Todo empezó el lunes 16 de mayo de 2016. Mauricio Macri llevaba en el poder apenas seis meses y ya había despidos, inflación, devaluación y desempleo y se esperaba el ansiado "segundo semestre".
Ese día un grito rebotó en todo el país y se escucha hasta hoy. "Macri gato". Sucedió en Calilegua, a casi un kilómetro de Libertador General San Martín, provincia de Jujuy.
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Allí, el joven Luis Llanos fue detenido por gritarle "gato" al Presidente. El video con su detención se volvió viral y la frase se inmortalizó. Tanto que llegó a banderas, afiches y hasta cruzó las fronteras.
LA DENOMINACIÓN "GATO"
Sobre esta controvertida y extraña palabra que nada tiene que ver con el felino, el periodista Rodolfo Belonne del portal Lacorrienteavanza.com.ar explica la idea del "gato" y cómo calza a la perfección con la figura de Macri.
"Durante la década del 30, en Buenos Aires, era común ver en la puerta de los teatros de revista a señores ataviados con sus mejores galas y cargados de regalos, que buscaban la compañía de las actrices, cantantes o bailarinas de la obra.
En la versión más ingenua, si la dama en cuestión aceptaba el trato, empezaba una larga expedición por bares, restaurantes y locales nocturnos, que configuraba una relación ganador-ganador para ambas partes; ella se hacía pagar los copetines y él se mostraba en público con una mujer deseada, generando la codicia de sus pares. A estos señores se los empezó a llamar "gatos", y aunque recientemente descubrimos que "gauchada" viene de gaucho, este gato no refiere al mamífero felino, sino al que "gatilla", que en buen lunfardo, es quien paga. Con los años, el término fue pasando de quienes pagaban a quienes eran pagados y después, su consecuente asociación a la prostitución.
En el lenguaje carcelario, que se nutre profusamente del lunfardo, además de por una afinidad cultural, por la necesidad inicial de cifrar los mensajes, se adoptó el término rápidamente adecuándolo a las necesidades particulares. Así, en la "tumba", el "gato" es el "mulo" del "poronga" de la "ranchada", es decir que es el sirviente del jefe del pabellón.
El "gato" ejerce una autoridad prestada ante los demás, que paga con su servilismo ante el jefe, que a su vez, deja en claro todo el tiempo y frente a todos, quién es el jefe y que el respeto requerido para con el "gato", es en realidad, para con él. El "gato" es el que recauda para el jefe y su bienestar recae en la eficacia de su acción, por lo tanto, es muy celoso e impiadoso en su trabajo. El "gato" por sobre todas las cosas, desprecia al que está en inferioridad de condiciones y admira a quien lo utiliza. El "gato" no es un esclavo que quiere ser libre, es un esclavo que anhela ser esclavista. Lo más ajeno a un "gato" es la solidaridad.
A Luis Llanos seguramente no lo hubieran detenido si le hubiera dicho "representante de las corporaciones que transfiere recursos a los sectores concentrados y carestía a los más desposeídos, generando un estado de desigualdad que empuja a un vasto sector de la sociedad a la pobreza, despojándola de sus derechos y sometiéndola a situaciones de injusticia que lesionan su condición humana".
A Luis Llanos lo mató la síntesis."