Después de surfear entre el massismo y el Frente para la Victoria, Martín Insaurralde finalmente optó por una tercera opción: volver a la intendencia de Lomas de Zamora, de donde en realidad nunca se fue del todo (solo se pidió licencia). Las encuestas lo ubican muy por encima de los demás precandidatos, por eso decidió que volverá a sus pagos después de su casamiento, para fortalecer su perfil de buen gestor y desde allí catapultarse a la gobernación bonaerense.
Lo que no definió todavía es en qué espacio. A pesar del coqueteo con Massa, Insaurralde se sentó religiosamente en su banca del FpV en Diputados y acompañó casi todos los proyectos. para el oficialismo, eso es suficiente. En ese espacio, su competidor directo sería Diego Bossio, un protegido de la Presidenta al que las encuestas no respaldan.
Este contenido se hizo gracias al apoyo de la comunidad de El Destape. Sumate. Sigamos haciendo historia.
Su pase al massismo peligra por un factor: Darío Giustozzi. En privado, el ex intendente de Almirante Brown amenaza con abandonar el Frente Renovador si Insaurralde le saca el lugar en la marquesina. El miedo de Giustozzi tiene asidero, porque hubo un antecedente. En febrero, Massa cerró el pase del intendente de Merlo, Raúl Othacehé, y dejó en offside a Gustavo "Mochila" Menéndez, que había sido su candidato en ese distrito en 2013. Mochila hizo las valijas y corrió a refugiarse bajo el techo de Daniel Scioli. Giustozzi podría seguir sus pasos, aunque con destino incierto.
"A Insaurralde no lo quiere nadie", se atreven a afirmar desde el sciolismo ortodoxo. La falta de definición lo dejó boyando entre dos espacios cuyo enfrentamiento transita un pico de intensidad después de las inundaciones, en las que Lomas de Zamora fue uno de los municipios menos afectados. El lomense, entonces, seguirá jugando callado. Se casará el sábado y después usará sus buenos números para negociar con dos de los invitados. Si es que van.