniobras.

Por esos días, un grupo de 229 personas realizaron transferencias al exterior por más de 1.500.000 dólares y otras 27.591 otros montos menores. El total fueron 3.784 millones de dólares que se fugaron y sus nombres quedaron registrados en la investigación que realizó la Comisión Especial sobre Fuga de Divisas del Congreso. Figura la familia Acevedo, el ex jefe de la SIDE Gustavo Arribas, los Ayerza, el tío de Macri Jorge Blanco Villedas, Eduardo Constantini, Eduardo Escasany, Amalita Fortabat, los Frávega, Susana Giménez, Amadel Juncadella, Javier Madanes, Carlos Melconian, Alejandro Oxenford, los Paladini, Gregorio Perez Companc, Alfredo Román y varios directivos de las empresas Macri, entre otros. En los días previos a la pandemia de coronavirus, el Banco Central realizaba un trabajo similar sobre la fuga durante la era Macri. Los nombres se van a repetir.

JP Morgan , HSBC, BNP Paribas y Iron Mountain

Si hay un punto donde convergen múltiples pistas del lavado de dinero y la evasión en Argentina es en el incendio de un depósito de la multinacional Iron Mountain. Fue el 5 de febrero de 2014, en el barrio porteño de Barracas, y la incineración de millones de documentos hubiera pasado desapercibida si no hubiera tenido el costo de 10 muertes entre bomberos y personal de Defensa Civil que acudieron a apagarlo. Tres peritajes revelaron que el incendio fue intencional. Y la intención fue eliminar documentos que comprometían a grandes empresas en investigaciones por lavado de dinero, incluidas algunas ligadas al por entonces jefe de gobierno Mauricio Macri.

La punta del ovillo la vislumbró la Comisión Nacional de Valores (CNV), por esos días a cargo de Alejandro Vanoli. La entonces Gerente de Emisoras de la CNV, Karina Bermúdez, mandó a consultar a todas las empresas controladas por el organismo si tenían papeles en ese depósito. La pesquisa dio resultado y fue remitida a la Procuraduría de Criminalidad Económica y Lavado de Activos (PROCELAC), por entonces conducida por Carlos Gonella, desde donde cruzaron los nombres de las empresas con causas abiertas sobre lavado de dinero. Encontraron 29 coincidencias entre clientes de Iron Mountain e investigaciones o denuncias por lavado de dinero, fraudes y delitos tributarios.

Entre las empresas que “perdieron” sus papeles estaban los bancos dedicados a facilitar la fuga, evasión y lavado de dinero de las grandes fortunas argentinas: el HSBC, JP Morgan, BNP Paribas.

HSBC dijo que tenía 46.528 cajas de las que perdió 26.326. O sea, se le quemaron más de la mitad. Pero los números no coinciden. Iron Mountain informó que las cajas afectadas fueron 26.326. El HSBC le informó al Banco Central que perdió 30.499 cajas y la PROCELAC recibió información de que fueron 30.732. Lo cierto es que en 2014 aún no se conocía la existencia de 4.040 cuentas sin declarar de argentinos en Suiza, revelada por Hervé Falciani. Entre ellos, Cablevisión, el Grupo Fortabat y Central Puerto de Nicolás Caputo. Cuando la Justicia investigó esa causa y le requirió información al HSBC, el banco dijo que se quemó en Iron Mountain. Carambola.

JP Morgan tenía 4.406 cajas en Iron Mountain y se quemaron 4.000, casi todas. En su caso ya era pública la denuncia de su ex gerente Hernán Arbizu, que reveló que su trabajo era orquestar la fuga y la evasión de los dueños de las grandes fortunas argentinas. Los nombres siempre se repiten: los accionistas del Grupo Clarín como Ernestina Herrera de Noble y Héctor Magnetto, el inversionista Eduardo Constantini, cuentas vinculadas a Mercado Libre, otras vinculadas a las familias Bemberg, Cartellone y Blaquier, entre otras.

El caso del BNP Paribas es mucho menos conocido a pesar de que llegó a juicio gracias al trabajo de los fiscales Carlos Gonella, Paula Asaro, Horacio Azollin y Néstor García Paradiso y que se trata de maniobras de fuga por más de 1.000 millones de dólares. Sus ex directivos en Argentina fueron procesados este año por lavado de dinero y embargados por más de 12.000 millones pesos, a raíz de una investigación donde quedó demostrado que tenían montada una oficina clandestina en el piso 27 de Leandro N. Alem 855 donde ofrecían opciones para fugar dinero del país y evadir impuestos. Según datos del allanamiento, para marzo de 2007 habían pasado por esa oficina 904.500.000 dólares. Los destinos fueron todos paraísos fiscales. A Suiza fueron 375.800.000; a Luxemburgo 468.000.000; a Miami 50.300.000; y entre Panamá y Bahamas recibieron 10.400.000.

La causa sufrió una balcanización judicial y varios de los investigados lograron favores judiciales. El caso del ex juez José Luis Monti es paradigmático.Tenía cuentas en Suiza y Luzemburgo sin declarar, maniobra en la que aparecía también su esposa María Carmen Foltyn, prosecretaria letrada de la Corte Suprema. Monti logró su sobreseimiento y el fiscal Guillermo Marijuán no apeló. Si lo hizo la Unidad de Información Financiera conducida por entonces por José Sbatella, pero cuando asumió Macri y nombró allí a Mariano Federici el organismo se retiró y Monti quedó libre de culpa y cargo. Hay otro dato más. En esta causa, la defensa del ex juez Monti estuvo a cargo del estudio de Ricardo Gil Lavedra, funcionario de Macri. El propio Gil Lavedra declaró 30% de su patrimonio en 5 cuentas en Suiza por más de 9 millones de pesos. Todo se encadena.

En Iron Mountain, varias de las empresas investigadas por lavado retiraron cajas justo antes del incendio, entre diciembre del 2013 y febrero del 2014. El JP Morgan Chase Bank retiró 27 cajas con documentación sobre balances y contratos varios. BNP Paribas retiró 12 cajas con información sobre comercio exterior  del año 2008; el HSBC retiró llamativamente 249 cajas con documentación a partir del 2010. Nunca aparecieron.

En el caso de Macri, que era jefe de Gobierno, también tenía papeles en Iron Mountain. Entre las empresas que más documentación perdieron estuvo Servicio Electrónico de Pago SA, nombre legal de Pago Fácil, empresa controlada por SIDECO, del clan Macri. De las 18.150 cajas que tenía en el depósito se le quemaron 6.585, el 36%. Si bien los rótulos de la cajas no son determinantes, ya que no es una nomeclatura legal sino que cada empresa pone la referencia que quiera, son más que sugerentes y cobraron otro significado tras las revelaciones de las Panamá Papers y nuevas investigaciones sobre las empresas del presidente Macri radicadas en guaridas fiscales. La caja Caja N° KN100156447 tenía el rótulo “VARIOS PARATY-PANAMA-OMEXIL-UR”. Las palabras son más que sugerentes. Panamá es donde aparecieron varias sociedades offshore vinculadas al clan Macri; Omexil es una de ellas. Había dos cajas cuyos rótulos eran Caja N°: 311842187 INF. DIAR IECSA BCE BRASIL y Caja N° 552218760 BRASIL CTAS. La conexión actual deriva de que la triangulación de negocios offshore de Macri pasaba por Brasil. Según las investigaciones derivadas de los Panamá Papers, el negocio de los Macri en Brasil estaba relacionado con el sistema de Pago Facil a través de las empresas creadas en paraísos fiscales. Es decir, una hipótesis posible es que en Iron Mountain se quemaron papeles vinculados a las operaciones de Pago Fácil en Brasil. También hay vinculaciones a Macri desde otro banco que tenía papeles en Iron Mountain mientras era investigado por la PROCELAC: el Banco Interfinanzas Creditanstalt, finalmente comprado por familiares de Macri.

Pasan los años, cambian las tecnologías de fuga y evasión pero los nombres se repiten. Tal vez sea hora de poner un palo en esa rueda.