Emilce Moler: "La revocación de la domiciliaria de Etchecolatz fue reparatoria"

25 de marzo, 2018 | 06.00

Emilce Moler tenía 16 años cuando en septiembre de 1976 fue secuestrada y torturada por la dictadura cívico militar argentina, en lo que se dio a conocer como La Noche de los Lápices. La joven militaba en la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) y reclamaba el otorgamiento del boleto estudiantil secundario.

Entre los distintos centros clandestinos por los que pasó estuvo en el Pozo de Arana, fue encarcelada en Villa Devoto y al ser liberada permaneció fuertemente vigilada en Mar del Plata. Junto a Pablo Díaz, Gustavo Calotti y Patricia Miranda forma parte de los sobrevivientes de aquel trágico episodio. Su testimonio forma parte de la causa por el llamado Circuito Camps, en la que el represor Miguel Etchecolatz fue condenado a perpetua por Carlos Rozanski, el ex juez del Tribunal Oral Federal 1 de La Plata.

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En el marco del 42 aniversario de la última dictadura militar, Emilce habló con El Destape sobre su historia personal, la revocación de la domiciliaria a Etchecolatz y la relación del gobierno de Mauricio Macri con los derechos humanos.

El Destape: ¿Cómo vivís este 24 de marzo en un marco donde Alfredo Astiz podría ser beneficiado por la domiciliaria?

Emilce Moler: El 24 de marzo es el único feriado que se conmemora en las calles de una manera de organización popular. No depende de una organización gubernamental, ni de un municipio puesto que hay actos en las plazas, en las calles, en bares, en los centros culturales, en los barrios. La apropiación de las calles el 24 de marzo es una construcción colectiva que tenemos que poner entre las cosas positivas. Yo creo que es un logro colectivo y que hoy hay un rechazo general a la dictadura. Salvo algunas voces fuera de lugar hay un rechazo a las torturas, a la apropiación de los nietos, a las desapariciones. Eso no es menor como sociedad.

En estos momentos estamos con un Gobierno lejos de bregar por estas políticas como nos habíamos empezamos a acostumbrar a partir del año 2003. Estamos volviendo a algo que los que vivimos la época de las luchas de organizaciones de derechos humanos conocemos mucho: la defensa, todos los días, de los ataques y de un avance en el retroceso de nuestras conquistas. Las prisiones domiciliarias fueron un retroceso, pero en un caso emblemático como el de Etchecolatz tuvimos una victoria. No sabemos si tiraron el tema de Astiz para distraernos o porque quieren avanzar, pero en tal caso daremos batalla, tenemos con qué dar batalla porque pudimos construir todo esto. Las construcciones nos van a ir permitiendo ir poniendo las barreras de contención. Tenemos que avanzar y construir todo a la vez. Es un proceso difícil pero no imposible.

ED: Tus hijos y nietos vivían en Mar del Plata mientras el represor Miguel Etchecolatz disfrutaba de la domiciliaria en el mismo lugar. ¿Cómo viviste la revocación?

EM: Yo estuve en la Cámara de Casación y fue una experiencia muy interesante. Me acerqué a la fiscal María Ángeles Ramos para felicitarla porque realmente fue contundente. Después por una irreverencia mía me acerqué a los jueces a hablarles sintiendo que era la última oportunidad que estaba teniendo. Les mostré que yo era testigo protegido después de haber denunciado a Etchecolatz, fue la época en que recibí más amenazas y le dije: “El Estado me pone esto para protegerme y el Estado me pone a metros al represor ¿quién se hace responsable?”.

"Se habla de "justicia" por mano propia cuando no es justicia, es asesinato"

Traté de explicar lo que significaba para mí que mis hijos y mis nietas vivieran con el represor de su madre, nada bueno podía salir de esa sociedad en donde se mezclaban tanto los roles, dejé un jirón de mi vida hablándole. Tenía cinco días para contestar y al otro día dieron la revocación de la sentencia y la verdad que sentí como cuando teníamos las pequeñas victorias en las luchas en la época en que no nos escuchaban mucho. Cada pequeña conquista era un montón, como cuando pudimos hacer las denuncias en España o cuando instauramos los juicios por la verdad o cuando venían más personas a las marchas, en esa soledad esas pequeñas victorias colectivas sobre todo eran muy reparatorias y creo que esto de Etchecolatz fue así, fue reparatorio. Es volver las cosas al lugar que tiene que estar. Y, una vez más, nos da lo que siempre sostuvimos: las luchas no son en vano, vale la pena darlas y siempre hay que hacerlo de forma colectiva. En estos momentos se banaliza la palabra y se habla de "justicia" por mano propia cuando no es justicia, es asesinato. Nadie fue a agredir a Etchecolatz, solo le cantaron en la puerta. Es el eje de todos estos años y es el que tenemos que seguir teniendo.

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ED: ¿Los represores siguen teniendo influencia y poder en la actualidad?

EM: No podría certificarlo, pero me parece que no está desarmado el aparato. Sobre todo hay muchos que se esconden a través de estos personajes y operan, quizás no son ellos, pero están invocando y operando. En Mar del Plata por ejemplo hay un grupo nazi que hizo estragos y fue a saludar a Etchecolatz. Se paraban en la puerta y lo saludaban. Yo no digo que Etchecolatz haya llamado a los nazis para saludarlo, pero se dan situaciones propensas. Había que cortar este tipo de cosas: Etchecolatz vuelve a la cárcel y el grupo nazi en este momento está siendo juzgado. Esperemos que haya una sanción ejemplar también.

El terrorismo de Estado de ayer es el hambre de hoy

Hay que ir dando esos pasos ejemplificadores en donde el Nunca Más es un Nunca Más desde todas estas muestras. El terrorismo de Estado de ayer es el hambre de hoy. Todos los casos mal llamados de gatillo fácil son asesinatos, hay que decir el nombre. Hay que conmover a la gente de la misma manera que conmueve un desaparecido o una tortura. Hoy van a venir de distintas maneras, pero es el mismo eje.

ED: Sos una sobreviviente de la Noche de los Lápices y empezaste a militar desde muy joven. ¿Qué le dirías hoy a los jóvenes militantes con este cambio de época?

EM: Siempre los jóvenes tienen obstáculos en sus realidades y eso es lo que los impulsa a la militancia. Siempre cuando hay desafíos es cuando más se impulsa la militancia, los momentos de bienestar quizás a veces no son los más propensos. Cuando vos tenés desafíos permanentes es donde más ganas tenés de hacer cambios y transformaciones. En la época del kirchnerismo era interesantísimo como abrazaban la política porque la veían como herramienta de transformación y yo observaba que lo podían hacer con libertad, con alegría, con tranquilidad. Hoy quizás un poco más grande, y ya como mamá y como abuela, siento que hay que poner algunas miradas cuando se abraza la militancia tan fuerte en un contexto en donde puede haber represión. Hay que cuidarse de algunas cuestiones. Y eso es lo que más me ensombrece. Yo nunca digo que esto es la dictadura, pero hay situaciones que son alarmantes y los que ponen el cuerpo siempre son los jóvenes. Hay que transmitir ciertos cuidados para la militancia, que no quiere decir no militar, pero no exponerse inútilmente. Los sueños siguen intactos y en épocas adversas aún más.

ED: ¿Está golpeada la democracia?

EM: La democracia está muy golpeada, es muy débil. Con poca densidad, en donde todas las cuestiones institucionales son muchas formales. Es una democracia muy débil que tenemos que fortalecer entre todos, desde las instituciones y con la lucha en la calle. La combinación de las dos cosas nos da el avance para consolidar, fortalecer y darle encarnadura a la democracia que tantos nos costó.