Todas las banderas en el estado de Nueva York flamean a media asta. Son muchísimas. Será la semana más difícil hasta el momento, advierten las autoridades. Estados Unidos no solamente es el nuevo epicentro de la pandemia que ya pasó por Asia y Europa; la enfermedad se ensañó como en ningún otro lugar hasta el momento. En las últimas 24 horas hubo 1.858 víctimas fatales. Es el número más alto que haya registrado cualquier país en un solo día. En total, los casos confirmados casi llegan a 400 mil. Uno de cada cuatro infectados con coronavirus en el mundo están allí. Los especialistas no se animan a hacer pronósticos, pero todos coinciden que todavía no llegó lo peor.
El presidente Donald Trump, mientras tanto, amenaza a través de twitter con desfinanciar a la Organización Mundial de la Salud en plena pandemia, reavivando las tensiones con China una vez más. Aunque la realidad lo obligó a desdecir sus primeras opiniones sobre la pandemia y reconocer que significa una amenaza para la vida de decenas de miles de personas en ese país, Trump sigue planteando la necesidad de abrir la economía y asegura que la estrategia de aislamiento voluntario está resultando exitosa. Sus desavenencias con los legisladores demócratas demoran la salida de un nuevo paquete de ayuda destinado a socorrer a los pequeños negocios afectados por la crisis.
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La magnitud de la depresión económica causada por el coronavirus todavía no puede medirse con exactitud pero se espera que la cantidad de solicitudes de seguro de desempleo, que se disparó a diez millones en las últimas dos semanas, siga en los mismos niveles, mucho más altos que en ninguna otra crisis de la historia moderna. Desde que empezó la pandemia, hace menos de veinte días, uno de cada veinte ciudadanos de los Estados Unidos en edad de trabajar pidió el subsidio por haber perdido su trabajo. La desocupación, que estaba en un mínimo histórico, podría pasar sin escalas a su número más alto desde la Gran Depresión. Algunos pronostican que puede llegar hasta el 30 por ciento.
Ni la crisis económica ni la enfermedad afectan a todos por igual: la pérdida de puestos de trabajo recae principalmente sobre negros e hispanos, que también se llevan la peor parte en lo que refiere a la salud. En Nueva York, la tasa de mortalidad por coronavirus de esas poblaciones duplica la de los blancos. En Chicago, los afrodescendientes representan casi siete de cada diez víctimas fatales y la mitad del total de los casos, pero sólo son el treinta por ciento de la población. Cifras similares se repiten en el estado de Louisiana, que muestra la tasa de transmisión del coronavirus más alta de todo el país. La falta de acceso a la salud es un factor clave en este desequilibrio.
La evolución de la crisis epidemiológica y económica será clave en las elecciones que asoman en el horizonte. Donald Trump, en medio de la pandemia, exhibe los mejores niveles de aprobación de sus cuatro años. Enfrentará en noviembre a Joe Biden, el ex vice de Barack Obama, que será proclamado candidato por el Partido Demócrata luego de que el senador Bernie Sanders diera por concluida su postulación hace algunas horas. La mayoría de las encuestas le dan ventaja a Biden sobre Trump en varios estados clave para la elección, aunque en el marco de la pandemia resulta muy arriesgado hacer pronósticos. Sólo resulta seguro que el coronavirus y su respuesta moldearán la campaña.