Como varios presidentes neoliberales, Donald Trump minimiza la pandemia y hasta ahora convoca manifestaciones para criticar a los gobernadores que priorizan la salud de la población a las ganancias de los empresarios. Las consecuencias no se hicieron esperar: 26 millones de nuevos desempleados y la mayor cantidad de fallecidos por el virus.
En la última semana, 4,4 millones de personas pidieron subsidio por desempleo, según el Departamento del Trabajo. Esto llevó a la cifra de nuevos desempleados a 26,4 millones desde mediados de marzo, cuando el coronavirus golpeó de plano al país.
Los datos de la semana terminada el 18 de abril implican un descenso de 810,000 frente al nivel revisado de la semana anterior. Sin embargo, las oleadas de despidos destruyeron todos los puestos de trabajo creados por el repunte posterior al crack de 2008, hasta el momento la mayor crisis del nuevo milenio.
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Con su clásica fabricación de un enemigo sus fanáticos, que prefieren creer ciegamente a razonar los sucesos, Trump apuntó contra el gobierno de Pekín desde el comienzo. Llegó a incluso a denominar al Covid-19 como "virus chino". Esta fue la excusa para mantener la guerra comercial contra el gigante asiático y las sanciones económicas unilaterales contra otros países que considera enemigos.
Las consecuencias fueron las esperadas: más de 800.000 casos confirmados y 46.583 muertos por el coronavirus en el país, que tiene al estado de Nueva York como epicentro. La inexistencia de un sistema de salud público privó a decenas de miles de infectados de acceder a la asistencia médica necesaria para tratar la enfermedad.
Sin embargo, los delirios capitalistas extremos sólo los mantiene cuando son funcionales a las políticas que desea, como destacarse como la única nación en cortarle el financiamiento a la Organización Mundial de Salud, tal como destacó OCIPEx. El millonario que preside la Casa Blanca confiscó insumos médicos dirigidos a terceros países cuando los aviones pasaron por sus aeropuertos.