Cristina Fernández de Kirchner y Sergio Massa descuentan que la Corte Suprema evitará definirse sobre la declaración de certeza pedida por la titular del Senado para que el Congreso pueda sesionar de manera remota mientras dure la cuarentena. Sin embargo, se están preparando para hacerlo. Aunque el presidente Alberto Fernández puede invocar necesidad y urgencia para legislar por decreto, hay asuntos que constitucionalmente quedan más allá de esas facultades extraordinarias. Entre ellos, los de materia tributaria.
A pesar de las dificultades, el oficialismo se alista a tratar, y aprobar, una serie de iniciativas para mejorar la recaudación, devastada por la crisis, justo cuando las necesidades se vuelven más grandes. El impuesto a las principales fortunas encabezará el temario. El plan es que las dos cámaras sesionen a partir de mediados de mayo y las leyes estén listas antes del final de ese mes, según la hoja de ruta que pudo reconstruir El Destape. La oposición prestará acuerdo, aunque algunos referentes aún guardan reservas.
Aunque los detalles todavía deben definirse, se utilizará la modalidad de videoconferencia, a partir de un acuerdo con el Registro Nacional de las Personas, que proveerá los mecanismos de identificación remota para que los legisladores presten quórum y voten a la distancia, y con Arsat, a cargo de garantizar la estabilidad y la seguridad de la conexión. Se utilizará un software desarrollado ad hoc para el Congreso argentino, al que cada diputado y senador deberá ingresar con un usuario único y una contraseña.
No sería la primera vez que el Poder Legislativo recae en lo digital para poder avanzar con su actividad durante esta pandemia. Hubo sesión virtual de comisiones de la cámara baja y reuniones entre las autoridades de todos los bloques. Buena parte de los ministros del gabinete nacional expuso de esa forma ante el parlamento desde el comienzo de la crisis. Otro antecedente tuvo, incluso, efectos legales: a través de videoconferencia, a mano alzada, se escogieron las autoridades de las comisiones de Salud y de Educación del Senado.
En otros poderes del Estado, el funcionamiento a distancia ya se volvió habitual. Entre los ministros, buena parte de sus actividades transcurren por estos días adelante de una pantalla: desde charlas con otros funcionarios hasta entrevistas por televisión, pasando por reuniones de equipo vía Zoom. También utilizan para esa tecnología para trabajar el Consejo de la Magistratura y la propia Corte Suprema, que sesionará en videoconferencia cuando se niegue a certificar la validez de leyes aprobadas utilizando ese mismo método.
En la cámara de Diputados, Massa ya comenzó el diálogo con la oposición para articular la forma de sesionar. Ayer comenzó a circular un borrador de resolución que habilite el quórum a distancia. El presidente de la cámara trabaja codo a codo con el jefe del bloque oficialista, Máximo Kirchner, pero también con una vieja amiga: Graciela Camaño, madrina política del tigrense, del que se había alejado cuando se conformó el Frente de Todos. Este trance volvió a unirlos, y hoy ella es una pieza clave para que el Congreso vuelva a funcionar.
Camaño, al igual que el resto de los diputados de Consenso Federal y otros bloques pequeños, manifestaron su apoyo a la iniciativa de sesionar a distancia. En Juntos por el Cambio, en tanto, la postura no es uniforme. Mientras que algunos diputados del radicales y del PRO apoyan la idea de hacer sesiones virtuales, e incluso presentaron su propio proyecto en ese sentido, otros insisten en la necesidad de que los encuentros sean presenciales y proponen hacerlos en el Luna Park, el CCK o el Teatro Colón.
La distancia entre los legisladores es un problema para sesionar en el recinto, pero no el más importante. Mayor dificultad acarrea el traslado de más de trescientos parlamentarios, más sus colaboradores imprescindibles, muchos de los cuales viven lejos de la ciudad de Buenos Aires, muchos de ellos en provincias donde no se registra circulación del coronavirus, por lo que la sesión no solamente sería una proeza logística sino que traería el riesgo de llevar la pandemia a zonas del país que aún no fueron afectadas.
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Otra cuestión, que afecta particularmente al Senado, por su composición demográfica, es que muchos tienen una o más condiciones que los ponen dentro de grupos de riesgo, empezando pero no terminando con la edad. En diálogos privados, muchos de ellos ya advirtieron que no están dispuestos a correr el riesgo de un viaje en este contexto. Sesionar con esas ausencias es complicado: se dificulta el quórum, se distorsiona el voto popular y se corre el riesgo de causar un foco grave de la enfermedad en el corazón de la república.
A la hora de evaluar el cambio en el reglamento, Argentina corre con una ventaja: a diferencia de otros países, como los Estados Unidos, la Constitución prevé la posibilidad de que el Congreso pueda sesionar fuera del recinto, por “motivos de fuerza mayor”. Cuando se escribió esa cláusula, la virtualidad no era siquiera una idea de ciencia ficción, pero la voluntad del constituyente es clara. Y si la pandemia no califica como motivo de fuerza mayor, cuesta imaginar cuál sí.