El titulo se lo pedimos a Dante Panzeri y su memorable libro sobre el fútbol. Pero vale porque la política se espeja en algunas nociones con ese deporte, principalmente en la marca de lo colectivo. El inesperado rayo que el sábado 18 de mayo cayó sobre la política argentina, incluso también regional, implicó un juego colectivo: no era solo la propuesta de Cristina Fernández y la aceptación de Alberto Fernández, sino, y diríamos por sobre todo, la recepción que esta noticia iba a tener en la sociedad, en los votantes que reconocen en Cristina a su principal conductora pero también en sus adversarios, algunos de ellos, enemigos.
Hay un sesgo, una distinción notable en la ex Presidenta: su capacidad de invención política. Tentados a escribirlo en mayúscula, no puede omitirse que nadie, absolutamente nadie, siquiera sospechó esta propuesta; lo cual implica que los diferentes actores políticos no estaban preparados para ensayar una respuesta inmediata. Y se notó. El macrismo deambuló entre ignorar la novedad, alguna ironía, o recaer nuevamente en su macartismo histórico y hacer comparaciones poco menos que ridículas. Como dijo un gran twitero: la semana pasada Alberto manejaba la Corte Suprema y ahora nos dicen que es un triste chirolita. Esta decisión de Cristina Fernández, casi obliga al gobierno a generar algún hecho político. Hace meses que Cambiemos no lleva adelante alguna acción con cierto significativo impacto en lo público y en la vida cotidiana de los habitantes. Realiza anuncios que mueren en las palabras como una ya desconocida lista de precios esenciales, o la supuesta “revolución de los trenes”, la ya olvidada pobreza cero o el control de la inflación. Nada, el Gobierno parece no reaccionar o mantener una estrategia política consistente en encerrarse en sus ideas, las cuales por otra parte no funcionan (salvo que bajar la inflación no sea un objetivo). En estos días es probable que el radicalismo ratifique su pertenencia a Cambiemos, pero que también pida ampliarla; el problema es que el “campo” ha quedado muy corto y aunque se levanten los alambrados no hay tierra nueva por conseguir. Porque la nueva fórmula presidencial tiene una virtud notable: impactó en los espacios disponibles a la hora de pensar alianzas.
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Porque la noticia generó movimientos notables al interior del peronismo. Al menos 10 gobernadores manifestaron ya su adhesión a la fórmula y no es común esa adhesión tan inmediata, huelga decir. Asegurados ya, o casi, en su poder provincial quizás no sea tan relevante lo que finalmente sucede en la presidencial; por algo tantos gobernadores separan su elección de las nacionales.
Sin embargo, esta vez parece ocurrir una suerte distinta: no quieren otro gobierno de Mauricio Macri; ese es el punto de partida de toda discusión política presente. Mandatarios que han mantenido en orden sus cuentas públicas, cuidando celosamente el déficit fiscal, se ven sacudidos y con futuros inciertos, ante un economía que retrocede día a día con cierre de fábricas, de comercios y consecuentemente caída del empleo. Otros cuatro años de políticas de la misma dirección que la actual, dejará las economías regionales en una situación gravísima. ¿La fórmula Fernández puede ser la llave para salir de este pantano? Bienvenida, pronunciaron esos gobernadores.
Dos precandidatos presidenciales, Felipe Solá y Agustín Rossi, declinaron en sus aspiraciones y con ellos sus apoyos. El llamado Peronismo Federal, no se ha expresado aún con claridad. Sergio Massa, se ha mostrado proclive al diálogo y AF ha expresado que quiere conversar con él. ¿Es tentador para Juan Schiaretti emprender la tarea de convencer los pocos gobernadores que no se han definido para apoyar una fórmula encabezada por Roberto Lavagna que tal vez no cuente con el apoyo radical?.
También, pero principalmente dado que se trata de una instancia electoral, la noticia impactó en el electorado. No podemos dejar de mencionar el curioso enojo en sectores antiperonistas que se manifestaron en las redes desde el mismo sábado: recordando peleas entre los miembros de la fórmula, que era una jugada de CFK, etc. ¿No pueden procesar que la “soberbia” Cristina elija de candidato a alguien con quien estuvo políticamente distanciada y peleada durante 6 años? No cabe duda que en esos sectores el rechazo al otro es más constitutivo de su identidad que sus propios valores.
Pero el punto son los propios. Las y los que tienen en Cristina Fernández a su referente político indiscutida ¿asomó en las primeras horas del sábado un pensamiento parecido a la desazón? Es probable. Cristina ha demostrado sostener en las adversidades de estos cuatro años, incluso en la derrota electoral de 2017, un liderazgo indiscutido. No surgió en el peronismo alguien con el suficiente volumen para cuestionarle la primacía, y fue paradójicamente esa situación, la que le permitió tomar esta resolución de correrse de la candidatura presidencial hacía la vice, bajándose, sin bajarse. Sus seguidoras y seguidores más fieles sin duda la querían a ella otra vez en el sillón de Rivadavia. Pero en una lógica semejante a la de los gobernadores que mencionamos recién, también quieren el fin de políticas de ajuste perpetuo, de empobrecimiento, de falta de horizonte; al igual que, según plantean las encuestas, lo están buscando la enorme mayoría de la ciudadanía. Y entre esas necesidades y la fuerte vinculación con la líder, también puede derivarse la aceptación de esta fórmula, porque, al fin y al cabo, Cristina estará allí, no se desprende de esta construcción. Asumió que su candidatura no era una carta indiscutible para el triunfo y eso demuestra que lejos de ser una persona guiada por sentimientos de cualquier especie, Cristina Fernández demostró ser una dirigenta político absolutamente racional y con una capacidad de lectura poco común en estos días.
En suma, la designación de Alberto Fernández como candidato parece cumplir varios objetivos simultáneos: encaminarse a una amplia unidad del peronismo, presentar un perfil más “acuerdista” para la etapa que se avecina, asegurar votos fieles, dada la permanencia de CFK, la posibilidad de sumar por afuera y acaso evitar el surgimiento de salidas a la Brasil. A la vez, en una práctica que no es común en el peronismo, la fórmula ha sido la primera en ser lanzada al espacio público, lo cual le permite iniciar negociaciones para otros cargos (nada menos que la candidatura a la gobernación bonaerense) e incluso desplaza la expectativa generado hace apenas horas sobre el inicio del juicio sobre la misma Cristina. Todo el titubeo del oficialismo judicial por “correr” a Cristina del juego electoral, queda ahora sin sentido.
La fórmula ya está instalada y su impacto dice mucho de los que significa. Restan negociaciones no menos importantes. Esta el perfil de la campaña y construir esa agenda de cara a un nuevo gobierno popular. El primer paso, parece dado.