"Si se liberan las exportaciones no se come más carne". Así, tajante, es la conclusión del vicepresidente de la Asociación de Propietarios de Carnicerías de la Ciudad de Buenos Aires, Alberto Williams.
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Concretamente, la producción ganadera reparte los cortes de la vaca en delanteros, que se consumen internamente, y traseros, que es lo que demanda el mercado mundial. Con el negocio en pleno funcionamiento, la rentabilidad quedaría nivelada, sin sobreprecios en el mercado interno, que distorsionan la actividad y los valores, según la explicación del dirigente.
"No necesariamente deberían aumentar los precios (si se cumplen los anuncios), pero somos todos empresarios argentinos y no siempre se hace la cuenta proporcional (para aumentar) si el abastecedor me viene con un aumento. Son tantos operadores que puede haber arrastres puntuales (de subas)", aseguró Eiras.
Coincidió el productor de ciclo completo de la localidad bonaerense de Tandil, Martín Palma, consultado por El Destape. El de la carne "es el único mercado del mundo que tiene competencia perfecta en el Mercado de Liniers (hay más de 20.000 oferentes). Pero lo que está sucediendo ahora (los aumentos) es en parte expectativas, y parte de otras cosas. Aunque hay un precio de referencia y punto", advirtió.
Aunque Argentina nunca exporto más del 20% de la producción, el impacto (tanto para el consumidor, como para el productor) es importante. "Habría que lograr eso, que se pueda exportar y vender a precios internacionales, y eso no se debería trasladar a precios. Podemos tener un mercado interno abastecido, porque el potencial de producción está sano", se ilusionó Eiras.