La semana pasada vivimos nuevamente graves síntomas de la economía argentina, la cual padece una enfermedad terminal: el modelo Cambiemos. Sufrimos una nueva devaluación del 12%, un cambio en el gabinete económico, y la reconfirmación del plan del gobierno con el FMI sobre las políticas de ajuste y austeridad.
La salida de Federico Sturzenegger del Banco Central era esperable. En su mandato se vivió la peor crisis cambiaria desde la salida de la convertibilidad: 11 mil millones de pérdida de reservas, 40% de tasa de las LEBACS, y, a pesar de estas medidas, una primera devaluación de 33% del valor de nuestra moneda. Además de las idas y vueltas sobre la estrategia monetaria lo que lo llevó, como él mismo lo dice en su carta de renuncia, a perder la confianza de los mercados.
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Dado que el compromiso con el Fondo Monetario Internacional requiere flotación del tipo de cambio, el Gobierno sigue apostando por generar “confianza”. Por eso, Macri decide concentrar poder el Dujovne, haciéndolo súper ministro de economía, y poniendo a Caputo frente al BCRA con un única carta a jugar: que sus amigos de la city financiera confíen en él para seguir colocando algo de deuda, evitar una fuerte corrida cambiaria y poder financiar el déficit de cuenta corriente (hoy 5% del PBI),para así llegar con un veranito financiero al 2019.
El Gobierno cree que la economía es un partido de truco, donde se puede engañar al otro con algunos cambios de figuritas y mintiendo sobre los problemas estructurales y reales de la economía argentina. Pero el Modelo Cambiemos, la enfermedad, sigue siendo apostar por la apertura comercial y de capitales, desregulación financiera y endeudamiento acelerado. Cuyas consecuencias son conocidas: menos salario real y poder adquisitivo (ganamos en promedio 35% menos), menos consumo y demanda, generación de empleo informal (8 de cada 10) y por tanto más desigualdad y potencialmente más pobreza. Difícil pensar en la sustentabilidad de la deuda externa en un escenario de deterioro total de los indicies de crecimiento económico.
Sin embargo, esta misma semana pudimos vivir la alegría de las calles, con millones de personas que continúan demostrando que los derechos se conquistan. El movimiento de mujeres, el feminismo, logró la media sanción en Diputados de la ley por el aborto legal, seguro y gratuito. Éste es el mejor remedio que tenemos para la enfermedad del modelo del Cambiemos: una ola verde que entiende que lo personal es político, pibas de secundaria que con 12, 13, 14 años viven la lucha por la libertad de sus cuerpos como un derecho inalienable. Mujeres de todas las edades que se animan a poner en palabras que sufrieron abortos o ayudan a abortar y que el Estado las oprime, las juzga, las condena.
Entender que lo personal es político es sabernos seres socializados con estructuras y condiciones impuestas, como el patriarcado, pero también como el consumismo, la famosa meritocracia, la idea de que no hay alternativa al modelo económico. Por eso, es que es el feminismo va a ser el mejor antídoto frente al modelo económico de Cambiemos. Quizás algunos gurúes del Gobierno pensaron que votando el aborto nadie iba a hablar del dólar, pero no se dan cuenta que las luchas revolucionarias empoderan al pueblo y nos hacen tomar conciencia de que existen alternativas y esas se pueden conquistar con la organización social y la política.