La testigo del operativo llevado a cabo en el departamento del fiscal Alberto Nisman el día de su muerte ya se encuentra en Tribunales. Natalia Fernández, la joven de 26 años que denunció en declaraciones periodísticas que se manipularon pruebas, ahora enfrentará a la fiscal del caso, Viviana Fein, ante quien deberá ratificiar o rectificar sus dichos.
En la mañana de este jueves Fernández, quien trabaja en un comercio de Puerto Madero y se encontraba caminando por la zona en la madrugada del lunes el día del hecho, se presentó en las oficinas de la fiscal.
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El pasado lunes, Fernández brindó una entrevista al diario Clarín en donde denunció que se manipuló el celular del investigador de la causa AMIA, se subrayaron papeles de trabajo y hasta se usó una cafetera del lugar.
Además, sostuvo que la fiscal Viviana Fein le mostró una bolsa con cinco "casquillos de bala, pititos o algo así", que en la escena del hecho se dijo que "el disparo en la cabeza" que recibió el fiscal fue realizado "a 11 centímetros de distancia" y que, "en el edificio de enfrente, encontraron un casquillo de un francotirador de un arma que no hay en Argentina".
Además, reveló que "una de las cosas más locas" que presenció fue que, "en un momento, apareció un tipo vestido de astronauta (por un perito), con otro que traía un polvo negro de huellas que había marcado". "Los 'astronautas' traían el celular del fiscal que no paraba de vibrar. Dijeron que nadie lo tocara y que era prueba. Lo pusieron ahí nomás y una mina de Prefectura lo agarró como si nada porque no paraba de sonar", relató.
Y añadió: "Yo misma empecé a decir 'no, no, dijeron que no lo toquen, es el teléfono del tipo al que mataron'. La mina soltó el teléfono y hubo carcajadas".
Luego, detalló que "había como 25 carpetas que decían 'causa' y 'secreto'" en el departamento.
"Había más papeles y ellos (por los peritos) me mostraban que eso estaba tal cual lo habían encontrado", contó Fernández, pero aseguró que la "hicieron firmar sobre esos papeles, y los marcaban, leían cosas, nombres en arameo, y de la AMIA, marcaban con indelebles y hacían un resumen". Después, relató que "estaba muerta de sueño" y el encargado del edificio le "ofreció café".
"Y el café era de la cafetera que estaba frente a la mesa de papeles. Era la cafetera de Nisman", sostuvo.