Insultos y bronca de los presos de Dolores: cómo es la vida en la cárcel de los rugbiers acusados de matar a Fernando Báez Sosa

Después de una semana en el penal, se filtraron datos de cómo conviven los diez detenidos con el resto de los convictos.

06 de febrero, 2020 | 19.54

Por primera vez este jueves los familiares de los rugbiers acusados de matar a Fernando Báez Sosa hicieron la visita semanal al penal de Dolores. Los diez jóvenes de Zárate están desde el pasado miércoles en la celda de la alcaldía del penal, que cuenta con camas cucheta y un solo inodoro para compartir. 

Según confirmaron, están son vigilados estrictamente por un oficial del Servicio Penitenciario Bonaerense y todos los días deben pasar por una requisa exhaustiva. 

Entre los presos aumenta la tensión, ya que muchos aseguran que los chicos cuentan con privilegios. "Están en un pabellón de refugiados, los giles de mierda", habría dicho una chica en las afueras de la penitenciaría.

Según detalla una nota de Infobae, "el SPB no puede correr riesgos en un caso de alto perfil mediático" por lo que los rugbiers no se cruzan con otros presos, ni siquiera cuando atraviesan el penal para bañarse en las duchasCobardes”, “giles” y “nenes de mamá” son algunas de las definiciones, entre los internos, para describirlos.

"Loco, ¿qué onda 'los rugby’? Dicen que hacen eso con todos los que entran y a cualquier guachito que ingresan lo apuñalan o lo cagan a trompadas o le roban las zapatillas, no como a estos giles que les hicieron una pieza para diez", afirmó un preso de otro pabellón según relató el portal de noticias.

Es que en ese penal, en el que debería haber 350 presos, hay unos 885 detenidos. Las autoridades aseguraron, que la acción de mantenerlos aislados se debe a que se trata de un caso mediático. No se cruzan con otros presos, ni siquiera cuando se van a bañar en las duchas. También hay quienes aseguran que tratan mal al personal de seguridad y que incluso los insultan.

 El contacto con su familia es semanal, donde tienen una sola hora reloj para verlos. Mientras tanto, se les permite hablar por teléfono una hora diaria en teléfono público y deben turnarse entre los diez para hablar con una tarjeta prepaga. Además, cuentan con el apoyo de un psicólogo y un pastor evangélico externo al penal que les ofrece "ayuda espiritual".

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