El penal de máxima seguridad de Halden, en Noruega, es considerada como "la más humana del mundo" debido a su trato con los presidiarios, por las instalaciones, y las actividades que realizan.
La cárcel no tiene barrotes en sus ventanas, y sus reclusos toman talleres de cocina, pasan tiempo en un estudio de música, cursos de cerámica, entre otras ocupaciones.
Sus celdas tienen mini refrigeradores, baños privados y hasta televisores. Y en las imágenes se puede apreciar una limpieza similar a la de un hotel. La clave, según dicen sus trabajadores, es el enfoque humano de los presidiarios.
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Aunque este sistema es criticado en muchos lugares por ser 'demasiado blando' tiene uno de los porcentajes de reincidencia más bajo del mundo. Mientras que en Estados Unidos el 76% de las personas liberadas vuelve a la cárcel, en Noruega es solo del 20%.
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