Dice Horacio Altuna que "los cómics son como botellas lanzadas al mar que llevan un mensaje y cada cual lo interpreta a su manera". Hay que creerle al hombre que nació el 24 de noviembre de 1941 en Córdoba, pasó su infancia entre las provincias de Buenos Aires y Santa Fe y desde los siete u ocho años comenzó a apasionarse por el dibujo. Ama su profesión, está comprometido con su trabajo e impulsa el compromiso de sus pares y es uno de los grandes maestros del dibujo a nivel mundial.
-¿Cuáles son las clave de la vigencia de la historieta?
-La vigencia de la historieta de debe, seguro, a que es una forma narrativa muy válida, como la literatura o el cine. De hecho, el unir imagen y contenido literario facilita una comprensión inmediata de lo que se propone contar.
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-¿Utiliza mucho la tecnología en su trabajo?
-Soy un recién llegado al mundo digital y trato de adecuarme a él. Por edad y formación (analógica) sigo trabajando artesanalmente. Mi relación es con lapices, tintas y papel, pero ahora hago color con la computadora y, claro, por ese medio reproduzco y envío mis trabajos. Espero poder, pronto, trabajar también directamente en ella.
-¿Cree que la historieta puede ser un camino para decir cosas que nadie quiere oír?
-Todos los caminos y medios son buenos para destapar oídos y romper silencios. La historieta, cuando se quiere, es idónea para eso.
-Usted ha logrado dibujar personajes en los que el público lector se reconoce ¿Es muy difícil encontrar a esos protagonistas? ¿Es muy observador de lo que le ocurre a la gente común en su vida cotidiana?
-Creo que la labor de todo narrador es nutrirse de los medios que faciliten su trabajo. Como hago costumbrismo y vida cotidiana por supuesto que busco ser permeable a lo que la realidad me transmite. Es importante tener esos anclajes con lo que pasa alrededor y ser sensible a lo que pasa a tu alrededor. Al menos trato de ser fiel a eso y los resultados son los lectores los que dan la aprobación o la negativa. He tenido, hasta ahora, la suerte de ser bien interpretado por ellos.
-Es un incansable luchador de los derechos del historietista, algo que sostuvo desde sus comienzos ¿Cómo ve el panorama en la Argentina respecto a las formas de trabajo, la responsabilidad de las editoriales...?
-El historietista es un trabajador, por lo tanto está sujeto a los avatares de su entorno social y político. En el caso argentino, que siempre ha tenido grandes autores y que sigue dando excelentes dibujantes y guionistas, no tiene la suerte de tener un mundo editorial sólido y una masa lectora importante y con poder adquisitivo. De manera que a los colegas les resulta muy difícil vivir de su trabajo y tienen que deslocalizarse , trabajar para Europa o Estados Unidos, para ganar lo suficiente como permitirselo. Las editoriales argentinas, además, tiene la dificultad añadida de la competencia demoledora de una importación que les impide desarrollarse en igualdad de condiciones. Históricamente nuestro país produjo años atrás y con mucho, éxito obras muy diferenciadas de las que llegan hoy del extranjero. Será tarea futura revertir esa realidad .
-¿Existen límites a la hora de hacer humor?
-Detesto lo políticamente correcto cuando se erige y esgrime como censura en los medios. Los lectores son los que tienen la decisión de consumir o no los mensajes de los autores y da miedo que se piense que alguien tiene que poner esos límites al libre ejercicio de la libre expresión o su difusión y consumo. Desgraciadamente, se va hacia ello en todo el mundo.
-¿Cómo ve a los humoristas gráficos argentinos, esos que suceden a su generación?
-Argentina ha dado y sigue dando grandes autores, a pesar de las condiciones económicas que padecen y de estar lejos de los centros mundiales más importantes. Eso es motivo de admiración en esos centros y de orgullo para cualquier argentino.
-¿Cómo fue la experiencia con Editorial Orsai y con Hernán Casciari?
-La experiencia con Casciari y Orsai fue enriquecedora y demostrativa de que se puede producir de manera libre y alternativa un medio que sea de calidad, que pague a sus autores y tenga éxito, siempre por fuera de los condicionantes tradicionales con los que se maneja el mundo editorial.
-Usted dice de Alberto Breccia que "es único" ¿Por qué? ¿Qué le enseñó?
-Breccia es el gran maestro que no te enseña a dibujar pero sí te da las razones y fundamentos profesionales y artísticos para estar en el mundo de la historieta. Es difícil de explicar, pero a mí me transmitió las esencias de este trabajo. Habría que hablar mucho de lo que significa Breccia para un dibujante. A lo mejor, lo más parecido a él en mi trabajo es lo que sería Astor Piazzolla a un músico de tango.
-¿Por qué dibuja?
-Porque me gusta, es mi forma de expresión, mi pasión, mi vida. También porque me gusta contar historias. No soy un ilustrador, soy un dibujante de historietas.