"Vive en un mundo jurídico, de premios y castigos" dijo alguna vez Borges de una amiga. Lo mismo podría decirse de María Kodama, la viuda y albacea del escritor: en los últimos tiempos solo sabemos de ella por medio de abogados. Tiene la ley de su parte: con la publicación de "El Aleph engordado", el escritor Pablo Katchadjian utilizó el texto original del cuento de Borges para hacerle agregados, y por eso se lo acusa de violar la ley de derecho de autor. Lo que enoja es la actitud tan poco borgeana de Kodama. Borges siempre guardó una distancia prudente e irónica con respecto a la pureza de sus textos. Adelgazó a sus obras completas de dos libros, y reescribió los poemas que no le gustaron. Kodama misma eliminó varias dedicatorias de los textos originales.
Ponerse en el lugar de guardián de la dignidad escrita es ser infiel al Borges que más amamos: el del humor y los juegos.
"#Grecia. Hay que ganar un referéndum 61 a 38 con los bancos cerrados, los medios en contra y toda la Unión Europea amenazando con el abismo" escribe Pedro Brieger en Twitter la noche del domingo 5 de julio. El pueblo griego optó por una paradoja -ejercicio: detectar cuántas palabras de origen griego usamos diariamente- para resolver su deuda con la Comunidad Europea elegir el camino más difícil que es el más seguro: no pagar lo que los acreedores quieren. Esto es capitalismo puro y duro, donde uno existe porque debe dinero y la identidad se mide en crédito. La ausencia de pago equivale a la blasfemia.
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"Todo el mundo le debe a Grecia, los griegos nos dieron la lógica" dijo Jean-Luc Godard en un reportaje del periódico inglés The Guardian. "Fue Aristóteles quien desarrolló el gran 'por lo tanto', Como por ejemplo. 'te encontré en la cama con otra persona, por lo tanto...' Usamos esto millones de veces, para hacer nuestras decisiones más importantes. Por lo tanto, es momento de que empecemos a pagar. "Podríamos pagar a Grecia una cuota de 10 euros de derechos de autor cada vez que usemos esta frase para construir una oración –nuestra deuda lógica. Así los griegos no tendrán que vender el Partenón a los alemanes.
Cada vez que Angela Merkel diga a los griegos: 'Les prestamos dinero, por lo tanto deben de pagar los intereses', ella primero deberá pagar copyright".
Una pregunta une a los dos deudores. Entre el apoyo moral a Katchadjian (solo dos personas están de acuerdo en el pago y la pena: la viuda de Borges y su abogado) y el irónico crowfunding propuesto por Godard, ¿qué es justo pagar y por qué? La ley de propiedad intelectual es excesiva y la deuda acumulada por Grecia es injusta. Un fantasma recorre el mundo y es el de la gratuidad, empezando por los textos, la música y las películas. Es probable que estemos viviendo en un tiempo bisagra entre dos paradigmas económicos: entre la obligación de compraventa capitalista y la gratuidad de las redes. Ojalases.