En estos días las redes sociales se vieron invadidas por la foto de una banana pegada a la pared acompañada de títulos noticiosos mayormente similares: “Pagaron 120 mil dólares por una banana pegada a la pared con cinta adhesiva”.
La banana en la pared es una obra de arte, se llama “Comediante”, es del artista Maurizio Cattelan y está expuesta en la Feria de Art Basel de Miami.
La réplica en redes y medios de comunicación fue masiva. Especialistas y ajenos expresaron sus opiniones. Asombros e indignaciones fueron las preponderantes. Resurgieron los “enemigos del arte contemporáneo”, personajes que describe acabadamente el escritor César Aira: “Un engranaje importante, yo diría fundamental del Arte Contemporáneo es el Enemigo militante del Arte Contemporáneo, el que argumenta y vocifera contra el fraude de estos vagos que se han hecho millonarios gracias al snobismo de la masa (…) y escriben cosas que suelen ser variaciones de “La culpa es de Duchamp”” se refiere en su libro Sobre el arte contemporáneo a los indignados que pueblan las redes con esta obra como con tantas otras.
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“Un engranaje importante, yo diría fundamental del Arte Contemporáneo es el Enemigo militante del Arte Contemporáneo, el que argumenta y vocifera contra el fraude de estos vagos que se han hecho millonarios gracias al snobismo de la masa”
La obra, para indignación de los “enemigos”, es un clásico ready-made, y sus connotaciones están al alcance de cualquier metáfora sencilla. Desde la economía bananera -harto citada en las obras de la feria de Miami- a la ironía de la relación del artista como comediante del mercado del arte. Un dato interesante es que el objeto no es una pieza única: ya vendió dos reproducciones y pretende que una tercera la compre un museo. Más allá de eso no parece tener demasiada novedad. Entonces ¿por qué es causante de tanto revuelo?
En principio porque el autor es un artista de reconocimiento internacional y es el artífice de obras de gran envergadura, de sofisticados montajes y de alto impacto, que en varias oportunidades trascendió la esfera del arte, acaparando los medios de comunicación y la opinión pública. Lo que desentona en esta ocasión es que no hay tal espectacularidad, ni destreza, ni suspicacia superlativa. Hasta acá pareciera que los indignados enemigos del arte contemporáneo tienen razón ¿Cuál es el valor de esta obra?
El artista Martín Molinaro se refirió al acontecimiento en un punto que pareciera ser artero: el de la obra como una plataforma de especulación financiera. “A Cattelan hay que mirarlo completo. No solamente por un banano pegado con cinta, en una feria de venta de arte, dónde es altamente probable que previamente ya haya estado convenido el precio de venta entre galería y comprador, como parte de la estrategia. Que incluso, no se haya efectivamente pagado U$S120.000 dólares, sino que factura va factura viene, quede sentado eso por pago, para tener un buen titular que provoque ¡SE PAGAN 120.000 DÓLARES POR UNA BANANA!” analiza Molinaro. “Ahora. Si miramos a Catellan completo, la obra no es siquiera el mentado Banano con cinta, en sí. La obra (si por obra entendemos el suceso) me atrevo a decir que es, cómo puede realizarse una estrategia de marketing, que hoy circula viralmente por todo el mundo.”
Es altamente probable que previamente ya haya estado convenido el precio de venta entre galería y comprador, como parte de la estrategia. Que incluso, no se haya efectivamente pagado U$S120.000 dólares.
En su conjunto es una obra no solo sobre el mercado del arte sino sobre la burbuja especulativa del mercado en general, ya que esta misma práctica es la norma en cualquier rubro donde gobierna la mano invisible del mercado: las especulaciones inmobiliarias o específicamente el mercado financiero.
El arte contemporáneo ya no se asume como el heraldo del futuro, sino como realización lisa y llana del presente. Aunque la relación entre el presente y lo contemporáneo no es ni tan lisa ni tan llana. Como postuló el filósofo italiano Giorgio Agamben, lo verdaderamente contemporáneo es la sombra de su época. La zona en la que cuesta ver. Y la sombra más extendida de los últimos tiempos es la relación falsamente liberal que tiene la producción artística con el mercado, los medios de difusión y los espacios de legitimación, donde en su lugar impera el capitalismo de amigos y la especulación financiera.