Los distintos reportes económicos que se escribieron post PASO coinciden en tres aspectos: primero, que la elección no está cerrada, ni mucho menos. Segundo, que eso obligará a los dos candidatos con más chances de llegar a la presidencia, Daniel Scioli y Mauricio Macri, a definir un discurso económico con más precisiones y menos generalidades, buscando al electorado de centro. Y, tercero, que la falta de dólares es el único problema del frente interno que puede agregar algo de ruido económico en estos dos meses y medio.
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El Gobierno hizo los deberes para que los bolsillos lleguen llenos a la elección, y la economía ya lo siente. Distintos indicadores que muestran la evolución de la economía volvieron a arrojar signos positivos en los últimos meses, tras un tiempo prolongado de recesión o estancamiento.
La construcción creció 16% interanual en junio, según el Indec. Otros datos privados sostienen esa mejoría: el índice Construya, que elaboran las empresas del sector, creció 2,9% mensual en julio. Esa mejora de los últimos meses significó la creación de 32.000 puestos de trabajo, una parte de lo que se había perdido desde que el cepo cambiario hirió de muerte a los emprendimientos privados.
El patentamiento de autos cero kilómetro detuvo su caída libre en julio, al crecer un tenue 0,3% interanual, según la Asociación de Concesionarios (Acara). Las ventas minoristas, por otra parte, crece un 1,9% en el año y aumentó 1,7% en julio, según la Cámara Argentina de la Mediana Empresa (CAME). La comparación es contra un año recesivo, pero el crecimiento del consumo da respiro a la economía.
"No veo internamente nada que pueda derrumbar la tendencia al consumo o generar una caída en la producción", afirmó el economista Dante Sica, director de la consultora Abeceb.com. La consultora Empiria, una de las más pesimistas de cara al futuro inmediato, reconoció que el consumo "constituye uno de los principales amortiguadores de la recesión en 2015, por el freno en la caída del salario real y la recuperación real de las jubilaciones y planes".
La industria, en tanto, mostró una recuperación del 0,9% en el último trimestre, tras cinco trimestres de caídas interanuales, según el indicador de FIEL. Parecería salir del fondo del pozo.
La mejoría en la actividad, el cierre de paritarias, la actualización de los planes sociales y la mayor emisión monetaria aceleraron la inflación. Julio terminó con el avance más alto del año, según la consultora Elypsis: 2,1%, aunque la medición interanual desacelera a 23,8%.
Dólar
La escasez de divisas, coinciden los economistas, es el principal problema de la economía de cara a octubre. Aunque tanto el ministro de Economía Axel Kicillof como el presidente del Banco Central, Alejandro Vanoli, intentan llevar calma, la salida de dólares es evidente.
La compra de dólares para ahorro alimentaba la oferta del blue, lo que reducía la brecha entre los dos tipos de cambio. La bicicleta del pequeño ahorrista llamada "puré" consiste en comprar dólares al tipo de cambio oficial más la retención de 20% a cuenta de ganancias y venderlos en el mercado paralelo. Desde agosto, eso dejó de suceder y el tipo de cambio informal se estabilizó alrededor de los $ 15. "La brecha cambiaria es lo único que le puede generar ruido hoy al Gobierno" en el frente interno, afirmó Sica.
La percepción de que el dólar oficial estará barato por poco tiempo pospone decisiones de consumo e incrementa la demanda de divisas. A eso se suman la predecible dolarización de carteras de los inversores previa a cualquier elección y el exceso de pesos con los que el Banco Central financia el déficit del Tesoro. "Se están generando muchos elementos en contra de esta pax cambiaria, y la inyección de pesos al Tesoro alimenta esta dinámica", afirmó Rodrigo Álvarez, director de la consultora Analytica.
La venta de dólares a ahorristas, el pago a importadores y el pago del Boden 2015 en los primeros días de octubre (u$s 5900 millones) atentarán contra las reservas del Banco Central. La entidad que preside Vanoli todavía puede apelar a unos u$s 2000 millones del swap cambiario con China y hasta extender el intercambio de monedas para contar con el equivalente a u$s 11.000 millones adicionales.
Del otro, lado, la liquidación de los "sojadólares" de los que se nutre la entidad monetaria decrece y la balanza comercial se achica, porque las exportaciones caen más que las importaciones.
Brasil, China y la soja
Si las economías regionales y el sector automotriz ya sufrían la recesión brasileña y la devaluación del real, que roza el 50% en un año, en los últimos días se sumaron dos malas noticias: China, el otro gran socio comercial y estratégico, se sumó al club de los devaluadores, y la soja y el resto de los commodities volvieron a bajar.
El peso es la única moneda de la región que no se deprecia en términos reales, lo que afecta la competitividad de los exportadores y hace más baratas las importaciones. "El peso se mueve al ritmo del dólar global y profundiza su apreciación hasta alcanzar niveles equivalentes a los del último período de la convertibilidad", afirmó Elypsis.
La soja bajó 6% el miércoles, luego de que Estados Unidos reportara que tendrá una mejor cosecha de la que se esperaba y en medio de tres devaluaciones seguidas del yuan, que hacen prever una menor demanda de la oleaginosa en China.
La noticia llega cuando decrece el ritmo de liquidación de las exportaciones y, por lo tanto, el ingreso de dólares al BCRA. "Luego de que en la primera quincena de julio el agro liquidó u$s 150 millones por día, en la segunda mitad del mes cayó a u$s 90 millones diarios, tendencia que se afianzó en la primera semana de agosto con apenas u$s 69 millones diarios", alertó Analytica en un informe.
Kicillof dice que las turbulencias en el frente externo no lo sorprenden y que su política anticíclica contaba con estas eventualidades, afirmaron en su entorno. Vanoli sostuvo que la devaluación del yuan no impactará en las reservas. El presidente del Banco Central está más pendiente de lo que suceda con el real y confía en que el yuan haya detenido su depreciación. También espera que esta guerra de monedas posponga la decisión de la Reserva Federal de Estados Unidos de subir su tasa de interés, lo que agregaría más presión a los mercados emergentes, y a Brasil en particular, tan dependiente de los dólares golondrina.