Gran triunfo del gobierno de Tsipras en Grecia

05 de julio, 2015 | 19.51
Nadie esperaba una victoria tan contundente del NO en Grecia después de una semana de bancos cerrados y los medios masivos de comunicación y toda la Unión Europea amenazando a los griegos que si votaban por el NO se caerían de Europa.

Este es un éxito rotundo del primer ministro Alexis Tsipras que hace una semana convocó a un referéndum para enfrentar a la llamada "troika" (el Fondo Monetario Internacional, el Banco Central Europeo y la Comisión Europea).

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A nadie se le escapa que este referéndum era un plebiscito de la gestión de Tsipras. Un resultado adverso lo hubiera forzado a renunciar, tal cual lo adelantó su ministro de economía Yanis Varoufakis. Pero el triunfo con más del 60 por ciento de los votos y una diferencia superior a 23 puntos le otorga una mayor legitimidad interna y externa, mal que le pese a todos los líderes políticos y económicos europeos.

La convocatoria al referéndum conmocionó a los organismos financieros internacionales que hace años imponen sus planes de ajuste en Grecia. La llamada "troika" no está acostumbrada a que un gobierno le plante cara y le dé batalla a sus imposiciones económicas. El actual gobierno griego lo está haciendo, y vale la pena recordar que tiene apenas 5 meses de vida y no es responsable de los desastres de los gobiernos corruptos anteriores. Tsipras venció en las elecciones de enero justamente porque su partido –Syriza- se opuso de manera sistemática a los ajustes implementados por los gobiernos anteriores durante más de cinco años.

Tsipras está dando muestras claras de que no quiere seguir el camino de tantos otros líderes europeos que se dicen socialistas y durante sus campañas electorales prometen ampliar los beneficios a los sectores más desprotegidos para luego aplicar los mismos recortes que los partidos de derecha.

La crisis griega tiene varios aspectos entrelazados. Por un lado está el económico, ya que la Troika tiene un plan global para la economía europea que todos los países deben respetar. Claro que es paradójico que sus principales dirigentes digan que son necesarios y dolorosos los recortes que afectan a los más humildes y luego se opongan a todo gravamen a los sectores de mayores recursos.

Por otra parte, está la cuestión política. La Troika no puede permitir que un país, por más pequeño que sea, desafíe sus programas o no esté dispuesto a implementarlos. Alexis Tsipras utiliza mucho la palabra "dignidad" y sabe que cuenta con el aval de su pueblo aunque ningún gobierno europeo lo apoye.