Mauricio Macri y su partido llegaron al poder con aires de cambio y con la promesa de "volver a la República y no avasallar las instituciones" pero, en sus primeros días de gestión, decidió no convocar a sesiones extraordinarias en el Congreso y gobernar, hasta marzo, por decreto.
Cambiemos no cuenta con una mayoría suficiente en el Congreso para proyectos como, por ejemplo, elegir a nuevos jueces de la Corte Suprema o remover a algunos de los funcionarios más relevantes del kirchnerismo que no quieren marcharse hasta finalizar su mandato, como Gils Carbó o Sabbatella. Por ello, el nuevo Presidente recurrió a los decretos.
Uno de los que ya utilizó el nuevo gobierno para llevar a cabo su objetivo fue la intervención de la AFSCA y la AFTIC por 180 días.
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De esta manera, el gobierno intenta lograr la renuncia de Sabbatella, quien tiene mandato hasta 2017 y a quien acusan de ser un "militante político" y de "poblar las oficinas del Afsca en todo el país" con sus simpatizantes. Lo curioso, sin embargo, es que el interventor de la AFSCA también es militante, pero de Cambiemos.
El corresponsal de BBC Mundo en Buenos Aires, Ignacio de los Reyes, aseguró a su propio portal que "los más críticos con Macri ven rasgos autoritarios o poco democráticos en las últimas decisiones del presidente pero el oficialismo justifica los decretos como fórmula para evitar la parálisis en órganos donde aún gobiernan funcionarios kirchneristas".
Por decreto el Presidente ya puso fin a las retenciones fiscales a productores agrícolas, designó a dos jueces de la Corte Suprema e intervino la AFSCA.
Beatriz Sarlo, la intelectual crítica al kirchnerismo, opinó al respecto: "Si los justificativos son que quiere gobernar por decreto de necesidad y urgencia de aquí hasta que no veas al Parlamento reunido, me parece una falta de experiencia política".