Abel Ayala, el actor que encarnó a César en la primera y segunda temporada de El Marginal , relató la difícil infancia que atravesó y contó como la actuación le cambió la vida.
En Podemos Hablar, Ayala habló de su vida en a calle desde los 9 años y las crudas situacones que tuvo que vivir en esas condiciones.
"Me crié con mis abuelos. A los 9 años me fui de mi casa y no volví más. Me fui a vivir a la calle. Prácticamente vivía en la calle, no estaba en mi casa. Entonces, no hubo una transición concreta, yo iba y venía y un día no volví", contó el actor.
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Al tiempo que detalló cómo fue que se enteró que su madre era quien él pensaba que era su hermana. "Lo que pasa que éramos muchos, muchos tíos, muchos primos, mucha gente, y no estaba claro el tema de las relaciones. En ese momento mi mamá biológica era mi hermana y mi abuela era mi mamá biológica. Era lo que ellos me decían, y yo creía eso. Después cuando me fui, cuando llegué al hogar, ahí me di cuenta que mi hermana era mi mamá".
Ayala terminó en un hogar, donde vivió hasta los 17 años cuando le cambió la vida. "Ya había empezado a trabajar, cuando hice El Polaquito, a los 12. Un día Desanzo (Juan Carlos) llegó y nos reunieron en el comedor a todos los chicos, nos dijeron que estaba preparando una película sobre la vida de un pibe de la calle y que él quería trabajar con un pibe de la calle, que por eso estaba ahí", contó.
Y apuntó: "Y bueno, preguntaron quién quería hacer el casting y me sumé. Lo hice y a los dos meses me reunieron en la oficina de los coordinadores y me dijeron que Desanzo quería que yo hiciera la película. Fue increíble, porque además él me iba a buscar todos los días al hogar y la llegada de El Polaquito me abrió la posibilidad de conocer otros universos", agregó al respecto, para luego referirse a si había vuelto a tener contacto con su familia.
El actor indicó además que nunca volvió a buscar a su familia, sino que ellos lo encontraron "al tiempo, cuando yo ya estaba en el hogar". "Me acuerdo que cuando me encontraron yo ese día me puse a llorar, tenía mucho miedo porque pensé que ellos me iban a sacar de ahí y yo me quería quedar. Elegí quedarme hasta los 17 años. Después me alquilé una casita con mi mejor amigo del hogar ", añadió.
Ayala incluso intentó volver a vivir con su madre, pero no logró congeniar con la situación y siguió su vida en soledad, que incluyó una corta estadía en Europa.
"Ellos tuvieron una vida muy dura también, y es la vida de la gran mayoría de la gente en la Argentina. Cuando no tenés un peso toda la vida se hace muy complicada en todos los sentidos, y a veces vienen hijos sin desear, y uno se encuentra con accidentes, y uno cría a sus hijos como puede… Es muy duro", concluyó.