Yannis Varoufakis es una figura muy reconocida internacionalmente. A sus 56 años mantiene el mismo estilo de académico contestatario, juvenil y carismático que llamó tanto la atención pública internacional en el breve período, entre enero y junio de 2015, cuando fue el primer ministro de Finanzas en Grecia del gobierno de izquierda del partido Syriza liderado por Alexis Tsipras. Asumió entonces las tensas gestiones para intentar la renegociación de términos más favorables para su país acosado por un enorme endeudamiento, y ajustes económicos y sociales exigidos por la denominada “troika” formada por la Comisión Económica Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional.
Varoufakis renunció a su cargo ante el sorpresivo viraje del primer ministro Tsipras alterando sus promesas pre-electorales y el claro resultado del “no” en el referéndum de consulta popular del 5 de julio de 2015, para terminar inmediatamente aceptando un nuevo acuerdo con la “troika· con condiciones aún más severas y regresivas para Grecia. Desde entonces ha regresado a su actividad universitaria, pero despliega asimismo una permanente y muy enérgica actividad pública a través de sus escritos, conferencias y declaraciones como severo crítico a las políticas europeas que, en su opinión, llevan a mayores desequilibrios, inequidades y tensiones internacionales. El economista griego visitó en la última semana Ecuador donde mantuvo reuniones con el Presidente Rafael Correa y el Presidente electo Lenin Moreno, expresando su particular interés por conocer la experiencia y evolución económica ecuatoriana y la situación de América Latina. Dentro de su agenda, concedió la siguiente entrevista exclusiva a NODAL.
- Usted plantea en forma recurrente críticas a las relaciones económicas y financieras crecientemente descompensadas entre países centrales y periféricos. ¿Cuáles serían las condiciones y posibilidades políticas para cambiar esta tónica crecientemente negativa tanto en Europa como a nivel mundial?
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Se necesita globalmente un nuevo “New Deal” (Nuevo Acuerdo), se necesitan cambios profundos a nivel mundial. Es imprescindible un nuevo sistema financiero internacional que impida que los flujos de capital sean destructivos para los países periféricos y que se revierta el enorme daño que se ha hecho. Hoy tenemos una situación muy endeble por culpa del carácter predatorio del sistema bancario tanto en los países centrales como en los periféricos. En las primeras dos décadas luego de la Segunda Guerra Mundial los flujos financieros eran restringidos y existían controles para los movimientos de capitales: fue un período -en general- de crecimiento, con mecanismos activos para atender las crisis de balanza de pagos de los países periféricos. Una vez que comenzó a desarticularse este sistema y se impuso la mayor libertad financiera global, creció la esclavización dependiente de las economías y se instaló una mayor volatilidad a nivel mundial.
- Mucho se habló que la necesidad de revertir la concentración y globalización financiera internacional luego de la crisis de 2007/08. ¿Qué se ha hecho desde entonces para prevenir nuevas crisis?
Realmente, no se hecho nada para prevenir otra crisis. Todo lo que se ha realizado ha sido una intervención masiva a través de los bancos centrales para volver a inflar las mismas burbujas que explotaron en 2007/08. Se confundió el salvataje del sistema financiero con salvar a los banqueros y especuladores y dejar todo como estaba. No se introdujo un régimen nuevo para balancear los flujos de capital y, por lo tanto, siguen presentes las mismas condiciones para generar nuevas caídas. En este momento existe mucha liquidez en los mercados financieros internacionales, coincidente con un rápido crecimiento del endeudamiento. Es decir, es precisamente la combinación para una nueva burbuja del crédito como la que explotó en 2007/08. En este marco , por ejemplo , la situación financiera en China es insostenible. La próxima crisis que se está gestando puede golpearnos aún antes que logremos superar los daños de la crisis anterior.