Durante uno de los tramos de su gira por Europa, el presidente Alberto Fernández le dictó a uno de sus pares qué era exactamente lo que la Argentina necesitaba para poder encarar exitosamente la renegociación de su deuda externa. Esa frase, que el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, anotó en un papel, fue la que hoy se convirtió en la lapidaria sentencia del Fondo Monetario Internacional: "La deuda Argentina es insostenible".
A fines de enero, Alberto y Netanyahu compartieron una cena reservada con sus respectivas parejas Fabiola Yañez y Sara Netanyahu. El presidente argentino tenía como objetivo principal recoger apoyos de los principales líderes mundiales en el marco de las conversaciones con el organismo que actualmente lidera Kristalina Georgieva. Se trataba de un paso fundamental para poder encarar mejor posicionados la negociación con los acreedores privados. Durante ese encuentro, según pudo saber en exclusiva El Destape, el mandatario argentino le pidió al primer ministro israelí que hablara con Georgieva y ésto tomó nota de puño y letra sobre la solicitud argentina.
Aliado estratégico y de excelente relación personal con Donald Trump, el mandatario israelí le dijo a Alberto que hablaría directamente del tema con el presidente de Estados Unidos. La gestión era clave, ya que la administración norteamericana prácticamente determina el rumbo de las decisiones que adopta el FMI.
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Argentina no podía pagar la deuda tomada por la gestión de Mauricio Macri en las condiciones en las que se habían planteado originalmente. El mensaje se plasmó de manera cristalina en la declaración de hoy del Fondo: "Sobre la base del análisis de la sostenibilidad de la deuda de julio de 2019, el personal del FMI ahora evalúa que la deuda de Argentina no es sostenible. Específicamente, nuestra visión es que el superávit primario que se necesitaría para reducir la deuda pública y las necesidades de financiamiento bruto a niveles consistentes con un riesgo de refinanciamiento manejable y un crecimiento del producto potencial satisfactorio no es económicamente ni políticamente factible. En consecuencia, se requiere de una operación de deuda definitiva, que genere una contribución apreciable de los acreedores privados, para ayudar a restaurar la sostenibilidad de la deuda con una alta probabilidad".