El presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, expresó su compromiso para "colaborar con el Gobierno que viene" para que pueda "lograr la unidad nacional" y cerrar "la grieta".
En un discurso picante, Monzó cargó contra "la corte de obsecuentes" que lleva al líder al "fanatismo" y a "aislarlo de la realidad", en una crítica que pareció dirigida al entorno político más próximo al presidente Mauricio Macri.
"Llevamos muchos gobiernos que son tomados -y esto es una tentación permanente- por la corte de obsecuentes que tienen un elemento narcótico que es la adulación al líder", reflexionó. Al respecto, señaló que en esa adulación, el obsecuente logra "perdurar en el cargo, pero principalmente lo que consigue es llevar al líder a una zona de confort, a un fanatismo, a aislarlo de la realidad".
El titular de la Cámara baja señaló que al comienzo de su gestión "tenía mucha ilusión" de que en estos cuatro años pudiera "recuperarse la unidad de los argentinos", y reconoció que "lamentablemente eso todavía no ha ocurrido". Al respecto, se lamentó: "Me duele mucho que Argentina todavía no esté unida, me duele mucho que no hayamos eliminado la grieta todavía".
No obstante expresó: "Tengo muchas esperanzas. Voy a colaborar para cualquier gobierno pero (en particular) para el Gobierno que viene para lograr la unidad de los argentinos".
Las declaraciones de Monzó se enmarcaron en una emotiva ceremonia que se llevó a cabo en un colmado Salón de los Pasos Perdidos con la presencia de su equipo de colaboradores, autoridades de la Cámara y diputados nacionales de distintos espacios con los que tiene afinidad como Graciela Camaño, Luis Petri, Daniel Filmus, Marco Lavagna, Silvia Lospenatto, José Luis Gioja, Mario Negri y Javier David.
Exponente del ala blanda y dialoguista del PRO, Monzó había sido uno de los artífices de la construcción territorial de Cambiemos y de la exitosa campaña del 2015 que depositó a Macri en el Gobierno nacional, pero al poco tiempo de rodaje de la gestión fue desplazado de la mesa de poder por el sector más ultra, y nunca más fue tenido en cuenta por la Casa Rosada. Reconocido por sus pares de espacios opositores como un hombre de diálogo, Monzó se ganó la desconfianza del ala dura, representada por el jefe de Gabinete, Marcos Peña.