Por Ricardo Delgado
Asesor económico del Frente Renovador
Especial para El Destape
Desde distintos espacios (gobierno, asesores económicos del candidato oficialista, por supuesto los mercados financieros) se argumenta que a partir de enero, vencida la cláusula RUFO, la Presidenta encarará el cierre del conflicto con los holdouts, negociando el fallo Griesa y, eventualmente, ofreciendo un canje similar al resto de los acreedores que quedaron fuera de las reestructuraciones de deuda de 2005 y 2010.
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Un escenario de esta naturaleza, se dice, habilitaría el retorno a los mercados voluntarios de financiamientopara las provincias, las empresas y también para ciertos íconos del oficialismo, como la semiestatal YPF, aliviando las fuertes limitaciones en el flujo neto de dólares para 2015. Más aún; con reservas más holgadas, sería más sencillo administrar el dólar –en particular en sus versiones no oficiales-, estabilizar las expectativas de devaluación y suavizar los costos de la recesión. Incluso, algunos llegan a pronosticar que la Argentina, ante un arreglo definitivo con los holdouts, volvería a crecer en 2015.
Para el Gobierno esta secuencia de argumentos sería útil para sostener expectante la idea de que existe gestión, de que el clásico "pato rengo" de final de mandato esta vez no aparecerá. Resultaría una señal política fuerte para la estructura del PJ aunque en paralelocomplicara el entendimiento del núcleo duro K, que sigue creyendo ciegamente que "los buitres" encarnan todos los males de este mundo. Paradojalmente, en un giro repentino, aquellos que venían a quedarse con las riquezas de la Argentina se convierten en la única llave para salir de una recesión que dura más de lo deseable. Difícil tarea de comunicación.
En igual sentido, los asesores económicos de quien asoma como el que resultará electo en las primarias del Frente para la Victoria saben que ningún oficialismo tiene chances electorales serias ante el actual cuadro de contracción económica. Entonces, desde allí suenan voces que profetizan aumentos de hasta 3% del PIB en caso de alcanzarse un arreglo con los holdouts.
Una ola de optimismo poco sustentable, tanto desde la estrategia política como desde la dinámica macroeconómica, esconden estas perspectivas. Veamos por qué. Por un lado, no es claro que haya vocación real por negociar una salida amplia para los holdouts. Desde lo estrictamente financiero, habría incluso razones no desestimables para que el gobierno decidiera no hacerlo. El perfil de vencimientos de deuda del año próximo es manejable hasta octubre, cuando vence el BODEN15. El momento crítico sería el verano, cuando previsiblemente se agudice la ausencia de dólares y el exceso de pesos por la expansión fiscal de diciembre. Será allí donde la administración CFK podría promover nuevos "alquileres" de dólares, como son hoy las cuotas del swap chino, la asistencia francesa o el financiamiento del 4G, para suavizar el ajuste sobre las importaciones.
Desde el segundo trimestre, liquidación de la cosecha de soja mediante, el BCRA volverá a comprar dólares en el mercado, y a partir de la segunda mitad del año, el panorama de la sucesión presidencial estará más claro, abriendo la puerta a un acceso selectivo, estratégico y de posicionamiento de inversiones externas aprovechando los precios bajos de los activos locales. Nunca más aplicable que en ese momento aquella frase que dice que al gobierno saliente lo financia el próximo.
Al mismo tiempo, la idea de que un arreglo permitiría volver a crecer en apenas unos meses es un tanto peregrina. Ninguna de las variables de la demanda agregada así lo indican. La inflación rondando 35% en 2015 volverá a castigar los salarios reales y con una inversión que no reacciona (cayó 5 puntos del producto en tres años), tampoco mejorarán las perspectivas para la creación de trabajo. En consecuencia, aun con arreglo, el consumo privado no se recuperará. Y recordemos que este indicador representa 65% de la demanda agregada.
Por el lado de las exportaciones, en tanto, las noticias tampoco son favorables. En 2015 ingresarán menos dólares comerciales, y peor aún, las cantidades vendidas al exterior seguirán en franco declive. La inserción argentina al mundo se ha debilitado fuertemente en los últimos años porque la aceleración inflacionaria restó rentabilidad a muchos sectores, en particular manufactureros.
Los cantos de sirena seducen, pero también engañan. La Argentina que viene ofrece enormes oportunidades, pero se precisa reconocer la realidad (admitiendo la inflación y sus efectos, por ejemplo) y además no reiterar diagnósticos equivocados y recetas exóticas (como el cepo). La creencia de que la economía puede crecer rápidamente tras un eventual acuerdo con los holdouts (importante en sí mismo, claramente) resulta entonces un nuevo canto de sirena que nos vuelve a confundir.