Coronavirus, o más específicamente el COVID-19, es el tema que ocupa hoy, con justa razón, toda la agenda mediática. No es para menos, y tanto medios como periodistas tendrán un rol central en estos días. Unos se ocuparán para brindar información y otros, como es su costumbre, de promover negocios y fama. La información versus el show, la comunicación versus la espectacularización de algo tan grave como esta pandemia.
En Argentina existen protocolos para el tratamiento periodístico de situaciones de crisis así como leyes que protegen los datos personales, y ambas se incumplen en la banal búsqueda de un punto de rating o unos likes en las redes sociales de algunos periodistas. Romper esa (i)lógica es uno de los desafíos de estos tiempos.
El show no debe continuar
Este contenido se hizo gracias al apoyo de la comunidad de El Destape. Sumate. Sigamos haciendo historia.
Hay un organismo público cuya función es proteger a las audiencias de televisión y radio, la Defensoría del Público creada por la Ley Audiovisual durante el kirchnerismo. La Defensoría sobrevivió la derogación de facto de la ley Audiovisual que hizo Mauricio Macri apenas asumió el Gobierno pero, en los hechos, fue vaciada, intervenida y sus áreas de investigación y seguimiento de televisión y radio desarticuladas. Hace unos días el Congreso desplazó a los funcionarios PRO y designó como nuevo interventor normalizador al diputado Rodrigo Rodríguez.
Pese a todo, en estos días la Defensoría volvió a difundir un decálogo de recomendaciones para la cobertura de la pandemia del COVID-19. En diálogo con El Destape José Ferrero, Director de Comunicación Defensoría, afirmó: “Hoy, más que nunca, es fundamental que las y los comunicadores brinden información socialmente relevante que provenga de fuentes oficiales. Para ello, el organismo puso a disposición una serie de recomendaciones que gira sobre la responsabilidad social que conlleva comunicar en radio y televisión entendiendo que la comunicación es un derecho humano inalienable”. Respecto a este decálogo, Nadia Koziner, investigadora del CONICET y la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ), sostiene que “todos los medios lo deberían seguir a rajatabla”.
Consultada por El Destape, la investigadora Koziner planteó: “Por lo que he visto en estos días, la lógica de producción y organización de los contenidos en términos de espectáculo que difunden muchos medios en relación con el COVID-19 no se distingue de la que prima en el tratamiento de otros temas de interés público. Por caso, la excesiva atención a historias individuales con un enfoque moral en desmedro de un tratamiento estructural y contextualizado del fenómeno, que aporte información socialmente relevante para prevenir y ralentizar el avance del virus”. Da como ejemplos los casos del joven que volvió de Brasil y detuvieron en Plaza Once, el caso de la persona que regresó de Uruguay en Buquebus o las parejas detenidas en un hotel de alojamiento, y afirma que “poco aporta al tratamiento responsable de la emergencia sanitaria que estamos atravesando”.
Santiago Marino, investigador y docente de la UBA y la UNQ, analiza que “en a la cobertura de la pandemia del coronavirus lo primero que entiendo es que hay una distinción central por plataformas”. En diálogo con este medio, explicó: “Por un lado, percibo que los canales de televisión abierta y sobretodo las privadas desarrollan una cobertura espactacularizante de la cuestión, trabajando todo con la lógica del último momento, en especial las las señales que tienen una barrida de pantalla para tal fin como TN o C5N. Incluso A24 trabajan bajo la noción de alarma con música espactacularizante. Pero eso de combina con la convocatoria a especialistas que, si bien en algunos casos incumplen el aislamiento o la imposibilidad de circular o la cuestión de ser de grupos de riesgo, aportan conocimiento, tranquilidad y raciocinio a un panel de periodistas que suelen preguntarles demandando mayor angustia. Me parece que eso es muy marcado. Las radios reaccionaron de un modo más claro y mejor, reordenando por un lado sus espacios de trabajo y por otro lado trabajando con una proyección más vinculada al contacto con sus oyentes. La prensa gráfica me parece que en este caso ve el último de los golpes grandes a su circulación cotidiana porque claramente la información viene por el lado de lo que sucede en la páginas web
Por ahora, lo que prima en los medios audiovisuales es el desconocimiento, real o consciente, de las recomentaciones. Marino sostiene que “el incumplimiento de las recomendaciones que había desarrollado la Defensoría del Público es muy marcado. Me parece que es otro efecto de la lesión que a la Defensoría le realizó la intervención decidida por el Gobierno anterior, dado que no ha sido un referente en esta situación crítica como debería haber sido y como fue en otros momentos. De todos modos ahí está a mano y me parece central y se utilice. Es un gran trabajo y es un instrumento para los profesionales de los medios
Agenda única
Los medios de comunicación están abocados, casi en su totalidad, al coronavirus. Esteban Zunino, investigador del CONICET, realiza un seguimiento de la agenda mediática desde el Observatorio de Medios de la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo) y sistematizó una serie de datos que compartió con El Destape. El informe sistematiza el tratamiento que hacen Infobae, Clarín y La Nación.
Si bien este nuevo coronavirus se identificó como tal el 9 de enero, el tema tardó en llegar a la Argentina. Los dato de la UNCuyo revelan que la primer semana de marzo el tema ocupaba el 20% de la agenda pero que esta semana ya ocupa el 86% del espacio en esos medios. En el mismo período la economía pasó del 28% al 3%. Política del 30% al 10%.
A principios de mes la cuestión económica era la central, pero con los días el coronavirus se impuso. Hasta ahora, la agenda mediática de marzo de los 3 mayores medios del país estuvo distribuida un 45% para coronavirus, 17,8% para economía y 15,6% para política.
Dentro del estudio de Zunino es interesante cómo valoran Infobae, Clarín y La Nación las iniciativas del Gobierno. Hasta ahora, crisis del coronavirus incluida, marzo arroja un 47 de valoración indefinida, 30% negativa y 22% positiva. Sin coronavirus las negativas aumentan. Pero el estudio también indaga específicamente sobre la valoracion de las medidas del Gobierno respecto al coronavirus. En Infobae, Clarin y La Nación el 46,7% tiene una valoración indefinida, el 40% positiva y un 13,3% negativa.
Datos oficiales
Hay un viejo pero actual lema de los periodistas y es que no hay que quedarse con la versión oficial. Las investigaciones periodísticas o el día a día del periodista de judiciales o policiales conocen bien de este precepto. Con una pandemia de un virus nuevo y con el Estado como ariete central en su combate la cuestión de la información oficial adquiere otro talante.
El primer punto del decálogo de la Defensoría del Público plantea: “Difundir información proveniente de fuentes oficiales y especializadas en la temática”. Los primeros días en que se conoció la existencia del coronavirus a nivel global continuaba una típica pero no por eso buena práctica periodística de pedirle opinión sobre el tema a famosos. Fue muy conocido el caso de Jürguen Klopp, director técnico del Liverpool, cuando un periodista argentino le preguntó, tras el partido de su equipo con el Atlético de Madrid, si no creía que los jugadores de fútbol estaban expuestos ante el coronavirus. La pregunta no era del todo errada, ya que fue el 11 de marzo cuando la OMS declaró la pandemia, el virus ya circulaba por Europa, el equipo inglés enfrentó al Atlético de Madrid, las escuelas en España ya estaban cerradas y la liga española se jugaba sin público. Pero lo interesante es la respuesta de Klopp: “No es importante lo que digan las personas famosas. ¿Por qué a mí? Yo solo llevo una gorra de béisbol y estoy mal afeitado. Hay que hablar de las cosas de la manera correcta y no las personas sin conocimiento, como yo, que hablan de algo que no saben. Son las personas con conocimiento las que deberían decirle a la gente que haga esto o lo otro y si esto está bien o no. No entrenadores de fútbol. No entiendo de política, del coronavirus…”.
Hubo más casos de difusión de opiniones de famosos de todo tipo, que esta columna no va a reproducir para no retroalimentar esa práctica. Basta recordar que Clarín y La Nación anunciaron que eliminaban el paywall, el muro de pagos, para todas aquellas publicaciones vinculadas al coronavirus mientras difundían “La carta astral del coronavirus: como seguirá la situación según la astrología” o la opinión de una astróloga sobre la pandemia. El investigador en medios Santiago Marino plantea, por su lado, la hipótesis de que no cobrar por los contenidos de coronavirus “también puede ser pensado para no perder audiencia” frente a portales que no lo hacen nunca, como Infobae o El Destape.
La segunda recomendación de la Defensoría es “Brindar información socialmente relevante”, en este caso, repetir síntomas y mecanismos de transmisión, medidas de prevención, líneas telefónicas para dudas o denuncias.
Antipánico
La percepción, más que los hechos, llevan a las personas a actuar en una emergencia”, afirma el cuadernillo que distribuyeron la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) para capacitar periodistas ante la pandemia de COVID-19.
Entre sus recomendaciones, la Defensoría también alerta sobre “El rol social de quien comunica: promover abordajes rigurosos y evitar el pánico”. Los periodistas como sujetos políticos, la doble responsabilidad de informar y no alarmar, de comunicar y no pensar en su minuto de fama con una falsa primicias. “Se sugiere evitar la difusión de conjeturas personales, rumores, titulares e imágenes de alto impacto, al igual que magnificar los datos (cifras de personas contagiadas, falta de suministros sanitarios, entre otros aspectos) en pos de la espectacularización. Evitar que se fuercen las coberturas cuando no haya nuevos datos constatados para comunicar. Se trata de privilegiar la información socialmente relevante y no de ‘llenar’ espacios”, plantea el decálogo.
Koziner, investigadora en medios, plantea: “La ‘infodemia de rumores y desinformación’ acerca de la cual alerta la OMS (que, técnicamente apunta a la difusión de mala información a través de datos falsos), puede tener consecuencias graves para la salud de la población, por promover el pánico y/o la toma de decisiones riesgosas, pero el tratamiento espectacularizado, dramatizado y focalizado en historias individuales en busca del rating también colabora con esa situación”.
Datos Personales
“Tratamiento de datos personales ante el Coronavirus”. Si en general lo medios no respetan intimidades, en medio de esta pandemia esas malas prácticas se repiten. Ante eso, la Agencia de Acceso a la Información Pública publicó, bajo ese título, las cuestiones que deben tenerse en cuenta. Allí advierten que “el tratamiento de información referida a la salud es una actividad que debe llevarse adelante con especial cuidado, respetando la privacidad de las personas, de acuerdo a la Ley 25.326 de Protección de Datos Personales”
La ley establece que los datos de salud “son una categoría de datos sensibles y en consecuencia merecen una protección más rigurosa”, que “la divulgación del nombre de un paciente que padezca de coronavirus requiere de su consentimiento”, que “establecimientos sanitarios y los profesionales de la salud pueden procesar y cederse entre sí datos de los pacientes, siempre y cuando cumplan con el secreto profesional”, que “la obligación de secreto profesional subsistirá aun después de finalizada la relación con el paciente” y, esta para medios y periodistas, “usar la información del paciente con fines incompatibles con su tratamiento médico, se debe requerir su consentimiento pleno, libre e informado”
Beatriz Busaniche, de la Fundación Vía Libre, trabaja hace años en cuestiones de protección de los datos personales. Consultada por El Destape, plantea: “Sabemos que los datos personales son elementos fundamentales en la sociedad de hoy y que su uso práctico puede ser muy útil a la hora de hacer trazados de casos, localización de clusters de contagio, aportar información a la ciudadanía y muchos otros usos diversos que pueden ser importantes para contrarrestar el avance del coronavirus. Sin embargo, es indispensable que los datos personales sean resguardados con total y absoluta responsabilidad durante la emergencia y más allá. No es bajo ninguna circunstancia una política apropiada y responsable la publicación de nombres de personas contagiadas (como hizo un medio de comunicación hace unos días con los primeros casos en el país) o la difusión de identidades de personas involucradas como el caso del joven que llegó en Buquebus. Ese tipo de cuestiones incentivan no sólo el morbo sino eventualmente la violencia, en un momento en el que es indispensable que los medios de comunicación contribuyan a la calma social.”
Una vez más, medios y periodistas serán muy importantes. Así lo expresa Busaniche: “Los medios de comunicación tienen un rol clave que cumplir, no sólo informando con responsabilidad sino también respetando a los derechos a la privacidad y los datos personales. Si alguien infringe la cuarentena y es detenido o notificado y actúa la justicia como debe actuar, el linchamiento social está lejos de ser una conducta deseable”.
La Defensoría también recomienda: “En la difusión de casos representativos priorizar el trato respetuoso. Evitar centrarse en las historias más dramáticas. En todos los casos, respetar los derechos personalísimos. En particular, no afectar la dignidad, el derecho a la imagen, así como la intimidad de las personas afectadas, o involucradas en las coberturas”.
Otro eje de la cuestión datos personales es que la situación de aislamiento obligatorio es, de por sí, excepcional, y choca contra derechos constitucionales con el fin de frenar esta pandemia. El propio presidente Alberto Fernandez, al anunciar el domingo esta medida, dijo que debía ejecutarse en el marco de la democracia, advertencia que puede leerse tanto para las fuerzas de seguridad como para la utilización de datos personales. Busaniche es enfática al repecto: “No permitamos además que este estado de excepción tan severo en el que estamos sea utilizado para avanzar todavía más en tecnologías de vigilancia y control social”.