El Presidente de la Nación ha concluido su gira diplomática por Europa Occidental, a la vez que el ministro de Economía desarrolló su intervención en el foro económico convocado por El Vaticano ante diversos representantes de las finanzas globales, el FMI y el propio Papa.
Los resultados del periplo sin duda fueron positivos. Los mandatarios de Alemania y Francia verbalizaron su respaldo a la negociación que la Argentina lleva adelante y el encuentro del ministro Guzmán con la titular del FMI reflejó un marco de entendimiento aceptable.
Sin embargo, mientras esto ocurría en Europa, en Buenos Aires dos hechos marcaron la dureza del poder financiero frente al país.
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El primero de ellos fue el fracaso del canje del Bono Dual AF20, cuya oferta solo logró un 10% de aceptación, U$S164 millones frente a un vencimiento total de U$S 1.637 millones. Este rechazo al intento de la Secretaría de Finanzas de la Nación de reperfilar una deuda local que mejore sus vencimientos y reduzca el stock entre un 18% y un 33% según la especie ofertada, expresa la presión de los fondos de inversión tenedores de esos títulos, algunos muy cercanos al ex ministro de Finanzas, Luis Caputo, como Templeton y BlackRock.
El gobierno nacional se verá obligado a realizar una nueva oferta, esta vez de Letras del Tesoro (LETES), el próximo martes a fin de impedir una emisión monetaria cercana a los $95.000 millones para cubrir el vencimiento y el fallido canje.
El segundo caso, también grave por lo emblemático antes que por lo cuantitativo, fue la rotunda negativa de los tenedores de bonos emitidos por la Provincia de Buenos Aires BP21, a prorrogar por escasos 90 días el vencimiento de un servicio de apenas U$S256 millones.
El esfuerzo del gobernador Axel Kicillof por sancionar una ley impositiva que permita recuperar la recaudación perdida por el gobierno provincial anterior sin incidir a los contribuyentes de menor capacidad, y a la vez contar con los recursos para afrontar el año 2020, reparando la grave situación social recibida, fue mellado por la intransigencia de los agentes financieros.
Es inexplicable que los tenedores de bonos provinciales no hayan accedido al razonable planteo de la gobernación casi tanto como las declaraciones desafortunadas de los ex ministros de la administración Vidal, que festejan las consecuencias del desastre que provocaron.
El comportamiento de los mercados, contrastante con el accionar diplomático, abre interrogantes sobre cuál será la postura de los operadores de Wall Street frente a la oferta que pueda realizar Argentina el mes próximo.
Decíamos en la columna anterior, que el FMI aparece representado hoy con una burocracia asustada, consciente de los fallos institucionales cometidos en el apoyo al gobierno de Macri, y a la espera del pronunciamiento de su principal mandante, los EEUU. Pero que, a la vez, los intereses del organismo multilateral tendían a colisionar con los de los tenedores de bonos. Cuanto más dura y beneficiosa para la Argentina sea la reestructuración con los tenedores privados, más recursos se liberarían para afrontar las acreencias con el FMI, es la reflexión de la burocracia del organismo.
Argentina ha apretado el paso de la negociación con un cronograma de resolución en el inmediato bimestre enero/febrero para ingresar a la reestructuración con la deuda en situación normal, “performing”. Un retraso en el cierre agotaría esta posibilidad por la escasez de recursos para continuar atendiendo los servicios. La dureza de los bonistas, además de la mencionada controversia con el FMI, también cabalga en esa urgencia de concluir el esquema de sustentabilidad de la deuda.
El Gobierno ha decidido comprometer su inicio, los habituales 100 días de arranque, en resolver la restricción del endeudamiento para despejar el horizonte de despegue de la economía. Excepto la atención inmediata del grave problema del hambre masiva, ha colocado el resto de la política económica en el “freezer” hasta tanto se cierre la negociación externa en curso. De hecho, el Ministro de Economía sólo ha abordado el problema financiero.
Diplomacia y tensiones se despliegan en verano, el otoño marcará un nuevo tiempo.